miércoles, 28 de octubre de 2009

Si la palabra existiera, estoy seguro de que sería un hombre. La palabra es un significado detrás de un conjunto de signos, un ideal escondido tras capas de sinsentido. La palabra no es como la música, no es un arte que entre y se quede, sino que tienes que ir a su encuentro, tienes que correr bajo la tormenta y jugarte la vida para encontrar solo una coma. La palabra no es una rosa que crezca bajo mimos, es una espina que sale del alma cuando menos se desea, un dolor que a bases de noches en vela y pensamientos indeseados se transforma en algo que podría pasar por real. Pero si hay algo que posee la palabra, eso es una finalidad: la palabra busca comprender y ser comprendido, intenta ser un puente entre almas y sentimientos. A veces la palabra se pierde en vericuetos innecesarios, demasiadas discusiones sobre si esto es nexo o enlace, pero siempre, si rascas bajo la superficie, encontrarás el brillo de la razón, pero también del sentimiento. Ni tan desbordante como la música, ni tan cuadriculado como las matemáticas, así es la literatura. Un pobre juego en el que no buscamos encontrar fama ni dinero, ni siquiera lectores, sino a nosotros mismos. Después de un año y medio no sé si he visto más allá de mi nariz, pero he descubierto grandes palabras, que hoy cumplen años. Felicidades, esta entrada es para ti.

miércoles, 21 de octubre de 2009

El mundo es dolor, así que sufre. Muevo los hielos con la punta de los dedos, y sonrío. Yaces roto a mis pies, vistes harapos, y escupes sangre. Dime ahora que visto hortera, que mi pañuelo destaca demasiado; suelta alguna palabra entre tanto diente roto. Ah, ¿es que ya no gritas? ¿Acaso tienes algún hueso sano, alguna parte de tu cuerpo ha escapado a mis matones? Con la punta de la lengua me acaricio los labios, cortados y resecos, pero mejores que los tuyos. Siento tu mandíbula en tensión, tu espalda arqueada, te incorporas levemente y me miras a los ojos. Arrojo el vaso y me tiro al suelo, de rodillas enfrente tuyo, mis cabellos casi rozan tus heridas, mi nariz puede acariciar tus ojos negros. Mi mano huesuda, blanca, sostiene tu cara frente a la mía, mis ojos de serpiente se reflejan en los tuyos. No reconozco mis rasgos, mis pómulos están pegados al hueso, el pelo de rata cae lacio sobre las orejas puntiagudas. Al ver tus mejillas sonrosadas, las costras de sangre en tus labios, no puedo controlarme y mis uñas sarnosas se clavan en tus mejillas, tu sangre cae sobre el suelo de noble madera. Joder, no me manches el batín. Poco a poco la niebla se apodera de tu mirada y caes redondo. Froto las yemas de los dedos teñidos de rojo, disfruto del calor de la sangre extraña. Me inclino sobre tu cadáver, intento aspirar tu alma, borrar tu rastro de este mundo, pero no puedo. Un pitido hiere mis ojos, hiere mis manos, hiere mi alma. Entre sudores fríos despierto, y no puedo retener el corazón en el pecho.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Al principio, la música tenía una función, servía para embravecer a los soldados antes del combate, para adormecer los sentidos o para enseñar las historias de la Biblia. Sin embargo, llegó el sol y apareció el arte por el arte, la música es el fin en sí mismo. Con esto, los instrumentos fueron cada vez más complejos, los intérpretes se vieron obligados a elegir un único amigo de cuerda, viento o metal. Se puede pensar que esto conllevaría una pérdida de armonía, pero todo lo contrario. Los artistas conocían las virtudes de cada instrumento, y en vez de cerrarse, miraron el mundo y se unieron. Nació así la música de cámara, la unión de todos los instrumentos, y fue evolucionando hasta llegar a la ópera, unión de instrumentos y voz humana. Más de cien personas, que antes ocupaban todo el escenario, se apartaron para admirar a una sola persona. Una sola persona llena el escenario. Una sola persona, sin instrumento alguno, se impone sobre los demás, corta el aire del teatro para transportarnos a otro lugar, para hacernos sentir como nunca podríamos imaginar. Todo su cuerpo se mueve a la vez, toda su alma se agita y se deleita con un único objetivo: ser música. Trascender las barreras de este mundo, y ser un ente de energía pura, la perfección, la música. La música verdadera, el verdadero arte, no va de enamorar a quinceañeras. No va de contar cuánto sufrimos cada vez que vemos ponerse el sol. Ni siquiera va de transmitir sensaciones, de hacer sentir al oyente. La música solo consiste en ser música, en vibrar con la música. La música es el fin en sí mismo, no sirve a ningún amo más elevado. Quizás la música no sea perfecta (acaso algo lo es), pero es el único fin. Es la única mirada que estremece. Es el único perfume que embelesa. Y tú, tú eres mi música.

