miércoles, 19 de febrero de 2014

Luchamos por ser lo que no somos, lo que no queremos ser. Nos educaron en rechazar el fracaso, en soñar el arco iris, y ahora solo saboreamos el barro. Vemos unas coletas y una sonrisa pícara, adiós a esos ojos que nos prometieron un nuevo año. Quiérete, valórate, sé tú mismo. Nuestro ego ha crecido exponencialmente desde los griegos, gnóthi seautón, mientras que nuestro conocimiento ha hecho de su eterna muerte un rasgo de vitalidad. Pero tú tranquilo: la masa es siempre el otro. Tú no naciste para seguir, sino para brillar. Si no lo haces ahora, no te preocupes; llegará tu momento. Esa mierda se atrinchera en el cerumen de nuestros oídos, apila barricadas de legañas mientras alienta la lengua, pincha las muelas para que no digieran. Eres estúpido y lo sabes, tienes que saberlo. Eres igual de estúpido que los demás, igual de prepotente y cabrón que las sombras que siempre criticaste. Olvídate ya de jugar con Mario. Nada te diferencia porque nada eres. Puedes seguir callando para guardar tu luz, alabando a Paulo Coelho porque solo él describe tu interior. Si tu cuerpo es una llave, abre tiempos extraños. Mi cuerpo es una caja vacía, que sangra, caga y suda porque alguien le dijo que viviera. Intégrate en el apocalipsis y deja de alimentar renos de nariz roja por la droga. Descubre la única verdad: lorem ipsum

domingo, 16 de febrero de 2014

Mal momento cuando nos conocemos no como la gran cura sino parte de la enfermedad. En mi cabeza no hay una manzana: solo yo. El conocimiento situado solo me lleva a hablar de mí, pensar en mí, creer en mi realidad. Otros no se alejan; tú les espantas. Las plantas carnívoras no devoran; tú las alimentas. Te acercas a ayudarlo, le prestas tu hombro y te enorgulleces de la estampa que formáis. Pero solo le clavas la rodilla en los huevos, le echas el aliento en la cara y le escupes. Deja de preguntar qué tal están los demás, pensando que puedes ayudarles, y empieza a pedir ayuda porque uno no puede abarcarse a sí mismo. Aprende a hacer algo bien, una afición que no dure solo un verano. Nadie se va a fijar en ti, nadie recopila tu vida para escribir una novela. Asúmelo, esto es la vida real y no tu vida.

lunes, 10 de febrero de 2014

Vuelvo a escuchar esa canción casi 10 años después. Siempre había estado por ahí, pero era más el preludio a ese gran final que una canción en si misma. Y ahora que le presto atención, descubro que he estado soñando con esos coros sin saberlo. Esa voz ha poblado mi inconsciente desde siempre, desde la i hasta la e. No puedo darles ningún sentido, pero sí recuerdos. Viajes sin destino en un coche nuevo, con el mismo cedé sonando una semana tras otra. Una funda de cuero que rápidamente birlé y, ¡oh, grandes misterios!, no hace una semana que ha vuelto a mi vida. Desde la capital del reino me encojo, pensando que voy a sentir contra mi cuello el roce del cinturón de seguridad. Se me arrasan los ojos solo de pensar en que una voz vuelva a decir que le gusta esa canción, esa canción que llevando sonando en su honor durante los últimos cuatro años, 5 ya. Esos gritos apagados le recuerdan embalses legendarios sin agua, el mejor pulpo a la gallega de la ciudad (¿ese lugar estaba todavía dentro de la ciudad?), ver el cine en primera fila y aun así, disfrutar. Recuerdo las tardes de jueves adoquinadas, con saludos de un quesero sin cuerpo, solo su cabeza me sonreía. Olores, colores, nunca sabores. Tuve que madurar mucho para aprender que la vida no basta con mirarla; hay que comerla. Llevar el carro un paso por detrás hasta que pesa más que yo; no importa porque era en ese momento cuando llegaba la ayuda. Otros jueves dar vueltas y vueltas, pulsar botones de colores para aparcar y recorrer medio casco histórico buscando un granizado de limón. Subirme en el caballito porque la moto es amenazadora ("¡Súbete a la moto! Tengo sorpresas para ti"). La prehistoria es subir hacia los juguetes por la primera escalera mecánica de la ciudad, remolonear alrededor de los robots y bajar por las amplias escalinatas. La subida es mecánica, nadie te libra de vivir la bajada por ti mismo. El mundo ya estaba loco pero entonces sentía protección en los ojos de los demás. Ahora siento que debo protegerlos yo.

