miércoles, 31 de diciembre de 2014

Ayer soñé que te levantaba las faldas y volvías a reír como nunca, aspirando el aire como quien se abandona al aire sin importar cuánto entra o sale. Una vez más, pensé en correr a tu castillo, abrazarte y olerte pero nada funcionaría porque ya solo existes en mi sueño. Una cuchilla que pende al ritmo de un Foucault que siempre castiga y nunca vigila. Vago fantasma de niebla y luz y cabellos perdidos en la sonrisa más pura que jamás existirá. Pero la verdad es que nunca has existido, mi compañera no fue sino un fruto que nunca germinó, una flor que permanece bella pero helada en océanos de escarcha. Porque este es un invierno frío; la ventisca dio paso a noches eternas sin llama ni amanecer inmediato. Mañana comeremos uva y tragaremos sueños rotos para que otros ocupen su lugar en el ciclo de la vida. Anoche te levanté la falda una última vez. No estaba en ninguna lista ni lo había arrojado en ninguna hoguera. Solo sé que me gustó y a ti también. Aunque tú no seas una mujer sino el tiempo. Anoche te levanté la falda y reíste; ahora comprendo que mi destino está en el aire y necesito volar. Cuando las arrugas tejan mi piel, ya estaré lejos de mi cuerpo.

martes, 23 de diciembre de 2014

Cuando la noche es más larga y la niebla más espesa, nos sentamos a celebrar el nacimiento de la luz que nos salvará a todos. No celebramos nuestra salvación, sino la alegría de saber que ahora hay alguien ahí fuera que nos salvará; no importan nuestros pecados porque esa persona y ser celestial nos ascenderá a los cielos. La vida es una búsqueda continua de redentores, business angels que confíen en nosotros cuando somos nuestro peor abogado. La empresa que nos sube el sueldo, la pareja que nos adula, las audiencias y sus limpias felaciones. Queremos encarnar el simulacro, que nuestros cuerpos ya no caguen ni suden ni secreten pus y sean limpios y suaves y blancos. Siempre blancos, siempre puros, siempre sin marca. EL niño en EL pesebre ha trascendido la corporeidad frente a su fin en la cruz, donde se reivindica la materialidad del cuerpo: he aquí el hombre. Ese cuerpo sí sangra, sí tiene heridas y sí pesa. Nuestros sueños siempre nos llevan a volar, mientras que el final se descompone en el suelo, cada poro dura el tiempo antes de pudrirse. Nuestras relaciones comienzan a construirse sobre sonrisas y halagos, nunca a partir de sangre y cuerpos inertes. Tu cuerpo nunca será real, no lo intentes, así que mejor dónalo a la ciencia, la gran preservadora de lo abstracto. Pero si no eres real, ¿qué sentido tiene entonces ser? 1.344 muescas y subiendo con un sinsentido: volar lejos del cuerpo titilante. Volar lejos de la cruz. Volar lejos de ti.

domingo, 14 de diciembre de 2014

No sé por qué pero en los últimos tiempos (medida atemporal), las demostraciones de cariño, gratitud y otros sentimientos me provocan una profunda tristeza. Nunca he creído en los mensajes de felicidad, en que la vida es maravillosa y nuestros sueños se harán realidad. La vida es una mierda; cruel, despiadada y completamente ajena a nuestra mera existencia. Los pequeños detalles son los que la hacen bonita, pero nunca maravillosa. Pero si las pequeñas cosas son la única alegría de esta vida, ¿por qué renunciar a su expresión? ¿Es que me gusta tanto rebozarme y saltearme en mi hipocresía como para alabar esta mierda de blog y despreciar las creaciones de los demás? Sean frases, cuadros o abrazos: algo hay en el amor externo que me genera repulsión; da igual que esté yo en él; mi boca resacosa salta cuando menos lo entiendo. Me hago viejo, refinando la impertinencia que siempre me ha caracterizado, pero aún no renuncio a llegar a conocerme. Eso sí, he renunciado a que mi voz se escuche y quizás ese sea el problema. Ya no me muestro, ya no califico nada ante el miedo de tener que justificar mi elección. No puedo comprar unas velas porque, aun dedicándole un año, nunca sabré por mí mismo que modelo es el mejor. No sé en qué momento del camino se perdió, pero mi resolución se escapó por el agujero del bolsillo. En el griterío de mi cabeza destaca siempre una voz: estás equivocado. Todos se esfuerzan en demostrar que tienen la razón, yo sé que nunca la tendré porque es imposible compartir el puto topoi con otro sujeto. ¿Eso significa que nunca conseguiré nada que sea real fuera de mi cabeza? ¿Acaso eso está íntimamente relacionado con el hecho de que cada vez soporte menos sonrisas y felicitaciones? No lo creo, solo estoy seguro de que hacía mucho que no formulaba tantas preguntas por entrada; eso nunca es malo.

jueves, 11 de diciembre de 2014

La vida no es una colección de noches sueltas, grandes festivales que podemos enmarcar y volver a ellos cuando el ahora no nos sacia. Pero tampoco es una pradera inmensa, un recto sendero cuyas gasolineras están más que memorizadas, incluso el precio de las Pringles en cada una. El equilibrio no está en el tercer plato de sopa, Ricitos de Oro debió mezclar ambos cuencos; ni siquiera eso, solo hay tiempo para quemarte la lengua o congelarte la garganta. Lengua o garganta, arriba o abajo, manos suaves o movimientos espasmódicos. No se trata de elegir entre 0 y 10, con una amplia gama de grises que pueden saciar nuestras necesidades como la mejor peor agencia de comunicación. Al elegir entre salsa o vals dirigimos nuestra vida, nosotros mismos, hacia una ciudad u otra. Puedes gritar en la Gran Vía o en la campiña, el mechón suelto acariciará los labios en un concierto en el salón o montando a caballo. Muchas opciones, quizás el error está en la misma conjunción disyuntiva: no es un fiel de balanza entre ambos mundos sino una pequeña pelota que gira de un lado a otro, según el mundo decida izar el norte o el sur. Según hayas decidido esa mañana cómo será el resto de tu vida. Porque detrás de cada mirada no se esconden conos y bastones, sino un lazo. Ese pelo te atrapará, buscarás que te asfixie y que te retenga entre las sábanas solo un domingo más, mientras las flores germinan en la mina. Y tú, que aún te decides entre Lorde y Birdy, solo puedes recordar un vestido amarillo y un rostro/reminiscencia de la juventud. Porque como bien dijo el vampiro, solo buscas su juventud y su ilusión para vencer la mierda que corre por tus venas.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Cada noche repaso el día pasado. Con los ojos cerrados, veo lo bueno y lo malo y doy gracias por todo. Doy gracias por seguir un día más y por el pequeño motivo que lo ha hecho diferente, no un día más. Y, como siempre, sonrío de poder rendirme a la inconsciencia porque te tengo a mi lado. Esa pequeña luz que alumbra de noche, el movimiento fugaz que percibes por el rabillo del ojo. La confirmación de que hay vida a tu alrededor y el mundo no acaba en ti; no puedo saciarme porque hay siete mil millones de almas que llenar. La letra cambia, la música vuelve en otro da capo y el público seguirá aclamando otros cincuenta años, espero que muchos más. Fuera sopla el viento, dentro los lobos aúllan, pero estoy tranquilo. Sereno. Cohen nunca fue derrotado porque venció sin imponerse. Lorca seguirá girando en un vals de corbatas y coñac. La sonrisa de Rice es ya un mito central en cantares de siete minutos. Deja que los dedos vuelen solos y encontrarán el camino porque lo que tiene que pasar, pasará. Las palabras hablarán de agujeros de gusano y camas deshechas, pero en todas ellas estarás tú, porque eres la vida. No eres palabra, no eres música, no eres nada que se pueda describir. Por eso las palabras se vuelven más imprecisas cada año, por eso las frases divagan más. Es imposible describir nuestro cuerpo porque somos nosotros, ¿cómo agradecer entonces la propia gracia de la vida?

