martes, 29 de abril de 2014

El café se enfrío, ni intentes meterlo al microondas. Una bufanda cayó al lado del sofá, cuando nuestras gargantas aún podían ser invadidas en medio del frío. Allí sigue, sin criar nada vivo, ni siquiera polvo. Una rama arrancada para ser mostrada sigue muriendo en la estantería, sepultada bajo tickets del Mercadona sin que nadie la quiera recordar. Antes había sonatas, ahora solo escuchan sillas vacías. Prometimos ser mejores, centrarnos en lo importante de la vida y aprovechar las oportunidades. Dar siempre besos y nunca arrojar palabras. Nada importa ante el telón, ante el delta del río. Las caricias vuelven como postales, fríos sinsentidos que llenan vacíos de madrugada. La cara se confunde con tu psique, el lugar con Macondo, tu risa con estrépito de cubertería. El final se puede desafiar pero nunca pensar ni retomar. Sea en la cama del hospital o entre putas. Esta ciudad o la otra, el corazón duele igual al pararse. Otras serán reinas del recital, los manantiales danzarán ligeros bajo las faldas. No estarás. Ya no estás.
 

Copyright 2010 Archivo de las pequeñas cosas.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.