domingo, 30 de abril de 2017

Nadie, ni siquiera Dios, sabe lo que haría sin ti. Los acordes serían notas desafinadas y las flores, pergaminos descoloridos que esperan convertirse en arena. No puedo hablar de ese supuesto futuro porque sería arrancar una parte de mi vida, una parte de mis entrañas tan inseparable como un pulmón, un ojo, un corazón... Ni siquiera las metáforas más conocidas se pueden acercar a cómo se descuelga mi boca cada vez que tus ojos me sonríen, cómo me convierto todo en un escalofrío al escuchar tu voz cerca de mí. Allá donde voy solo escucho felicitaciones y ni siquiera les presto atención, porque solo han podido conocer la parte más externa de ti; dos años después, disfruto todavía más al explorar todos los recovecos que aún no he cartografiado. Toda una vida me parece poco para conocerte mejor, para memorizar cada poro de tu piel y cada ángulo de tus labios. Como mero aprendiz, me esforzaré cada día por pulir mis fallos y aumentar tu luz, nuestra luz, para que el mundo entero vuelva a descubrir qué es amar y pueda revivir, cada uno, su pequeña llama. Porque si algo tengo claro es que no puedo acaparar una joya como esta, sino que debo mostrarla al mundo; en primer lugar, a la propia ostra que no ve sino un grano de arena.
 

Copyright 2010 Archivo de las pequeñas cosas.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.