domingo, 30 de noviembre de 2014

Dibujar es trazar una frontera entre el interior y el exterior, lo que es y todo lo que se quedó en el lápiz. El trazo no es sino una frontera porosa, hecha de diminutos poros transpirables (Appadurai dixit); solo filtran pequeños granos para subrayar la figura del otro, la ilusión de una identidad frente al desierto. Repasamos con rotulador el dibujo, rellenamos con tinta para crear un ser, aunque en realidad somos una pila innumerable de átomos. Los huesos que no encajan en nuestra creación, nuestro esqueleto artificial, los catalogamos como sombras o ecos, movimientos bruscos que no son nuestros. Somos otros. Nosotras somos buenas pero en ocasiones, sin saber por qué, hacemos cosas malas. Nos creemos santos pero hacemos daño como los hijos de puta más crueles; muchas veces ni siquiera recordamos haber sujetado la piedra, pero la única verdad es que lo hicimos. Nos consolamos repitiendo que los monstruos solo aparecen con luna llena: el hombre real era el buen doctor, la aberración era el señor Hyde. Al amanecer nos miramos la mejor cara en el café, pensando que el mal son granos de sal en una vida anodina, mientras nuestras pezuñas horadan los zapatos y el rabo se agita en el pantalón. En nuestros dibujos trazamos el blanco en el sillón y el negro al otro lado de la mesa, enfrentados en una bella partida de ajedrez. Pero en realidad, ambos son hermanos siameses revolcándose en una orgía de mordiscos y desgarros y fluidos y placer y sonidos guturales y placer. Nuestros pedos huelen bien y nuestros dientes nunca son tan feos como los de la otra. Soy el bastardo más grande de la historia pero visto mi vanidad con abrigos de paño y una superioridad inabarcable. Hasta que llega la noche-madrugada-mañana-tarde en que descubro el veneno de mis movimientos y su fuerza. El insoportable filo del ser. Me he dibujado y coloreado, estudiado cada hueso y almendra de mi cuerpo, psicoanalizado mejor que cualquier argentino; no me conozco. Las palabras no me describen porque no soy ese, ni aquel; soy este que, sin saber por qué, sigue contemplando inmóvil los faros que corren a su encuentro. No sé quién soy, solo sé que mis movimientos no me definen; no quiero que me definan porque aún tengo la esperanza de ser mejor que mis gestos. Solo pido otra oportunidad para controlar mis gestos y reprimir los golpes antes de acabar con los viajes y los bailes, antes de matar las pocas flores que han crecido en mi jardín.

domingo, 16 de noviembre de 2014

¿En qué momento dejamos de dibujar en los cristales perlados de humedad? Tiene que haber una edad límite para sonreír con el vaho que sale al hablar, el alma que se escapa de nuestros pulmones. Cada año es una actividad más, una diversión menos: conduces pero ya no chapoteas, tomas aviones pero dejas las hojas secas sin pisar. Parece que no creces hasta que renuncias a sentarte en el suelo, abandonar una buena mesa solo por tirar una pelota o hacer cosquillas. Ojalá tenga 70 años y siga haciendo cosquillas. Quiero crecer, quiero cambiar y ser mil personas distintas. Convertirme en lo que siempre he odiado y lograr rectificar para convertirme en otra persona que también odiaré. El futuro siempre estará en todas las palabras que ya he escrito y los besos que nunca daré. El pasado soy yo, haga lo que haga. Aún dibujaré en las ventanas empañadas ojos sonrientes y corazones vacíos. No entra en mis planes dejar de saltar y gritar con una canción que me gusta, aunque no pueda pronunciar un 80% de la letra. Prometo seguir siendo el mismo, seguir cambiando y equivocándome siempre. Pido perdón y doy gracias porque nunca terminaré de ser yo, nunca terminaré de hablar de otros que no estén dentro de mí. Píntame y seré tuyo, pero píntame.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Solo acudes a mi memoria en momentos como este, cuando el odio mueve mis dedos y el odio se encarna en mi sonrisa y el odio solo me deja escribir el odio una y otra vez. A pesar de tu trono de déspota construido a base de lametazos y adulaciones ciegas por gente que arroja su ego y su superyo al fuego, no tienes ningún poder porque no eres más que una niña de lacias coletas que se enfada con su perro porque su padre no quiere volver a casa y encontrarse la misma cara insípida, los mismos brazos carentes de cariño. Si dedicases algo de atención a mirar en vez de juzgar, a conversar en vez de hablar, quizás comprendieses mejor quién te saca a pasear. Tú única virtud es contagiar el virus, verter veneno en los demás y volver víbora al vecino, sierpe traidora a tu servicio. No eres ningún genio maligno, simplemente crees que ves el único mundo que puede existir y lo impones: impones tu gusto, impones tu criterio, impones quiénes pueden imponer. Tu látigo no lacera la carne sino que hiere los sentimientos con frases afiladas como la más afilada herramienta: tu lengua. Ni siquiera hace falta que sea inteligente o bien hilado, porque las frases que vienen de tu trono se tejen en fino hilo de oro, replicadas en falsete y gravedad por tus títeres. Pero lo que quiero que sepas es que el odio, el único sentimiento que me generas, no es una angustia vital sino una antipatía que se adueña de mi cuando bailas tu ritual. No te desearé mal mientras no me toques, solo sonrisas recibirás si mi burbuja sigue flotando en el aire. Pero tú eres tú y tu crítica permanente a los demás, única alma perfecta con la misión de guiarnos. Por esa razón vuelven estos momentos, tu veneno reacciona con mi odio y silencia cualquier acorde. Así que sigue hartándote de chocolate y palabras, sonrisas y besos, que yo defenderé mi burbuja como buenamente pueda.

martes, 4 de noviembre de 2014

Por favor, no me hagas amarte. No me colorees, no me eleves porque necesito el suelo. Mis raíces se quiebran cuando meneas la maceta. Sonríe, canta, riégame y acaricia mis hojas siempre que lo necesitas, porque siempre giraré en torno a ti, siempre oculta la cara desagradable. Pero no puedo echar a andar, no lo intentes. Son sueños, y los sueños muertos acaban. No seré una secuoya ni un sauce ni un nogal bajo el que dormitar entre nubes de mora. Soy una de esas plantas sin flor, sin fruto, sin. Por eso me deleito en mi tiesto, bailo contigo para no cruzar el suelo ajedrezado y quemarme/tostarme al sol. No seré especial, no seré grande; eso se aprende ya en los 19. Si quieres ver un enramado triste, macilante sin luz, no tienes más que acudir a un centro comercial a la salida del trabajo. Cada carrito de bebé arrastra una cara rota por la realidad, sangrando por culpa del futuro que se hizo pasado ya. En un momento dado, los senderos del jardín dejaron de bifurcarse. Cada cero de la hipoteca, de los sueños plasmados en una factura, se convertían en matasellos de sangre sobre el alma inmortal. No seré especial porque todos somos únicos y morimos de formas diferentes. A Fa le gusta ahogarse entre frases que susurrar a futuras novias y silicona en HD. Si prefiere la soga de seda mientras saluda con su sonrisa sin sangre. Y todos ellos sienten poesía, respiran arpegios, silban acuarela. Cada uno de los millones incontables sienten como nadie ha sentido jamás. Sueñan con lo imposible de vivir y viven sin poder soñar porque las obras se cimentaron en su encéfalo. Sacrificamos nuestros sueños por un caramelo, sea real u otro sueño. Seguimos contando las horas hasta que el Deus ex Machina salve nuestros versos de acabar manchados en lo que nunca se narra. Y luego nos creemos con derecho a contar nuestra historia porque nos sentimos únicos. Para eso mejor no hablar; solo sonríeme y mójame otra vez.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Desde este mismo momento (anoche) declaro un boicot personal a El Corte Inglés. Siempre ha habido razones más que de sobra para emprenderlo: condiciones laborales (o la falta de ellas), explotación de proveedores (y sus explotaciones), maltrato al cliente... Pero lo que ha colmado mi vaso, aunque sea una razón muy egoísta, ha sido la futura eliminación paulatina de la librería del centro del paseo Independencia. Ahora en obras, se ha recortado el espacio para incorporar una zona de maquillaje y, a partir de esa base, ir limitando la zona de libros hasta su extinción. No voy a ser ingenuo: cada uno tiene el derecho (por llamarlo de alguna manera) a encontrar el producto que más le guste en la tienda; simplemente voy a dejar en esta cadena por el menosprecio que realiza El Corte Inglés a la cultura en todas sus formas, desde libros hasta películas o discos. Nunca ha destacado por su gran fondo, pero ahora se han quitado la careta y han demostrado donde colocan sus manos, qué culos prefieren sobar. Seguro que seguirán vendiendo, quizás ahora incluso en mayor cantidad, pero que no cuenten conmigo. Si ya intentaba comprar en pequeños establecimientos locales, ahora la recomendación se convierte en obligación moral (que no tardaré en incumplir). Mi única voz es mi dinero; ya va siendo hora de empezar a hablar...

