miércoles, 24 de junio de 2015

No sé contra quién voy, si hay un dragón que justifique mi armadura o solo un foso en que sumergirme con este peso. Las murallas no se construyen para defender del invasor, sino para construir una identidad, una frontera entre nosotros y lo que no somos nosotros. Nosotros, yo. Esa muralla ha sido siempre mi hogar, mi mundo. Las invasiones venían, los defensores poblaban; el mundo giraba y yo no salía de mi alambre particular. Nunca me uní a ningún ejército ni cuadrilla de las que asaltaron estas almenas; ni siquiera cuando un bando venció sobre el otro. Me enorgullezco de ello, era lo que debía y quería hacer. Pero las piedras magulladas son mal cimiento para un hogar, pésima alfombra de juegos y nulo tálamo. Ahora la razón solo envidia los verdes campos, los frutos que se pueden paladear. Los gigantes murieron hace siglos, no podemos medirnos a ellos ni a sus hombros. Besa la arena, cíñete el yugo y rompe a sudar por algo que solo se puede tocar. No te olvides de dar las gracias por el yugo recibido. El corazón empujará contra huesos y tendones para construir una identidad de dos; es imposible pero morirás intentándolo. Y los bárbaros seguirán viniendo, encontrarán las defensas sin guardia y un lobo blanco que llora la muerte, la vida: un duelo descomunal.

martes, 16 de junio de 2015

Me parece genial que sepas dónde encajar cada pieza. Respeto que tengas espacios reservados para cada color. Pero permíteme que me ría si crees que construirás el castillo que tienes en mente sin desviarte un ápice. Todos hemos vivido eso mismo, con idéntico resultado: la realidad siempre gana. Vale, aprieta el bloque con fuerza, hasta que tu mano se confunda con ese blanco roto una y otra vez; eso no hará sus cantos más suaves. Y lo peor es que ahora ya no puedes pararte a pensar cuántas piezas te quedan, porque estás inmerso en una escalada hacia el cielo, una torre de Babel que no busca imitar a Dios sino superarlo, ser el elegido que rompa con el ciclo de Matrix. Pero tú no eres especial, tu castillo nunca tendrá foso y tus caricias más ventrículos de los disponibles. Todos los pendones y almenas están contados, al igual que los mordiscos y los piropos. Este no es un camino que desbroces por primera vez, sino una autopista con infinidad de carriles que vuelven y se retuercen sobre sí mismos. La historia del ser humano es una rotonda. Mientras tanto, la torre del homenaje ya llega hasta tus ojos y sonríes con orgullo, relamiéndote ante el futuro, las piezas que te superarán y reinarán las vistas vedadas para ti. Todo lo mudará la edad ligera, pero ahora tú ni siquiera has logrado pensar en las rosas de sus mejillas. Añade un bloque más, una risa más, mientras afianzas tu terreno nuevamente conquistado por primera vez. Sonríe como nunca lo has hecho, desoye los consejos de los sabios y olvídate del tiempo mientras construyes ese fortín. Ese castillo no habría llegado a vivir (días, semanas, meses) sin tu mano temblorosa y la vista atrevida sobre las piezas desparramadas. Sigue creándolo, sigue disfrutándolo.
 

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