martes, 29 de diciembre de 2009
viernes, 25 de diciembre de 2009
domingo, 20 de diciembre de 2009
Clávate ese cuchillo, puedes estar tranquila de que yo te curaré. Salta, bebe, vive, deslízate por todos los toboganes que te brinde la vida. Siempre podrás contar con la ayuda de tus amigos, siempre habrá un cinturón que te sostenga, una manta donde acurrucarte y dormir sonriendo, sabiendo que hace frío, pero tú no lo sientes. Desafina en los karaokes, escupe a la cara de los que pasan, ponte el mundo por sombrero y luego arrójalo al primer banco que veas. No te preocupes de nada, porque tienes amigos, y tus amigos serán la luz que veas cuando cierres los ojos, la mano que te busca entre el fango y los cadáveres. Las palabras surgen, las conversaciones duran, y todo simplemente porque son tus amigos, y son partes de tu vida, partes de tu alma encarnadas en otros cuerpos, otros cuerpos que te dejaron partes de sus almas. Un diamante que contiene retazos de gema y rubí, de incienso y de literatura. Un diamante forjado en las entrañas del dragón, que relucirá por siempre en el más oscuro temor. Porque los diamantes se forman tras demasiados años como para comprobar el proceso. Porque los diamantes son los más duros, pero también los más hermosos.
martes, 15 de diciembre de 2009
La piel no se agrieta, ni se arruga,
sino que el amor no cabe dentro de uno,
y se deposita en la superficie.
Cuando morimos, la piel arde en la noche de los tiempos,
y el amor se evapora, permanece en el ambiente.
El amor empalaga más que el incienso.
No podemos mirar a través de él.
Si tragamos el humo para ver el suelo, nuestra mente
arde
y caemos.
Pero la luz siempre vuelve. La luz siempre está ahí.
Cuando nos mordemos al comer, brilla.
Cuando lloramos y golpeamos la pared, brilla.
Siempre brillará.
Aunque a veces no seamos capaces de ver que el amor
es la luz.
Solo debemos esperar.
sino que el amor no cabe dentro de uno,
y se deposita en la superficie.
Cuando morimos, la piel arde en la noche de los tiempos,
y el amor se evapora, permanece en el ambiente.
El amor empalaga más que el incienso.
No podemos mirar a través de él.
Si tragamos el humo para ver el suelo, nuestra mente
arde
y caemos.
Pero la luz siempre vuelve. La luz siempre está ahí.
Cuando nos mordemos al comer, brilla.
Cuando lloramos y golpeamos la pared, brilla.
Siempre brillará.
Aunque a veces no seamos capaces de ver que el amor
es la luz.
Solo debemos esperar.
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