lunes, 31 de marzo de 2014

Llueve. No mucho, pero sí mucho tiempo. No sé cuándo empezó, si es que empezó; creo que lleva lloviendo desde siempre. El cielo está nublado. Cae una niebla densa, de las feas que llenan los pulmones como nicotina. No veo ninguna altura desde la que posar, nadie que sostenga la cámara. Selfie no existe en mi vocabulario. En medio de esta amnesia soy consciente de mi cuerpo (biomédico, marcado, vivido, activo), casi puedo sentirlo brillar. El abrigo es dos tonos más oscuro y pesa bastante más que al salir del hostal. Los pantalones están secos, las botas solo un poco manchadas. No tengo nada de frío, ni de calor. A duras penas veo dónde pisar, piedras sueltas entre cantos puntiagudos, charcos y trampas de barro. Froto las yemas de los dedos, guarnecidas en los bolsillos, recordando el sueño de anoche. El sueño de la primera noche. Vi mi destino: no sé qué forma tiene, dónde se esconde o si puedo llegar andando, pero sigo caminando como ayer. Esta ruta no existe en ningún mapa, el sendero se pierde en la bruma, pero sigo canturreando. Hablo otras lenguas que entiendo como propias, las pierdo, pero sigo caminando. No sabes cómo es vivir, cómo es sentir, cómo es andar como yo lo hago. Sonreír desde kilómetros de distancia y rezar por ti cada noche. Cada vez comprendo mejor que mi relación con el mundo no solo radica en mí, sino en cientos de velas dispuestas por la noche. Las rodillas contra el pecho, la espalda contra la pared, tranquilo como solo puede estarlo un ciego que todo lo ve, sonrío y soplo suavemente. Me estremezco al sentir cómo danzan cientos de llamas

domingo, 16 de marzo de 2014

Eres la Cenicienta que encontró su premio sin necesidad de tacones; solo porque lo mereces. El amarillo inundó nuestras retinas y tu sonrisa llenó mi corazón. No ha sido hasta días después que he terminado de procesarte, descubrir que eres pelirroja y tu mirada, única. Pero esta vez no ha sido mi imaginación la que ha volado lejos, sino la propia realidad. Pasar en 12 horas de groupie a guía. Ser destino de piropos; que la mesa siguiente debata sobre realidad/ficción, que a mí me da igual. Quedarás en mi memoria, como Bernstein cruzando el ferry en Nueva Jersey. La emoción de conocer mi hogar, el miedo a tener mal aliento. La vida desborda tu cuerpo, me introduce en un selfie atemporal de enunciatario por inventar. Tu brazo sobre mis hombros. Pero sobre todo, la ilusión de cargar con ese ramo de flores hasta el hotel, grabar a fuego un episodio de tu vida en que yo "ocuparé siempre un lugar destacado". La sonrisa tímida al día siguiente, cruzando caminos en la cafetería del fin del mundo. 

No sé nada de ti. Nombre, afiliación o rasgos faciales. Solo una historia esbozada a las cinco de la mañana, entre gritos de Musil y gestos de Foster Wallace. Bebía, me sentaba y bebía. Iba y venía. Seguías ahí, hablando con ella pero mirándome a mí. Esa cara trascendía la suma de sus partes, transmitía puro sentimiento. Las excesivas referencias a tu sorprendente madurez me alejaron, me sacaron afuera entre cacahuetes mal pelados y risas ajenas. Intentaba huir de tus seis años por vivir, esperanzas y sueños que solo tú debes gozar/tejer/crujir. Ahora, seis días después, puedo ver en tu mirada y aprehender tu trasfondo. Buceo en redes sociales, cruzo bases de datos y pronto acamparé en cada lugar público que haya vivido tus pasos. Aunque sea demasiado tarde, H.H. siempre vuelve a su casa para ofrecerle un último viaje más allá del espacio-tiempo. En mi breve exilio me conformo pensando en el edén que viví sin saberlo, unos minutos en los que me bañé en una mirada sin ojos, cara o cuerpo. 

domingo, 9 de marzo de 2014

Descansa, te queda un largo viaje por delante. Duerme tranquilo, que tienes los mejores padres; te protegerán y te querrán más allá de la muerte. Nada se interpondrá en tu camino, porque todo el mundo gira sobre ti. Tres Cuatro abuelos que te quieren, babean contigo y te llevan por la senda correcta, igual que tu primo. Cuatro tíos y tías que fardarán de ti, que se aferrarán a tu mano pequeña para seguir recordando lo que es la vida, la ilusión, un futuro que se caga en el miedo y en el pañal. Hasta tus vecinos, hasta ese gato moteado, hasta ese otro gato que vive en la puerta. Todos morirían por ti. Quédate mi cama, mi peluche, mi habitación y mi casa. Mi corazón ya lo tienes, no hace falta ni que cierres la mano para sostenerlo. Déjala así, levantada bajo el edredón, como han dormido durante décadas los varones de tu familia. Tápate hasta la nariz, mete la barbilla en el cuello del abrigo. Ahora tienes el derecho a sentirte parte de algo; ya llegará el momento en que el honor también conlleve deberes. Eres uno de los nuestros, una parte de nosotros. Probablemente, lo mejor; al menos de mí. El protector ahora duerme y ríe al oír su voz. Llegará el momento en que hable y los demás callen para escucharlo; las noches en que no duerma y los demás no parpadeen, para no perderlo. Todo llegará, también el dolor, pero todavía no. Cógeme el índice una vez más y sal afuera. Deja que te enseñe el sol y las flores.

sábado, 8 de marzo de 2014

Sal fuera y vive.
Venga, sal fuera.
TIENES que salir fuera.

El sol revienta, los niños juegan
y los segundos se suicidan
como siempre.
Pero el aire ha cambiado,
su aroma nos droga y promete
más días, más carne.

Si no explotamos hoy
también nosotros,
la vida muere un poco.
En estos días no existe
el futuro ni la inversión;
solo vive.
Tienes que vivir hoy, no mañana.

Me niego a que una bola de gas
decida mi ritmo y mi compás.
La alegría, la vida
no vendrán en un rayo de sol,
no son una epifanía
que reverdezca mi corazón.

Solo salto si así lo siento.
Si vivo, si quiero vivir,
es porque ha salido de mí.
Solo yo defino mis días,
para que no sienta vergüenza
cuando pueda contar mi vida.

domingo, 2 de marzo de 2014

Las culturas del cuerpo y del género. En plural, porque son tantas como seres cagan en el mundo. Y sin embargo, tu cuerpo es diferente a los demás; es el único que realmente siento. Los demás son organismos, cáscaras de la razón y el """alma""". Cuando pienso en ellos, su cuerpo es solamente un signo que me permite llegar a vivencias, pensamientos o sentimientos. Pero es tuyo es diferente. Siempre me abrazas con más fuerza que nadie, más tiempo. Puedo sentir cómo contienes la respiración mientras mantienes hundida la cabeza en mi pecho. Los tuyos, cálidos y exprimibles como ningún otro par. La gente tiene pareja, diarrea y hambre. Tienen esas cosas pero solo como palabras, conceptos abstractos. Al pensarte, te veo moverte en la cama, los movimientos de tu intestino y tu lengua moviendo la comida. Aunque no compartamos tiempo ni espacio, ni el mínimo asomo de narrativa común, siempre te recordaré en tu cuerpo. No hay razones concretas, nunca lo he probado, pero eres él. Durmiendo en mi cama, tu mano en mi pierna o noches eternas en portales y marquesinas. La noria seguirá girando, tu cuerpo crecerá y se marcará como ningún otro. Quiero vivir así.
 

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