domingo, 24 de noviembre de 2013

Claro que sí, campeón. Sonríe y cógela de la cintura. Mírame con desprecio. Siente orgullo por esa joya. Pero no es una joya, es una mujer que tiene deseos e ideas. Y pronto los vas a sentir en tus propias carnes. Se acabó salir de casa a la hora. No más litros en tres minutos ni conversaciones hasta el amanecer. Y aún tienes el valor de decirme que no eres nadie si alguien no te quiere. Si tu identidad depende de otra persona, mejor que te pegues un tiro. Me da igual que sea mujer u hombre, amigo u onanismo. Básate en otra persona y acabarás siendo otro. Sí, el amor es lo mejor del mundo, y lo es porque es horizontal. Amar es Castells pero tú solo limpias tu panóptico. ¿Y para qué? ¿Para retenerla en un bar, besándola mientras miras a los buitres que se le acercan? No quiero conseguir nada que me obligue a idolatrar, ser una mula y no un bastón. Y el otro caso es peor, la de la sonrisa afilada como una guadaña: alimenta esperanzas, riega ilusiones con caricias para cosechar bebidas y favores, hasta que la savia abandona al hombre seco, plantado en una tierra estéril. Cambia de cara para conseguir una estampa aún más adorable, un nuevo cariño para avivar la hoguera. Los ángeles se arrancan las alas, los cantores sajan sus pulmones, los taxistas apagan el cigarro en el depósito. Ninguna estrella caerá, sino que se mantendrá altiva sobre ti. Ningún honey endulzará tu café; solo se cortará la leche. Si usas el amor para calentar la cama, siempre tendrás los pies fríos.

martes, 19 de noviembre de 2013

Llego y ya está allí. Me voy y seguirá dos horas más como mínimo. Jersey sobre los hombros, anudado. Algunos cabellos sueltos sobre la cara, inclinada hacia el piano. La mano izquierda apenas oscila entre dos pares de notas, firmes y seguras; es el sostén de la canción. La mano derecha corre sobre los agudos, juguetea hacia arriba y vuelve a bajar, se detiene en aislados suspiros, casi inaudibles entre los ruidos del metro. Otro vagón, otra carga de mercancía que se apresura a las escaleras, entre whatsapps, risas sobre la primera palabra de un nieto o libros detenidos por un instante con el dedo índice. El piano sigue sonando, alguna monedas caen por principios mecánicos pero nadie sigue el rastro hasta la fuente, ese rostro que escudriña la sociedad. No busca un hombre con un farol. Al revés, derrama sentimientos a través del pequeño altavoz (nadie entiende con qué energía funciona, si no es con la del pianista). Antes de la siguiente oleada de pasajeros, me arrebujo en un rincón con los suaves sonidos. No se oía nada en la estación hasta que llega una pareja, precedida por sus gritos. El chico la sujeta del brazo justo enfrente del pianista, le recrimina algo señalando el móvil. El problema no es la tecnología, son los usos sociales. La pelea deshace la manta que nos cubría. El pianista mira con sorpresa a la pareja, sorpresa y estupor. Ladea la cabeza porque no comprende pero sabe qué hacer. Retoma los hilos, entreteje a dos manos la vida en su piano, abalanzándose en ocasiones. La pareja calla. Los dos sonríen y se besan. Me subo al metro, jugueteando con un folleto de publicidad. Fuera, en la estación, se llevan al pianista en una camilla, muerto, con la mano oscilando apenas un par de veces.

viernes, 8 de noviembre de 2013

El pequeño Tom le dedica un gol a la preciosa Tanya. El rubio, ojoazulado y pielsoñada Tom. La siemprerisueña, reciberegalos y reparteabrazos Tanya. No es nada, piensa Layla desde dentro de clase. Por la tarde, cuando nadie los ve, ambos comparten empujones, abrazos y miradas. Cuando cierra los ojos, ve sus ojos clavándose en su oscuridad, y sonríe por haber encontrado el Bien. Tom siempre es perfecto siempre es así, donde va triunfa y no puedes pararlo, una vez que ha empezado. Por eso Layla no quiere espantarlo, lo deja hacer lo que quiera; solo así vendrá un día a sus labios. Mientras tanto, memoriza las fotos de su perfil, sus canciones favoritas y todos sus familiares. Layla es quien oye sus plegarias, quien está ahí; Tanya no es sino la-manta-que-nunca-abriga, esos pies fríos que ay apártalos. Layla sonríe mientras Tom dedica el gol a Tanya, pero rompe la tiza en su mano cuando los ve besarse. Al salir de clase, él oroazulblanco corre tras ella, la premia cargando con su hombro, su cuerpo siempre tocado o soñado. Layla sigue sin volverse atrás y Tom se enfada. Interrogantes vs. Exclamaciones, más enfados con más silencio con más pasos con más que te jodan con más tú antes molabas con más silencio con pasos parados. Un día después, Layla no acude a clase y Tom sigue marcando dedicagoles a su mostraquerida Tanya. Al día siguiente, Tom cumple con su tarea y se vuelve hacia la esquina. Solo le da tiempo a ver el suelo rojo, Tanya en el suelo Layla de pie y una escopeta apuntándole, un cañón aún humeante-húmedo.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Juguemos otra vez, ahora yo manejo las blancas. Da igual qué peón elijas, hacia dónde bascules el juego. El resultado es el mismo: arrojo el rey nada más acercarme al tablero. Un roce tumba la torre. Los brazos entrecruzados hacen explotar el alfil. Cabeza con cabeza, como un mes atrás; los mismos fuegos que estallan dentro del caballo. Los dientes mordiendo la lengua en una sonrisa que se sabe irresistible. Pero no importan las armas sino el tablero, la línea de fondo. Retroceder el alfil para no asustar y forzar el enroque. Sacar a Shakespeare y Faulkner, pero el contraataque es terrible: el gran Joyce. Perderse por las calles, subir y bajar, entrar y salir, beber y hacer cosquillas. Reír, reír solo de verla enfrente. Better together, es obvio, pero qué together? Cuando llego al final del tablero, a la última casilla, no quiero salir; me abrazo y nunca me soltaría. No quiero exponerme al viento fuera de la mesa, al frío sin ella. El juego no importa, es puro teatro. Sí, me gusta acariciar los peones, pero quiero conocer cada onda, quiero quedar a comer y a cenar, quiero ser tú ahí enfrente, con tus fichas. Seguiremos jugando cada vez que nos veamos, porque yo cuidaré de ti. No dejaré que nadie te haga daño, ni siquiera yo. No hasta que termine esta fiesta de mierda y te sientes a mi lado, sonriendo como solo tú sabes. Viviendo como solo tú sabes.
 

Copyright 2010 Archivo de las pequeñas cosas.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.