viernes, 31 de octubre de 2014

Llegó la vida y nos pilló con el corazón hecho callo. Por fin puedo comprar mi cactus y ponerlo en mi mesa, junto al stormtrooper cabezón y la foto frente al vacío. Pero no, sigo sin señalar y decir "mi mesa". En su lugar, me aferro con mis manitas deformes al canto, los ojos apenas ven el teclado de puntillas. He brindado, he amanecido y he puesto palabras en bocas ajenas, sí, pero los vasos eran de plástico, el sol se derramaba en las chapas y las palabras nunca se pronunciarán. La vida nunca es un anuncio porque es real y nuestros días no deben compararse a las escenas; son las imágenes las que deben ser fieles al original. El único que debe envidiarme soy yo. No vivo para la foto en Facebook sino para mi recuerdo. Yo seré quien defina objetivos, hipótesis y éxito de la investigación. No me digas cómo sentirme porque ya tengo los ventrículos pelados de tanta batalla. Nada me arrebata el sueño porque ya lo vi antes, cuando era tragedia, y ahora no queda sino el remake americano. Mis alabanzas se dicen al oído entre hipos y miradas tímidas, no desde chaquetas con coderas y nombres en tarjetas. Por desgracia, nunca por suerte, conozco bien la cultura y el arte, la belleza y verdad, la mujer y yo. Llegué al estadio y me deslumbraron la masa, mi pueblo, sus sonrisas; desprecio las estrellas que no brillan con luz propia sino entre gomina y push-up. Desprecio muchas cosas que no debería despreciar, pero es que conozco tus labios y veo cuándo saldrá un beso y cuándo un látigo. Y los golpes ya no sangran porque hicieron callo. Y llegaste tú y no brotó la rosa. Y llegué yo y se fue la vida.

domingo, 26 de octubre de 2014

Y entre regalos de otros, manos pegajosas y euros de ida y vuelta volvió a surgir. Seguro que no sabes que han pasado cinco años. Seguro que no puedes ser un cabronazo, escupir. La mejor persona que conozco. Te mereces follar a diario. ¿Cómo reaccionaste ante un piropo que sentiste sincero, real, pero que sabías que no era la realidad? ¿Cómo fuiste capaz de sonreír, dar una palmadita y un choque de botellín para seguir hablando? La masa siempre son los demás, nosotros los únicos individuos con preocupaciones auténticas. Nosotros vemos Torrente porque desconectamos, por nuestra lectura contrahegemónica; los demás no, los demás pacen del soma. En el fondo sabes que nunca haces nada bien, cada una de tus palabras tiene una intención oculta que teje los hilos del titiritero. Distas mucho de ser una buena persona. Tú fuiste tu auténtica fantasía fallida y nadie más. Solo tú te decepcionaste, los demás siguieron siendo reales. Un lugar que nunca visitaste fuera de la pantalla, un baño sin alicatar y una sinfonía esbozada a piano. Parece que esa melodía les gustó a todos, te dijeron que podemos, pero nunca se llegó a acabar. La novena, reducida a un silbido. Mejor dicho, un silbido que podría haber sido una novena. No, en realidad hay otra metáfora mejor pero nunca la dirás, nunca te sajarás de verdad. Sigamos cómodos, sigamos tibios, sigamos sonriendo ante los halagos. Recoge otro premio a joven promesa, al pez más brillante de esta diminuta pecera; sigue engañando a los que no te conocen porque algún día alguien te conocerá y te tocará huir.

domingo, 19 de octubre de 2014

No mido el tiempo
por lo que me dicen de fuera,
sino por lo que vivo.

Meses de estío,
meses de hastío,
pulso pausa y nada importa.

Los demás no siguen mi ritmo, por eso
duelen.

Creen que los abandono
o que los saturo, cuando
la realidad es otra.

Semanas sin verte que se borran
con unas palabras en el móvil.
No te extraño porque siempre te tengo.

Siempre vivo otra vida más
cuando vivo un fin de semana,
una tarde o diez minutos
de brillo en los ojos.

Este no es un consejo para vencer al tiempo.
No se puede.
El tiempo no es enemigo
ni personaje secundario o maestro
de la mazmorra.
El tiempo somos nosotros
y por nosotros crece o muere.

El tiempo somos nosotros
y sobre nosotros mandamos.

domingo, 12 de octubre de 2014

Nunca he sido sincero y nunca lo seré, ni siquiera conmigo mismo. Escribir es una forma de inventarme un otro yo y sentir que digo la verdad porque no soy yo el que escribe. Catalogar mis contradicciones en biografías complementarias y que me construyan estatuas en cafés. Pero sobre todo, mentirme es una forma de creer que me conozco, que sé lo que pienso cuando miro esos ojos pequeños bajo el gran flequillo y por qué guardo esa fotografía en la esquina más camuflada del escritorio. Solo así puedo respirar tranquilo al controlar mis sentimientos, no convertirme en un pastiche de malos personajes que no saben sostener las riendas de su corazón. A base de un engaño cada vez mejor, aspiro a ser alguien y no muchos. Una frase coherente y escuchada con respeto, y no una retahíla de coletillas a media voz, siempre mirando la mesa y nunca los ojos que me buscan, las manos que quieren tocarme, la piel que existe al tacto y no solo a la vista. La mentira garantiza la distancia, el orden y los mapas que explican un mundo; pero la mentira también impone un atlas que no sirve para vivir en esta dimensión. Por eso me muevo cómodo entre las provincias culturales y nunca piso el barro que me traga. Por eso razono hasta justificar mis errores y pensar que la próxima tirada de La Mano Con Mayúsculas me recolocará en el carril correcto. Por eso me estrujo las manos delante de mí, siempre un escudo ante el mundo. Algún día lograré extraer el jugo y disfrutar del néctar de la realidad. Hasta entonces, seguiré construyendo palacios de palabras para no participar en nada más allá. Hasta entonces, seguiré sonriendo en casa al vivir la repetición, nunca la realidad. Hasta entonces, seguiré viviendo a través de un filtro porque la vida es demasiado y Valdespartera está demasiado lejos. Me mentiré y seguiré creyendo en un desayuno que vendrá mañana, hasta que mañana yo sea el desayuno de los gusanos. Y aun entonces, seguiré mintiendo; así seguiré viviendo.

jueves, 2 de octubre de 2014

No sé por qué te beso. No quiero hacerlo. Tampoco es que me repugne, solo es que no me atrae. Tus labios no me aportan nada. Me dejo llevar y arrastro mis brazos por tu espalda. Lo tomas como un abrazo y me coges con fuerza, me besas con energía. Yo me dejo llevar. Dejarse llevar... ¿por qué? ¿Cuál es ese motor externo que me lleva, que me guía por escenas y frases? Sigo con el piloto automático mientras mis pies siguen compitiendo, uno contra el otro, por ver quién me lleva más lejos, cuál de los dos me acerca más al borde. El borde... Cuando estás flotando en el mar, el borde no es una línea sino un acantilado de metros de altura y piedras de dolor. Cuando la corriente te lleva es imposible escalar el acantilado. Has caído, has arrastrado tu mundo hasta que se ha roto el tejido del espaciotiempo y has creado esa mole rocosa. El tiempo, la marea, el deseo; muchas razones para dejarte llevar. Ninguna de ellas. Solo dejarte llevar. Llorar en seco porque sientes que al llevarte, rajas todo lo que te rodea. Cuando te dejas llevar, te envuelves en tu capa de palabras como un rey vagabundo se ciñe los papeles higiénicos mal usados. Te dejas llevar y llevas tu vida a la basura, solo porque un motor externo te lo dice, el coche de detrás pitándote. Trato de olvidarme de las orquestas que tocan en la calle y me centro en mi puta malpagada pero bienpuesta. Pienso en el """éxito""" pero, como siempre, pienso en lo que no tengo. El problema es haber soñado para acabar despertando. El problema es que ningún problema acaba en sí mismo. El problema es que te sigo besando.

