domingo, 30 de abril de 2017

Nadie, ni siquiera Dios, sabe lo que haría sin ti. Los acordes serían notas desafinadas y las flores, pergaminos descoloridos que esperan convertirse en arena. No puedo hablar de ese supuesto futuro porque sería arrancar una parte de mi vida, una parte de mis entrañas tan inseparable como un pulmón, un ojo, un corazón... Ni siquiera las metáforas más conocidas se pueden acercar a cómo se descuelga mi boca cada vez que tus ojos me sonríen, cómo me convierto todo en un escalofrío al escuchar tu voz cerca de mí. Allá donde voy solo escucho felicitaciones y ni siquiera les presto atención, porque solo han podido conocer la parte más externa de ti; dos años después, disfruto todavía más al explorar todos los recovecos que aún no he cartografiado. Toda una vida me parece poco para conocerte mejor, para memorizar cada poro de tu piel y cada ángulo de tus labios. Como mero aprendiz, me esforzaré cada día por pulir mis fallos y aumentar tu luz, nuestra luz, para que el mundo entero vuelva a descubrir qué es amar y pueda revivir, cada uno, su pequeña llama. Porque si algo tengo claro es que no puedo acaparar una joya como esta, sino que debo mostrarla al mundo; en primer lugar, a la propia ostra que no ve sino un grano de arena.

sábado, 8 de abril de 2017

Escribir una novela no es difícil; al final y al cabo, solo son palabras. Lo difícil de verdad es darle vida. Si apenas puedo vivir la mía, ¿cómo voy a mover a esos personajes por un mundo que depende de mí? Supongo que en realidad no será así, que todo consistirá en seguir el hilo sin dejarse llevar a cálidos mares de desidia y pereza, de miedo y de arrogancia. Maldecimos en silencio por tener que levantarnos cada día de la cama para seguir labrando nuestro destino, una aguja que debemos encontrar en un pajar ardiendo. Nuestras sólidas creencias se desvanecen en el aire y dejan un férreo rastro de miedo ceniciento, un poso amargo que corroe nuestros corazones. Ya no somos capaces de sonreír por miedo a enseñar los dientes podridos. Ensayamos nuestras risas para no sonar como retrasados. Hemos cortado nuestras vidas hasta encajar en el patrón, de la misma manera que las hermanas de Cenicienta se cercenan los pies para encajar en el zapatito de cristal. Nuestro destino no está escrito en las estrellas ni en el barro, así que ponte las pilas y escribe o vive; tú decides qué se te da mejor o qué es lo único que puedes hacer
 

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