domingo, 9 de febrero de 2014

Nosotros configuramos el espacio público: por eso me importa una mierda lo que vayas a hacer este verano. Estoy harto de que tu sonrisa empalague cada encuentro. Sufro al pensar que dentro de unas horas voy a volver a escuchar tu risa y tus gritos de amor, unos gritos extraordinariamente falsos y fingidos. No tienes vida, pronto no tendrás ni extremidades. Por eso construyes un objeto al que amar, un hijo que sabes que no existe pero te esfuerzas en abrazar, en dormir con él y él te lo paga arrancándote un ojo. No sabes lo que quieres, qué buscas, pero tienes la habilidad de lograr que la gente lo quiera también. Bueno, casi nunca lo lograr, pero lo haces saber en una transmisión de 24 horas, sin zapping posible. Eres una persona normal, supongo, que se entrega y comparte lo que cree que hay que compartir. ¿Hay algo más cruel que una persona normal? Las convenciones sociales nos atenazan no porque finjamos cortesía ante los demás, sino porque nos creemos con la obligación de compartir nuestros sentimientos, nuestros deseos. Pues mira, no, no construimos una puta esfera pública para llenarla de tus miedos a la vejez, a la soledad o a lo que sea. Compartimos cosas serias, que nos interesan a todos. Te veo abrir la boca y ya veo venir la crítica; no soy yo el juez, déjame en paz. ¿Sabes quién debe ser establecer el único filtro? Uno mismo. Si ves que sonrío pero cierro la cortina, que me río pero paro la conversación, date por aludido de una vez, chavalote. Asume que tu sonrisa no es atractiva, que ningún "me gusta" en tus fotos es porque le gustes, sino porque saben que deben pulsar ese botón. "Me gusta" como forma de dominación en los círculos sociales. Así que déjame en paz, deja de trastocar mi entorno para convertirlo en tu entorno y recuerda que tienes que vivir tu vida, no la de los que viven a tu alrededor. También existe una esfera privada. Y la amo.

domingo, 2 de febrero de 2014

Cuando corres contra el camino, contra tus piernas y tus pulmones, ganar significa nada. La vida no tiene fin, solo venas donde inyectar antiaburrimiento. Ordenar cajones, listas, luego un gesto. La voz grave llegará cuando ya no llores en las librerías. Miro la edad, las entrañas; no hay alma ni sentimiento. Sensaciones que acarician la epidermis mientras ella respira agitada acostada. Seguir cuando has llegado ya en el 0:42. Eliminar y salir del grupo. Pastiche como única respuesta a una sociedad que carece de nombre, que solo sitúa un punto de huida y se define en negativo. post y nunca proto. Tocar la guitarra para que te impresionen. Cultivar un árbol para olvidarlo. Recorres la web en busca de un hermano que haya dicho las palabras que tú nunca pensarás. La metafísica nunca avanza. Werther sigue presente, en cartas, plazas y perfiles. Todo es por amor; poco a los demás, mucho a uno mismo. A los miedos de uno mismo. Guitarras que se alzan como leds rebeldes en un anuncio de Klein. Basar nuestra rebelión por los últimos libros comprados. Seguiremos analizando posters, construyendo masculinidades y analizando legitimidades para comprar una bolsa más de maría. Generaciones después, aún soñamos con bailar en el desierto, solo para encontrar sentido a quitarnos la ropa.
 

Copyright 2010 Archivo de las pequeñas cosas.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.