domingo, 28 de septiembre de 2014

Esta música la hemos bailado antes. En otra vida y en sueños, mientras Lucy nada en el cielo. Los diamantes somos nosotros. Sonrisas y puñetazos en el hombro, caídas y sonrisas en el marco de la puerta. Y, sobre todo, encender la luz una y otra vez, mientras todos sonríen, gritan y bailan al ritmo que marca ese pequeño y adorable tirano, que se derrama en cariño sobre todos. Todos y cada uno de mis segundos, monedas, guiños y paciencias tienen dos usufructuarios que no saben que todo tiene su fin, que estos segundos nunca volverán. Y cada noche pido a Dios que siga siendo así durante siglos. Aprender a nadar, a montar en bicicleta, a leer. Que encontrar una cama sea una aventura para recrear otra tarde de invierno. Ojalá se mantuviese siempre esa sonrisa, esos ojos iluminados, cuando se asoma a la puerta y aparecen todos los demás. Porque los demás siempre esperan ahí, al otro lado de la puerta, y no se mueven hasta que llegas tú. Que los objetos de las mesas sigan girando en torno a tu gravedad, huyendo de esas pequeñas garras mortales. Durante años, cada día era extraordinario porque siempre nos despertábamos en nuevos lugares, más caras y nombres y calles y bailes y bebidas y labios y muerte. Y llegó la vida. Y justo entonces, descubrimos que tocábamos música para otros, que ya no bailamos más. Así que trabaja duro y afina los acordes, porque un par se merecen muchos años más de sueños.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Volver para comprobar lo que dejaste:
las esquinas que te enamoraron,
las calles donde sentiste un escalofrío
al sentirlas por primera vez.

Caer de rodillas ante una perfección sucia,
que se sabe modesta y por eso enamora.
Parques inmensos, fiesta hipster
y congresos de tecnología
para llenar un pulmón que nunca duerme,
unas venas bajo las que no se sabe
qué corre.

Nuevas canciones, empujones
para entrar en el vagón;
sabes que existe un espacio para ti
muy pequeño, muy al fondo,
aunque la realidad se esfuerce en negarlo.

Volver para comprobar qué creaste:
nada te acoge, solo te devora porque
te necesita, aunque quiera permanecer por siempre
la capital del reino.

Muestras de cariño como estalactitas:
lentas, dolorosas y de admiración obligada
durante miles de horas, hasta otra similar.
La realidad impuesta,
la suya,
siempre la suya.
Su encuadre, su mapa, su afición.

Hundirse en esos lagos que solo existen en fotografía.
La realidad, nuestra realidad, vive sometida
en contaminación, ídolos capitalistas
y postureo desbocado hacia la tibia indiferencia que quiere
el calor que nunca deja circular, solo atrapar.
El cariño de la respiración del metro nunca es calor,
solo sudor y notas equivocadas en un arpegio.

Volver para volver a odiarla.
Volver para volver a amar esa sonrisa
y esa mirada que nunca sale a la luz.
Volver para volver seis años atrás;
con más noches, menos música
y tras conocer la realidad. La realidad.

Volver, sabiendo en qué estado se vuelve.

domingo, 7 de septiembre de 2014

El tiempo es lo que más me aterra en este mundo. No se trata de la muerte, el final que siempre llega; el fin es solo la última página, nada que en comparación con la obra magna que construimos durante décadas. La cruel ironía del tiempo es que no se recorre, no se mide, no se vive. El tiempo solo existe atrás, un cemento que fija la piedra mal colocada, enmarca la escena que nunca tuvo lugar. El miedo al futuro deja ver el pánico a un pasado aún no pasado que tendremos que cargar sobre nosotros, que seremos nosotros. Una elección no es adquisición sino pérdida, un hijo nonato cuyo pañal siempre sucio guardaremos en nuestra maleta. El tiempo me asusta porque me modela como el agua al acantilado, convirtiendo los roquedos en suaves playas. Los segundos que me han traspasado no me han construido como quería, ni como quería alguien, sino como nadie previó. Así, ¿cómo voy a creer en planes, proyectos ni en conocerse? Con suerte, somos tiendas de campaña con piquetas inmersas en gelatina. Aprender es dar palos de ciego al aire, rezando por mantener la cabeza bajo el agua helada, sin respirar para impedir que los pulmones se llenen de minutos. Pero el tiempo nos saca siempre a flote, nos arroja contra nuestras alegrías y nuestros icebergs, nos cepilla los cabellos para continuar caminando. Seguir. El tiempo sigue y nos hace creer que también seguiremos. No hace falta morir para parar porque nunca seguimos nosotros: el tiempo coloca a un jinete u otro sobre el caballo desbocado de nuestro nombre. El banquillo es largo, siempre hay otros que no conocemos y alimentamos en cada desayuno. El miedo al tiempo es miedo al cambio y el miedo al cambio es miedo a la vida. Vivir asusta porque no podemos ser nosotros mismos, no sabemos qué somos. El oráculo nos desafió a conocernos y miles de años después seguimos corriendo sin meta. Quizás correr sea la única meta. Quizás el tiempo solo sea seguir corriendo.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Dicen que hay dos tipos de personas: los que te avisan de que tienes el bolso abierto y los que te lo cierran con una broma. Disfrutes de edificios o comida, te sumerjas en playa o montaña, siempre son las personas las que te sorprenden. Las cosas permanecen, nosotros las vemos, nosotros las seguiremos construyendo. Gritamos por ver un atardecer eterno: uno que no muera entre cadáveres de hormigón sino que se hunda majestuosamente en un lecho blanco y dorado, entre las pocas velas que osaron izal en plena tormenta. Estoy solo y no busco remedio porque no hay mal que curar; las bendiciones siempre son vistas con recelo desde el exterior. Vaya a donde vaya me persiguen mis miedos y mi sonrisa, mis manías y mis esperanzas fenecidas. El camino no tomado serpentea a mi lado, mientras sigo intentando cerrarle la mochila a mi predecesor en la travesía; él sin esquíes, yo en pantalón corto. De vez en cuando, mi lado intenta morderme para arrastrarme a un pasado que nunca existió, pero ya es demasiado tarde para inventar nuevas voces. La realidad es lo único que vivimos, lo único que creamos entre todos; nosotros mismos solo colgamos inermes al compás de las agujas de ganchillo. Sueña lo que quieras porque todos aterrizaremos en el mismo descampado, lejos de cualquier baile. Reduce a primera y sigue subiendo, toca la bocina en la curva y nunca lleves gafas de sol. Ya hemos bailado con muchas caras; pasa de canción y espera a un amanecer que, por una vez, te pille de sorpresa.

jueves, 28 de agosto de 2014

El miedo a mandar un correo solo puede compararse al silencio que sigue a un comentario sincero. Solo entonces palpamos la inmensidad del universo, el tejido del espaciotiempo y las cuerdas. Siempre hay cuerdas delante de nosotros, como anzuelos que nos arrastran o líneas de vida que nos ayudan a subir. Para unos, lo hablado conforma el bozal que limita nuestro próximo discurso. Para otros, las palabras construyen nuestra identidad y nos hacen más guapos y hermosos. Para mí, siempre hay algo más; todo es política y mis gestos, la crisis eterna. Cuando actúo no sigo cuerdas, yo mismo me trenzo en diferentes bocas que nunca desayunan en la misma mesa. Escribo para que no me lean, hablo sin que nadie me escuche, canto dentro de mi cabeza para que nadie me oiga. Conocerme está sobrevalorado; no hay nadie detrás del telón. Sé tu mismo, dicen; conócete a ti mismo, decían. No te enerves discutiendo ni pongas la pierna sobre la mesa porque tu monólogo no pasa de la segunda línea, donde pides perdón por haber hablado y vuelves a sentarte. No imites mis palabras porque suenan (y son) vacías en el eco de tu caja torácica. Cuando, en la sombra donde nadie te ríe, hagas algo más que dormir, podrás hablarme. Hasta entonces, yo seguiré desdoblándome, siendo agua y tierra, riendo cuando los demás no me conozcan. Subiendo y empujando, cantando y comiendo, escribiendo y sudando; puedo decir que me voy construyendo, aunque sea enlace y no molécula. Y, un día, dejar de serlo para ser solo viento y la inmensidad del universo.

