sábado, 24 de noviembre de 2007

Amanece. Me parapeto en un portal, escondiéndome de la lluvia que me persigue. Sin embargo, algo retiene mi atención, olvidando las balas que silbaban bajo mis pies. Una chica joven, de unos 15 años, llora arrodillada en la acera. La lluvia se desliza sobre su espalda, formando un manto de vida y muerte que la aísla de la indiferencia de los muertos que la miran mientras pasan de largo. Su cuerpo se convulsiona rítmicamente. Sus brazos sostienen estoicos todo el cuerpo, reflejando la fuerza que tiene oculta en su interior, apresada por el dolor. Sus manos se cierran en torno a una fotografía de un hombre, causante de todo su dolor. La lluvia arranca recortes de rosas pasadas, retazos de amor, pero ante todo dolor por algo que no merece ser recordado. Pedazos de su corazón roto brotan como agua de manantial de sus ojos, perdiéndose en la lluvia, que acoge sus males como el hombro de una hermana. La princesa herida no está sola; la lluvia la acurruca en su regazo, hasta que se calma y se introduce, poco a poco, en un sueño reparador, lejos de sapos con traje y vestidos negros.

-Cerrando una cuenta pendiente desde hace tiempo, dedico esta creación a mi tata, que tanto me ha apoyado en tantos momentos malos.

sábado, 17 de noviembre de 2007

De cuando en cuando, últimamente demasiado a menudo, me topo con noticias que parecen sacadas de películas de ciencia-ficción, pero que desgraciadamente ocurren en el mundo real. La noticia que hoy nos ocupa es la creación de un búnker en las montañas de Jerusalén, en Israel. La cosa no tendría más importancia si no fuera por el uso y el secretismo que se le está dando al asunto: en él se refugiarán los líderes de Israel en caso de guerra nuclear. La pregunta que salta en nuestro interior es: ¿y qué pasa con el pueblo llano? Pues lo de siempre; a pringar.
El búnker contará con muchas comodidades (claro, como es para los ricos no reparan en gastos), incluso con numerosas estancias que serían usadas como despachos desde los que se dirigiría el contraataque israelí. Cada vez que oigo una noticia relacionada con armas nucleares me acuerdo de una serie: Jericho, que narraba la vida en un pueblo de los EE.UU después de un ataque nuclear. Esperemos que no ocurra nunca, pero es demasiada casualidad que el anuncio de la construcción de este refugio (cuyos trabajadores han sido cuidadosamente investigados) tuviera lugar poco después de que Irán reconociera que está trabajando en un nuevo modelo de bomba inteligente. Desgraciadamente, en el mundo en el que estamos nada ocurre por casualidad. Recibid un cordial saludo, rezando para que Dios guíe nuestros pasos por el mejor camino. Si queréis profundizar más os dejo el enlace a la noticia y a una página que resulta turbadora, aunque no termino de creer todo:

-Noticia en La Vanguardia
-Noticia en Antena 3
-Señales de los tiempos (creer con moderación)

jueves, 15 de noviembre de 2007

Creo en los hombres. Creo que mediante la palabra se pueden conseguir victorias más aplastantes que con las armas. A veces el fragor de la batalla no nos deja oir, pero la voz humana es diferente de otros sonidos. Se alza por encima de otros sonidos, incluso si no grita, incluso si no es sino un susurro. Sólo tiene que decir la verdad. La palabra tenderá puentes más allá del confuso mar de los idiomas; romperá todas las barreras que el hombre pueda crear. La palabra unirá los corazones de los hombres, sin mirar colores, creencias o dinero. Mañana brillará el sol, y lo será gracias al trabajo de todos los hombres y mujeres que han luchado por el bien común, porqué creían en él. Se han esforzado para que los hombres sean verdaderamente hermanos, y para que paz no sea una palabra relegada a un libro de texto, sino el aceite que mueve nuestros engranajes. La palabra irá más allá de prejuicios y tabúes; el fanatismo y las dictaduras acaban en la palabra. Ella será quien derrumbe sus estatuas, y quien haga de su memoria un muñeco de trapo que arda en la hoguera del recuerdo. Da igual cuantas personas anónimas contribuyeron a crear este mundo todavía imperfecto, inacabado; cuantas ramitas forman esa hoguera que día tras día aumenta, hasta que llegue el momento en el que arda. Ese día, los abuelos llamarán dichosos a sus nietos, y las madres llorarán recordando todo lo que sus antepasados hicieron por este mundo, quizá sin saberlo. El mundo gira vada día por el impulso de los pequeños héroes, las pequeñas cosas, que no salen en los periódicos pero se lo merecen. Desde el presidente de la ONU hasta la más simple intérprete merecen la recompensa final, esa por la que trabajan, esa que aparece en los labios de tantos dictadores, en los corazones de tantos muertos: la paz. Gracias a todos los que han dedicado algo de sí mismo a la causa, a todos aquellos que han perdido un ser amado, un hermano. Puede parecer más sencillo abandonar y empuñar un arma, pero sólo será más rápida la caída. La única arma que sobrevive al paso del tiempo es la palabra, ondeando al viento como nuestro sueños, cogidos de la mano, flotando en el cielo. Tantos miedos, tantas desgracias han valido para algo; aunque no se vean los frutos, el árbol crece poco a poco. Sus ramas, cada vez más robustas, albergarán nidos de donde colgarán columpios mecidos por la risa de los niños, pero también por el llanto de los funerales. Cada uno de nosotros estará orgulloso de sus abuelos, que dio su vida por sus ideales. La pluma vence a la espada siempre. Si no ahora, dentro de cien años la espada estará corroída por el óxido, mientras que la pluma habrá creado un nuevo orden mundial. No lo olvides, la palabra se alzará entre el fragor de la batalla.

-A partir de ahora, cuando pueda os dejaré una referencia a lo que me inspira. Esto lo escribí después de ver La intérprete, de Sydney Pollack, con Nicole Kidman y Sean Penn entre otros.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Entre estertores de bits me dispongo a escribir este post, distinto a todos los anteriores. Mis manos temblorosas vacilan ante cada tecla, en la que se encierra el futuro de un archivo que estuvo condenado a morir desde el primer día. No sé qué ocurrirá, pero sólo sé que durante unos días no voy a estar disponible. Algún día dejaré alguna composición, pero será de esos hijos que hibernan en mi ordenador a la espera de que algún día considere que están listos para que sean bautizados con las críticas de lenguas viperinas. Quizás suceda algo que me obligue a escribir ipso facto, pero lo dudo mucho. Si bien esta ventana anuló mi ritual hibernación de cada verano, ahora me retiro, no a nivel material, pero sí a nivel espiritual y creativo, que es más importante aún. Me dedicaré a emborronar cuartillas y servilletas, condenándolas de inmediato a la laguna negra del olvido. No sé cuánto tiempo va a durar el retiro de este eremita, sólo sé que lo necesito, y que no va a ser definitivo. Desde este mismo momento, declaro este archivo de las pequeñas cosas cerrado por obras, destinadas a hacer que esa estrella incandescente se haga más grande, llegando hasta lo más negro de mi alma. Habrá servicios mínimos, o al menos lo intentaré. Un abrazo, compañeros de viaje. Tengo que reparar mis zapatos de baile.
 

Copyright 2010 Archivo de las pequeñas cosas.

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