domingo, 31 de diciembre de 2017

Una sombra.

miércoles, 27 de diciembre de 2017

¿Por qué tenemos que seguir cambiando hasta el día en que muramos? ¿Por qué no nos basta con perder, sino que debemos encender nosotros el fuego purificador? El tiempo nos curte la piel y, cuando esto no basta, el destino nos obliga a lijarnos las yemas para que el desierto penetre mejor en nosotros. Las angustias futuras se encarnan en el presente, hienden sus raíces en nuestro palpitar diario para secarnos cuando todavía llueve. Acaricias con intensidad los viejos amuletos, maderas ajadas que ya no recibirán nuevas admiraciones ni soportarán risas, y piensas en toda la vida que borras al arrancar esas astillas. Sus dedos acariciándote a través de los diminutos agujeros, su cabeza apenas asomando al final del respaldo, el ejemplar retirado porque un sol así siempre necesita un apoyo más resistente. Mudos testigos de una vida que se va día a día, sin tragedias, con la frialdad que recibimos todos los excluidos de una novela o película. En realidad, no tiene sentido llorar porque esta es solo la hoguera de este año: muchos otros vinieron antes y muchos otros se irán después. Y junto a ellos nos perderemos como humo en una niebla ligera, apenas un leve carraspeo en una tarde anodina.
 

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