domingo, 17 de agosto de 2014

"Es curioso que las artes liberales de este Estados Unidos milenario traten la anhelada anhedonia y el vacío interior como algo que está de moda. Acaso se trate de vestigios de la glorificación romántica de la Weltschmerz, que significa cansancio del mundo o hastío contemporáneo. Tal vez esto se deba al hecho de que aquí las artes son producidas por gente mayor cansada del mundo y refinada, y consumidas por gente más joven que no solo las consume, sino que las estudia a la búsqueda de claves para ir con los tiempos, lo cual implica ser aceptado, admirado o incluido y, por ende, no estar solo. Olvidémonos de la llamada presión de los pares. Es más como hambre de pares. ¿O no? Entramos en una pubertad espiritual en la que descubrimos el hecho de que el gran horror trascendental es la soledad, el enjaulamiento en el propio ser. Una vez que alcanzamos esa edad, damos y recibimos lo que sea y usamos cualquier máscara para encajar, para no Estar Solo, nosotros, los jóvenes. Las artes americanas son nuestra guía a la inclusión. Una guía práctica. Nos enseñan a fabricarnos unas máscaras de hastío e ironía cansada a una edad en que el rostro es lo bastante dúctil como para asumir la forma de lo que lleva puesto. Y luego allí se queda ese cinismo fatigado que nos salva del sentimentalismo empalagoso y de la candidez no refinada. En este continente, sentimiento equivale a candidez [...] lo que pasa por trascendencia contemporánea y cínica del sentimiento es en realidad una especie de miedo a ser verdaderamente humano".

[...]


"Las autoridades llaman a esta condición «depresión clínica» o «disforia unipolar». En realidad, se trata de una simple incapacidad para los sentimientos, una muerte del alma [...] Ello es un grado de dolor psíquico totalmente incompatible con la vida humana tal como la conocemos. Ello es una sensación de mal radical y consumado no solo como una característica más, sino como la esencia misma de la existencia consciente. Ello es una sensación de envenenamiento que invade al ser en sus niveles más elementales. Ello es una náusea de las células y el espíritu. Ello es la preclara intuición de que el mundo es totalmente rico y animado y unitario y asimismo totalmente doloroso y maligno y contrario al ser, al que no solo deprime, sino que también lo infla y coagula y lo envuelve con sus negros pliegues y lo absorbe en su interior de modo que se alcanza una unidad casi mística con un mundo cuyos constituyentes significan daños dolorosos para el ser. Tal como Gompert describe la sensación de Ello, su carácter emocional parece ser indescriptible, salvo por una especie de doble dilema en virtud del cual cualquiera o todas las alternativas que asociamos con la acción humana -sentarse o estar de pie, hacer cosas o descansar, hablar o estar en silencio, vivir o morirse- no solo son desagradables, sino también espeluznantes".

[...]

"Esta Incapacidad anhedónica para Identificarse forma parte integral de Ello. Si a una persona con dolor físico le resulta difícil prestar atención a algo que no sea el dolor, una persona clínicamente deprimida no puede ni siquiera percibir ninguna otra persona o cosa como independiente del dolor universal que la digiere célula a célula. Todo es parte del problema y no hay solución. Es un infierno".

La broma infinita, David Foster Wallace.

jueves, 14 de agosto de 2014

Sentarse delante del ordenador y llorar. Por todas las ideas que tenías, la gran pirotecnia que iban a formar. El primer esquema ya poda tus desvaríos hasta dejarlos en una simple bombeta. Pero bueno, eso aún podría sobrellevarse si te pusieses a escribir de una puta vez. Las lágrimas, los golpes sobre la mesa y el odio negro latente en las entrañas. El miedo a hibernar sin control, vivir en sueños, razonar lógicamente para no actuar. Lo que hay que hacer está jodidamente claro, el universo no conspira en tu contra, pero tú sí. El suave veneno serigrafía el epitafio esperado, que no deseado: "podría haber sido tantas cosas". Lo aterrador es que no hay un enemigo contra el que luchar, pruebas que superar ni princesas que rescatar o dejar que te rescaten. Esto es la vida, chaval, y no puedes huir de ella. No puedes pulsar el botón de pausa, ni cerrar el libro durante unos minutos. Estás viviendo tu huida, tallando tu preciosa soga que te arropa cuando todo te causa frío. El frío sale de ti, ya tienes que saberlo después de tantos años. Pero da igual, porque sonríes después de esta breve escapada, legitimada porque escribes. Pero, por favor, no seas tan hipócrita de colocar un punto porque nunca has sido capaz de ello.

martes, 5 de agosto de 2014

Cuando más fuertes nos hacemos/creemos, ese momento en que sonreímos porque por fin hemos probado que nuestro brazo sirve para algo más que para darnos amor, entonces llega la ironía y muestra la fuerza de su derechazo. Crecer implica moverse en un piélago de responsabilidad y elecciones y, por tanto, pérdidas. El jardín acota sus senderos hasta que ya no se bifurcan, somos uno con la palabra y el tiempo. Color adecuado, día reservado y muebles apartados para domar los 24 caballos que galopan sobre mí. El orgullo de creerse fuerte se revela lo que es: buen bastón y muleta. Ahora que se me cae el pelo vuelvo hasta cuando todavía salía, cuando mi cuerpo conquistaba el mundo con dientes, pies y ego expandiéndose continuamente. Ya se ha glosado el poder de los jardineros (si bien nunca suficiente), pero es que aparecen detrás de cada brochazo, en cada vibración de una buena pedorreta. Viste las mejores camisas, cultiva los mejores latinajos y sonríe a las mujeres como no saben que quieren. Pero detrás de todo eso siempre quedan retazos, pedazos de papel que envuelven la vida como el regalo envenenado particular que es. Nada empieza ni acaba contigo, asúmelo; aparca tu titánica misión de mediocridad para tomar conciencia de ella, de ti, de todo, de todos. El tiempo es una hilera de cajas en un supermercado, moviéndote de una a otra esperando pagar por lo que has tomado, demorando el saludo con la fría mujer. Pues bien, no eres el comprador sino el carrito, no eliges ni tu mercancía ni el destino; solo puedes torcerte con mal genio hacia un lado del pasillo. Hagas lo que hagas, pintes o robes o mientas o conduzcas, solo puedes dejarte llevar y sonreír, porque nunca vas a conseguir lo que quieres. Más te vale conseguir lo que está ante ti para dejar de pensar en el camino no tomado, congelado por el miedo y el tedio.

lunes, 4 de agosto de 2014

Esto lleva funcionando siete años. Como todo lo que funciona, no siempre lo hace bien ni como se espera que lo haga. El tiempo salta y las palabras avergüenzan. Incluso la música, esa broma que alguno leerá también, rara vez es un punto de orgullo. Hubo un tiempo en que jugaba con código y pintura, haikus y otros hermanos. Aquí he vomitado y he esculpido hormigón con una navaja oxidada. También sajar, siempre he amado esa palabra. No sé cuánto habrá vivido en estos siete años, en estos veinticuatro años; mucho y poco, depende del observador. Todo ha cambiado una y otra vez, el olor a pintura fresca y los billetes de autobús son constantes de una obra en perpetuo borrador. Excepto una fase, un nivel superado de este juego, nunca he escrito para que me leyeran, sino para mí mismo. Escribir significa entenderme, escribirme es cómo miro al mundo. Una mirada egocéntrica con las inseguridades que solo puede tener un ególatra a tiempo parcial. No voy a pedir(me) perdón ni a dar(a nadie) las gracias. Realidad o ficción, los golpes duelen. Hombre o animal o color o nota musical, siempre hay una flor en la que sumergirse, un pétalo que nunca llega a la boca. Que corran el vino y las palabras secretas por más tiempo, una nueva carretera y el viaje en avión. Que corran las burbujas sobre tu cuerpo y tu piel florezca bajo mis labios. Que haya siempre un futuro al que volver. Y

