El reloj ya no dispara,
su ametralladora no ruge
sino que regala sillones, instrucción
y flores de papel.
Las paredes no se pintan, se viven.
Caminas por la calle y te paras en los escaparates,
solo para mirar(te).
El consumo como proyección del yo,
por fin comienzas a construir(te).
Nunca escribiste para los demás,
solo para ti.
Que a otros les gustase, eso es colateral.
Aprendiste a vivir(te), a mirar(te).
ya has aprendido a posar(te).
Pero no (te) engañes.
Nada de esto va sobre ti.
Gil de Biedma, Burroughs y esa chica,
todos lo entendieron antes que tú.
Mañana no eres tú, no son los demás.
Mañana pasa estés o no estés.
La intimidad como último reducto:
solo posees lo que callas, lo que proteges.
Déjalos que devasten la playa pero
guarda entre las manos
la última lata de cerveza.
martes, 3 de diciembre de 2013
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