domingo, 11 de octubre de 2009

Como muchos de vosotros sabéis, ayer empezaron las fiestas del Pilar con el tradicional pregón de fiestas, este año a cargo de José Antonio Labordeta. El día del pregón siempre ha sido mi favorito, porque la fiesta comienza en el autobús hasta la plaza, cantando, y sigue en la plaza del Pilar, cantando. Pero lo mejor, lo que más me gusta de las fiestas en general, viene a continuación, y son los fuegos artificiales. Cuando los miro, me veo como un niño pequeño que se aferra a un globo y suspira con cada explosión. Los fuegos artificiales me apasionan, porque creo que representan al ser humano en general, es una lucha del hombre por desafiar a la naturaleza y a Dios. Al lanzar un cohete, buscamos que llene la noche con su luz y su ruido. Buscamos crear nuevas estrellas, iluminar la oscuridad nocturna, y lanzar truenos que resuenen más que los del mismo Zeus. El hombre busca elevarse, abandonar la tierra y escribir su nombre en el cielo, equipararse a su creador, permanecer por encima de la mediocridad. Pero como somos hombres, somos mortales. Las luces se desvanecen poco a poco, el ruido pasa y la noche impone su velo. Pero lo que más me gusta, lo que no se puede copiar de quienes imitan a Dios, es la emoción, los cabellos que se erizan con cada detonación, la lengua que chasquea impaciente con cada estela que surca el cielo hasta que explota en miles de colores. El hombre nunca podrá escribir su nombre en la noche, pero siempre dejará un reguero de emoción, lágrimas y bocas abiertas en los niños que se aferran a su globo, ya les falten dientes o pelo.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Pude equivocarme, pero no en esto. Dispara otra vez, clava más hondo el cuchillo, pero me da igual, porque tengo sus ojos aquí mismo, y lloran por mí. La sangre corre por mi sien, se mezcla con el sudor y el miedo, pero aun así sonrío, porque siento sus finas manos levantando, sus cabellos lavando mi cara. No soy Dios, pero no me podría sentir mejor. No sonríes cuando me ves, no saltas sobre el césped para que todos te vean, y por eso te quiero. Cuando sostienes tu carpeta, cuando simplemente estás de pie a mi lado, puedo ver la pauta del mundo, la razón del dolor, todo ha pasado para que tú llegues aquí, para que me mires, y suspires. No utilizaré condicionales, no voy a contar lo que te haría, porque no necesito más sueños: ya te tengo a ti. No quiero releer lo que escribo: no tiene sentido, y lo sé. No necesito que me lean, no necesito que me aplaudan, que me coronen; solo te necesito a ti y a tus abrazos. Solo busco un beso de tus labios, que me saque del pantano y me permita respirar. No vengas si no quieres, iré yo. Cortaré árboles, derribaré edificios, sembraré el caos y el fuego solo para tenerte. Pude equivocarme, pero no en esto.

domingo, 4 de octubre de 2009

Abel y Caín se detuvieron junto a la orilla del inmenso lago. Jamás habían visto nada semejante. –Ahí dentro hay alguien –dijo Abel, sin entender que lo que veía no era más que su reflejo en el agua. Caín reparó en lo mismo y levantó su bastón. La imagen hizo lo propio. Caín se preparó para el golpe; su imagen, también. Abel contemplaba la superficie del agua. Sonrió, y la imagen sonrió. Soltó una buena carcajada, y vio que el otro lo imitaba. Cuando se fueron de allí, Caín pensaba: «Qué agresivos son los que viven en ese lugar». Y Abel se decía para sus adentros: «Quiero volver allí, porque he encontrado a alguien hermoso y con sentido del humor».

 

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