domingo, 27 de julio de 2014

Los regalos nunca son los átomos que lo conforman, el dinero que cuestan, sino el sentimiento que existe detrás. Solo unos pocos idiotas nos fijamos en lo material. Lo que mueve el corazón, lo que te hace sonreír cada noche, mañana y tarde es que hay alguien que quiere hacer algo que te guste. Aunque no te lo merezcas, aunque nunca des la talla, el regalo está ahí como una foto para aquellos momentos en que dudas de todo. Por eso, los mejores regalos nunca son objetos muertos sino promesas de futuro. Risas y abrazos y hacer lo que nunca hiciste. Y querer volver a hacerlo, una y otra vez: jugar una mano interminable al mentiroso, beber chupitos sin temor al dinero y salud que cuesten, viajar cada fin de semana a un proyecto distinto, sea playa o montaña, para encontrarte con lo mismo. Dar gracias a Dios porque sigue lo mismo a pesar de que todo sigue cambiando. La vida es cruel y horrenda, de eso no hay duda, pero cuando el carrusel está en alto piensas que, de tan irónica, es tremendamente poética. Dejemos las metáforas y los hipérbatos; aquí son las epanadiplosis las que cierran los ciclos y los símbolos, las vigas maestras sobre las que descansa la continuidad de la obra. Los personajes no siempre son completamente redondos; un protagonista plano es la peor de las lacras, pero no me interesa. Lo épico se redefine: mientras que las celebraciones de gol acaban en caídas compartidas, los héroes de verdad muestran el corazón sin aparatajes retóricos o estéticos. Since 1990, busco una historia que contar. No tengo prisa porque sufro mis tramas con los mejores compañeros, protagonismo repartido desde 10 meses a 69 años, de España hasta Canadá. Eso sí, no sabes las ganas que tengo que seguir leyendo(os).

martes, 22 de julio de 2014

Mira, estoy harto de que trates de dirigirme y pretendas conocer mi vida mejor que yo cuando apenas puedes organizar tus sentimientos. No quiero levantarme y engancharme a unos raíles hasta la noche, aunque sus estaciones sean justo los lugares que quiero visitar. Aunque sean los sitios donde debo parar. Es muy fácil aparecer con tu voz desde las alturas cibernéticas para dictar los salmos y los mandamientos, los castigos y las loas eternas a tu inabarcable inteligencia. Tu boca no solo esculpe mi vida; moldea la opinión pública y dictamina lo bueno y lo gracioso. Solo tú rescatas bromas del olvido y fragmentas recuerdos que nunca pasaron. Tiene que resultar muy fácil jugar con las vidas de los demás cuando ves que Ron y Hermione secundan todo lo que dices. La próxima vez que hables de tus actos terriblemente lógicos o de mis reflexiones absolutamente absurdas, mastica con calma tus barrotes en lugar de imponer otros al resto de personas vivas. Si quieres un consejo (de esos que tanto te gusta dar bajo la forma de observaciones inapelables a tu séquito) piensa en la vida que podrías tener si aceptases tu carne y puntos negros. Hasta Freud señalaría con saña este desplazamiento, el vivir en otros sin tener la responsabilidad de vivir. Si hay alguien irracional aquí, esa eres tú.

viernes, 18 de julio de 2014

Ahora solo hay silencio, los cielos restallaron hace ya horas. En medio de la derretible calma, las gotas de días apurados, mismo tamaño y recorrido similar hasta colapsar en la ceja o en una mano vengadora. Entre la rutina de moscas-próximamente-muertas y matar el tiempo hasta que sea respirable, han caído bloques de hielo de arriba. Como todos los años, siempre hay tormentas de verano, pero rara vez cambian las tornas. Por una vez, el verano no era un techo que aplasta nuestros órganos en una masa sanguinolenta de sesos, sueños y sinsentido. Durante un instante, el hilo eterno manchado de barro en el suelo ha recobrado su pulso, ha conectado dos puntos y zumbaba emitiendo una nota. Mayor o menor, eso da igual; no nos podemos poner ahora tan finos. Lo único que importa es que el tiempo ha vuelto a su lugar, los días se han ordenado y hemos podido comprobar que los años no son agrupaciones arbitrarias de cosas, sino un grupo. Y no sabes lo importante que es recordar que hay más días, semanas y meses ahí, esperando a que los vivas, cuando las tardes se funden sobre el sofá mientras las noches queman tus extremidades. El Hormiga de hace años hace un cameo para hundirte; los truenos desgarran el escenario para mostrarte. Abrazos, brindis, carantoñas y distintas estrategias para hacértelo más fácil. No busques un nuevo barroco, pretéritos imperfectos: las fotografías y los vídeos muestran sentimientos, así que quédate con ellos y desprecia la copia. Úsalos solo cuando tu frente perlada arda de odio tranquilo; baila hasta conseguir la lluvia, la salvación.

lunes, 14 de julio de 2014

En esos momentos en que paladeo la vida por mi piel, la luz en mis labios y el tacto de mi pelo, pienso en ti. Cada uno de esos instantes en los que estoy tan contento que creo que puedo ser feliz, cada uno de esos momentos te pertenece por completo. Los pedazos de chocolate en las galletas, los botes de show me your way, las jarras que se suceden entre gente querida y que me quiere, los primeros pasos los primeros esfuerzos por mantenerse en pie... Desde hace casi cinco años, comprendo la tremenda casualidad que es la vida, el regalo y responsabilidad que supone seguir vivo un día más. Por eso, cada noche te saludo aunque no estés durmiendo en la habitación de al fondo, porque sé que estás ahí. Dudo de todo lo posible y de todo lo imposible, no comprendo nada, pero siento que hay algo que antes no estaba; sea un calor, un espíritu o una (falsa) idea, me gusta contar con ella, contigo. Aunque camine paso a paso hacia las tinieblas, aunque cada vez sienta que ayudo menos y ninguno de mis logros importa, siempre te tendré ahí. Una toalla sobre el estómago, una mano en la frente, una sonrisa en mi interior. Mientras escribo me duele la arena que se me escapa entre los dedos, los sentimientos que antes podía mostrar y ahora no son suficiente. Bueno, nunca lo fueron, pero ahora queda claro que las palabras no reflejan nada de la luz que me enseñaste. Pero ahora he aprendido a cambiar los homenajes. Ya no escribo poesías que construyen un artificio que vanagloria más al autor. Me sigo sentando apoyado en la columna, en silencio, dejándome fluir; tampoco deja de ser más egoísmo. Lo único que, por ahora, encuentro sincero, es reservar 30 segundos de preciosa vida, pura alegría con amigos borrachos de tacto y sentimiento y miradas, familiares enfrentados en partidos de tenis o en la lista de la compra, todo tipo de seres que me demuestran que estamos conectados. Porque allá donde algo bueno sucede puedo sentir tu sonrisa, tu abrazo, y solo puedo pararme unos segundos para devolvértelo.

