martes, 27 de marzo de 2012

Me ves de lejos pero no me quieres mirar. Las gafas en la frente, la misma mirada altiva de siempre. La misma elegancia innata, sabes que los demás no están a tu altura y disfrutas de tu posición. No hay nada malo en ello. Os saludo. Se alegra pero tú no. Sonríes pero por dentro me estás interrogando, no sabes por qué sigo hablando y preguntando, me obligas a marcharme. Pero me quedo unos minutos más, te pregunto qué tal te va todo. Sonríes con sarcasmo y dices que igual que siempre. Pretendes descolocarme, plantar tu alfil ante mi rey y forzar a sacrificar mi reina, pero se te olvida contra quién jugabas. Nada me sorprende, nada me descoloca ni me afloja un ápice la corbata. Se te olvida que juegas contra el rey de la falsedad. Elogio de la fría normalidad, de la rutina, del mientras no vayamos a peor. Os despedís, seguís andando pero yo sigo mirándoos por la espalda. Realmente lamento que el juego se haya convertido en esto, en referencias esquivas y miradas cortantes cuando antes éramos grandes juntos. Conciertos en Londres, noches de ópera, cualquier cosa. Ojo, tampoco estoy añorando nada que no pasó, solo añoro todos los granos de arena que ya han caído y que se van clavando en mi espalda

sábado, 3 de marzo de 2012

Si no fueran nuestros sueños pesadillas
y todos los deseos utopías.
Y si pudiera congelar el tiempo y volverme cenizas
y deshacerme cuando sople el viento,
que nadie sabe dónde habita.
Y si pudiéramos ser algo más
que polvo y energía.

No podemos huir de lo que tenemos
dentro de nuestros cuerpos.
Siempre tendremos otro mañana
que nos querrá atrapar
pero la muerte no vendrá de lejos
sino de dentro.
Nadar en el mar una vez más
y cortarnos con la última página de Marx.

Y llegar a los agudos como Eva Amaral
y a los rizos de cualquier pelirroja en un autobús.
Pero tú, tranquila, las comas te atan
y las exclamaciones te mantienen viva.
Si la pistola se queda sin balas,
Solo entonces, grita.




jueves, 1 de marzo de 2012

Jugar con una pequeña pompa de jabón es probablemente lo más delicioso que existe. Cuando flota en el aire puedes ver la perfección del mundo reflejada en su única curva. En ese mundo queda atrapado todo lo bueno, las flores, los bombones, todos los tópicos que nos hacen felices. Fuera se resbala la suciedad, la mugre, las babas de los demás. Conforme baila con el viento nos sentimos eufóricos o deprimidos, apasionados o suicidas. Si nos acercamos a la cara de alguien podremos verla como nadie lo ha hecho nunca; no veremos la verdad sino la lucha de sentimientos que se desata tras la máscara. Cuando la burbuja caiga, porque siempre acaba cayendo, ya vendrá el frío y el desamparo. Pero no olvidemos el papel del extraño a la burbuja, aquel que observa su belleza desde el exterior. Como siempre, solo son los niños quienes saben apreciarla. Por eso se dedican a exterminarlas sin dudar; lo perfecto solo puede existir en los cuentos. Pero si vamos más allá, si adoptamos la visión de un niño y contemplamos la burbuja en el aire, podremos tocarla. Si realmente creemos en ella, si la aceptamos como un ser independiente que necesita también cariño, podremos acariciarla. Y te aseguro que después de esa caricia no querrás tocar nada más. Amarás a esa pompa y soñarás con ella. Cuando te sientes en el sofá y tu mente desaparezca, tu mano seguirá moviéndose, tratando de recordar cómo era esa pompa de jabón. Pero al final todas las pompas de jabón explotan y solo nosotros decidimos lo que sale de ellas.
 

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