domingo, 6 de julio de 2014

Nunca se acaba la tarea. Por supuesto, no es eso lo que te enseñan en el colegio. Ahí todo un fin y un objetivo (a veces estos dos términos significan lo mismo y a veces no). Cuando te sientas y encarnas esa mesa verde, todo mundo se explica en base a unas coordenadas cartesianas. Los temas se cierran, los exámenes te sellan la frente. Hay más, más otros. Esa persona sentada frente a ti, más grande en una mesa más grande, lo sabe todo. O lo sabe su libro, pero da igual porque ambos son uno; nunca te lo cuestionas. Llega el calor y se fríen los números y se derriten las montañas y tu cerebro solo retiene la programación de los canales infantiles. Blossom contra Hora de aventuras. Un año más, un poco de lo mismo más profundo, pero no te lo parece porque lo olvidaste o lo recuerdas tan bien que crees que es lo mismo. Mismas ordenadas y mismas abcisas. El título, la firma del rey, el dinero que pagar por conseguirlo, todo se encuadra en base a x e y (siempre sentí en mi interior la e entre ambas, una letra mediocre entre dos creaciones que trascendieron, que brillaron). Fuera del colegio, descubres que siempre hay más, más profundo. Mejor. Ahora no te evalúan por cantidad, datos y razonamiento para resolver problemas, sino calidad, siempre superar a alguien, a ti mismo o a la historia. Oh, por favor, que nunca tengas que enfrentarte a la historia. Siempre te evaluarán y además te recriminarán que tendrías que ser tú quien se evalúe. El plan Bolonia no es sino la vida puteándote dentro y fuera de esa aula. No existe meta ni objetivos ni metodología porque no sabes qué quieres, lo tienes que saber tú pero nunca lo sabrás, ni cuando mueras. Nadie sabe nada cuando muere. Ponte camisa, sonríe y bebe. Cocina rico y sano, besa fuerte pero suave. Por favor, nunca aceptes los consejos de nadie porque nadie será tú. Lo importante es mirar hacia atrás y ver que el camino no tomado sigue ahí, nevado y dorado, perro y caballo. Porque cuando no te des cuenta, cuando sostengas con más fuerza la pértiga, sentirás la llamada. Tu mano pequeña tirando de mi, pidiéndome porque te miro desde arriba. Moveré tus pies, perderé contra ti, te pegaré y dejaré que me odies, pagaré tus vicios (primero juguetes y luego bebida; solo bebida, espero) para poder escucharte cuando sufras. Aprende porque descubrirás que todos esos conocimientos no eran para hacerte más sabio, sino para enseñar a los siguientes. Por favor, que nunca se acabe esta tarea.

martes, 1 de julio de 2014

Después de un buen libro, es la vida quien parece plana: sin color, sin personajes tan profundos ni frases que, aun siendo enormes, suenan naturales, como la vida real que ha dejado de serlo un poquito. Da igual los chistes, las caricias ni las bofetadas porque todo lo que llega no te afecta a ti, sino a la nebulosa en que te encuentras; parece que el mundo del libro te ha creado, sus palabras todavía se derraman en cada poro de tu piel. De hecho, suspiras al pensar en los protagonistas porque ya son parte de ti, de tu cuerpo y tus ojos, te han cambiado como un golpe más de cincel que poco a poco transforma el bloque en algo con forma pero siempre inacabado, siempre a la espera de unos ojos que no sean una oscuridad con brillos ocasionales. Durante una vida, muchos son los libros que se quedan en un mero ejercicio físico de pasar páginas, mientras que las de otros son espinas que sajan las heridas para que puedan respirar, para que te puedas encontrar aun sin esperar un resultado; un buen libro nunca te ofrece algo cerrado, porque te ofrece vida. De un modo u otro, nuestras manos nunca son las mismas al sostener un nuevo libro; sin darnos cuenta, el anterior ha cortado una falange o lavado una vieja magulladura. Desde que coges un libro, cómic, novela o sueño eres otro, eres mil otros y diez mil sentimientos que nunca encontrarás caminando con tus piernas. solo De esa manera comprenderás cosas que es mejor comprender, posiciones que convendría obviar, ideas que no deberían escapar del mundo de los sueños, de nuestros párpados arenosos.

lunes, 30 de junio de 2014

Andar no es complicado, lo difícil es mantener el equilibrio
sin nadie que coja tus manos.
Nadar es sencillo
con un dedo en la barbilla
o a sabiendas de que harás pie;
el miedo surge cuando tu cuerpo está solo.
Cuando tu cuerpo eres tú,
mucho más que aquel quien escribe estas líneas.

Puedo conducir, programar, cocinar y tocar la guitarra
si alguien me acompaña,
si tengo señales, revisiones, recetas y partituras.
Solo se puede lograr la perfección cuando hay modelo;
sin él, yo hago el camino y dejo maleza en las márgenes.
Belleza que queda fuera,
recorridos extraños y recodos innecesarios para otros.

Hago mi camino sin saber dónde voy,
nado desde mi cuerpo sin poder evaluarme,
cocino sabiendo que lo podría hacer mejor
pero sin intención de hacerlo.

jueves, 19 de junio de 2014

Sonríes al pensar que hubo un tiempo distinto. Recuerdas los orígenes y no puedes dejar de admirar la sinceridad que se ocultaba bajo esas metáforas cargadas y esos personajes siempre tan distintos, siempre el mismo. Estertores de un romanticismo postrero. Viejas figuras retóricas que en ti sonaban vivas porque eras tú quien las emitía; no sabes cómo era para los demás porque nunca te lo figuraste. El viejo debate sobre hacer valer tus comodines o solo jugar con la baraja normal. Un debate que nunca se cerrará, por mucho que viejos reyes barrocos abdiquen en mozalbetes drogados y con marcas en el antebrazo. Pero cuando te dejas llevar por la melodía, por los gritos, comprendes que ese no era el principio. Había vida antes del ordenador; una vez este no fue sino un complemento en el aula y no el centro del conocimiento. La palabra, antes que derramada en un ordenador rayado o acuchillada en un folleto publicitario, ya formaba el mundo. Antes el lenguaje no era violencia impuesta sobre la realidad, sino el único canal para modelarla. Aunque los tricerátops fueran gusanos, comer hierba siempre sería una gran aventura para ellos. Pequeños libros autogestionados antes de conocer que es el yo. No había debate sobre enseñarse porque era parte de ti, como tu forma de pronunciar ces y eses, como los brazos en jarras. ¿En qué momento de la vida surge la conciencia interna? ¿Por qué dejamos de construir el mundo para construirnos nosotros? Tienes la sensación de haber sido más completo con 6 años que con 16, aunque te faltasen dientes. No tienes respuestas, pero no hacen falta. Siempre quedarán los sueños y el miedo, las dos piernas del futuro. Aunque no sepas quién eres, de dónde has venido ni adónde vas, siempre soñarás y siempre tendrás miedo. Tú eres el futuro.

domingo, 15 de junio de 2014

Una vez que pasa el huracán, deseo que hubiese sido más fuerte. Ahora que lo he soportado, subido en el tejado solo con mi colchón, ojalá hubiese sido más potente para que me exigiese más. Necesito comprobar que mis piernas habrían aguantado más viento, más fuerza; ahora que ha pasado el miedo y el terror, la calma resignación de la muerte, sé con certeza que podría haber soportado más peso. Donde antes buscaba ayuda, una fácil huida, ahora quiero más. Las explosiones, los gritos, las miradas de puro dolor... Nada de eso importa ya. Todo eso eran berrinches de niño de teta que merece ser arrojado al vacío para crecer. Las supernovas pasaron y se fueron, los perros se perdieron en el horizonte. Ahora la adrenalina grita por mis venas un nuevo asalto, más de esta droga cuyo único efecto es darse cuenta de la capacidad de uno mismo. Me cargo el colchón y bajo por la escalera con una sonrisa porque quien baja no es el mismo que subió. Probablemente sea peor, pero es una cuestión que no me interesa en absoluto. Lo importante es que vuelvo con mi colchón y no sobre él. Vuelvo caminando por mí mismo, porque he acabado arriba, no porque nadie me llame de vuelta. Vuelvo calzado, no con chancletas. Ahora sé que vaya a donde vaya siempre volveré, porque todos los lugares me pertenecen.

miércoles, 11 de junio de 2014

Mira, voy a permitir muchas cosas menos que digas que mi vida es aburrida. Primero, no tienes ni puta idea de mi vida. Segundo, cuando madures y dejes de lamentar todo lo que eres, solo entonces podremos hablar de igual a igual (aunque ni aun así podrás evaluar mi vida). Si soy lo que soy es porque quiero ser así, con unos pocos defectos que deberé seguir corrigiendo hasta que me muera centenario. Pero no pasa día sin que ría a carcajadas, sin que me emocione, tiemble o me sienta maravilloso. En poco más de veinte años he tenido más epifanías que tú en veinte vidas. Me he sentido en conexión con el mundo hasta el punto de querer tirarme al suelo para estar más cerca de mí mismo. Me he sentido tan vivo que he gritado, he llorado con las manos en la cabeza porque no podía imaginar una sola célula de mi cuerpo sin sonreír. Así que porque no cumpla con tus estereotipos cuadriculados de lo que tiene que ser guay, no me critiques. Vivo la vida que quiero vivir y no la que nos venden. Construyo mi cuerpo sobre mí, dejo que sea un organismo libre y viva conmigo, y aun así sigue siendo más atractivo que el tuyo, cincelado por artificios que te cuestan dinero y sufrimiento. Igual quien no está disfrutando de la vida todo lo que debiera no soy yo, aunque necesite refugiarme a veces a la sombra o en un libro, mientras tú recorres el soleado desierto buscando alguien con quien compartir tu vida, alguien que le dé sentido a tus días. Y no te das cuenta de que el único sentido eres tú. Y nunca lo verás hasta que no te sientas en la sombra y te sonrías a ti mismo, sin necesidad de hacerte una foto.

martes, 10 de junio de 2014

Nunca pensé que encontraría a alguien con quien pasar una tarde tumbado, resguardado, a los pies de la inmensa mole que siempre amenaza con devorarnos: el tiempo. Nunca pensé que lograría conversar durante todo un viaje, ni durante toda una vida juntos, sea al otro lado del teléfono o dos puertas más allá. Mientras dejaba de ser un niño y me aterraba por todo en lo que podría convertirme, nunca llegué a imaginar que lograría hablar al nivel de los adultos y participar en sus bromas, sino incluso granjearme su respeto, que mi opinión sea valorada y tenida en cuenta. Que lo que yo decida pueda ser tomado como una opción que imitar. Jamás pensé que dejaría de ser un niño asustado Lo sigo siendo, pero como todos los demás; trago ese poquito de bilis cada mañana para seguir sonriendo y trabajando por un mundo más justo. He caído en un estereotipo en cada frase porque he logrado camuflarme entre la normalidad y conseguido que mis traumas no sean más grandes que las sombras del dormitorio de un bebé. De hecho, mis enemigos no me vigilan desde un castillo, no mueven su red de espías a mi alrededor. Mi mayor enemigo soy yo mismo, En serio, tengo que encontrar un remedio a toda esta tontería de Paulo Coelho, está empezando a dañar mi cerebro.

lunes, 2 de junio de 2014

¿Cuántas veces has salido a la calle? ¿Cuál fue la última lluvia que te empapó mientras gritabas a alguien que no estaba allí? Cientos, miles, tú solo; no importa. Quiero saber si alguna vez has encontrado un poro de tu piel que no tuviese miedo y has salido a la calle. No miedo a los golpes ni a las multas. Miedo al ridículo por defender una idea, nunca perfecta, pero real. Acudir a una manifestación sin sacar pegas a quien convoca, porque ellos no controlan tus razones, tu sentimiento. Comparte hombro con el porreta y con la señora del caniche, porque son tus hermanos; eso es la democracia, todos iguales, ¿no? La vida es compleja y siempre habrá razones para justificar cualquier aberración. No me importa. Lo único que queda al final es el recuerdo, y ni siquiera es el nuestro porque ya habremos muerto. Podemos traspasar el saco de mierda que nos dan al nacer, emponzoñarla con nuestro sufrimiento y luego llorar porque es nuestro único legado. La otra opción es mancharse las manos y remover la mierda, meter las llagas abiertas y dejar que nuestra piel se pudra. Hagamos lo que hagamos, el resultado implica mierda por todas partes: disfrutar de nuestra vida y engordar el saco o sufrir como pordioseros para aliviar diez gramos de carga. Haz lo que debes, haz lo que quieres, haz lo que consideres correcto. Actúa y déjame en paz de una puta vez, no vaya a ser que acabe saliendo a la calle por encima de ti.

lunes, 26 de mayo de 2014

Conseguir la libertad cuesta demasiado esfuerzo para perderla en el primer revoloteo de falda. He sufrido las cadenas hasta sentirlas como mías, he interiorizado la retórica del esclavo para ver que solo hay una fuente de luz y tengo que amarla. Mis ojos se han abierto poco a poco, mis músculos se fortalecieron hasta matar todos y cada uno de los grilletes. Mi moral ya no necesita grillos, solo campo que recorrer. Hasta ayer abrazábamos con fuerza a la lideresa, sus dos caras eran necesarias para existir, un amor que justifica cualquier dictadura. Pero ahora he podido levantarme y comprobar que mi cara sonríe sin su presencia, que mi corazón bombea más sangre sin sus caricias en mi cabeza. Y ahora he decidido arrancarle el cetro por completo, construir un prado más verde; podemos. He subido los escalones hacia el trono y no estoy solo, sé que la guardia no puede pararnos a todos, pero nos entra el miedo. ¿Estamos haciendo lo correcto o destruyendo lo único bueno que había en el mundo? El miedo se ancla en los poros clave de mi piel y vuelvo a sentir los escalofríos que me hicieron adorarla. Ella vuelve a reírse, su doble cara barbuda, porque siempre me tendrá. Me obligo a ponerme de pie porque el camino ya está recorrido y sé que es lo correcto. El futuro siempre da miedo, imaginar algo fuera de aquello que nos han educado, que hemos vivido siempre. Una vez que nuestro corazón depende de otra persona resulta aterrador decirle adiós. Pero así debe ser, pienso otra vez de rodillas.

jueves, 22 de mayo de 2014

Nos creímos tan fuertes como héroes
de una galaxia muy, muy cercana.
Atravesamos océanos congelados,
rompimos ojos de fuego enquistados
en garras de dragones.

No queríamos,
pero nos despertamos.

Vivimos en una ronda de guiñote
hasta la próxima siega.
La eternidad es una sala de espera,
el infierno somos nosotros mismos,
el tridente, un dedo enguantado.

Y descubrir que solo escupimos fuego.
Nuestras manos eran garras
que arrojaban al vacío a los demás.
Nosotros incendiamos el bosque,
destruimos el hospital y nunca
cocinamos sino odio.

Por eso masco la máscara
y chupo otro chute, nunca como el primero.
Rezo cada noche y espero
pero ya es tarde. Ya soy yo.

lunes, 19 de mayo de 2014

Y llegamos y vimos que era bueno. Sin dar gracias al señor nos fuimos al bar de la esquina, mucho más profanos en nuestras acciones de gracias (aunque el matiz religioso aparece cada noche). Golems de piedra inmutables, masas de carne que se desbordan sin transmitir sentimiento ninguno; solo logran suscitar pena en aquellos corazones menos áridos. Eterno niño que nunca quiere crecer y marcha a jugar con los de su edad, 20 años más jóvenes. Pero en el centro de todo, escorado en una esquina, el patriarca sigue organizando el juego, dispone las cartas y construye las reglas según ve a los jugadores. Por eso todo funciona, porque todos somos predecibles y obramos de acuerdo con los designios divinos. Nada es tan malo como pensamos porque, al final, la familia de verdad sale y te abraza durante unos cálidos segundos. Ojos húmedos o sonrisa afectuosa, alabanza nítida o palmada en la espalda y comentario igualitario. Poco importa porque la verdad venció sobre vestidos ajustados y falsos hijos. Y los cielos se abrieron y el tiempo se detuvo; solo corrían las risas y el oro líquido. Personas que nunca se perderán; otras, descubres, nunca han existido, solo son elaboradas imágenes que intentaron venderte. Pero da igual, porque tengo familia, tengo maestro, tengo predecesores y sucesores, tengo gente que da la vida por mí aunque nunca lleguen a cobrarla. La suerte de contar con una buena educación que lleva a pensar igual que otros tres cerebros, distinguir lo bueno de lo malo de lo ridículo. Y, sobre todo, el milagro de haberla tenido y haberla querido todo lo que pude, no todo lo que se merecía y se sigue mereciendo. Me seguiré esforzando durante los próximos cien mil kilómetros.

sábado, 10 de mayo de 2014

Necesito saber que alguien siente ahí fuera. Alguien se debate con las palabras, las fuerza y acaba llorando, porque nunca logran que digan lo que quiere. No solo las palabras, sino las miradas, el baile y la comida. No quiero que nadie más odie el verano; ¿alguien quiere mi corbata? Puedo pensar hasta que creo estar soñando, exprimo mi cerebro hasta licuarse, se derrite por mis dedos y se une al ordenador, eterno actante ingrato. Y aun así, no creo nada nuevo, todo está dicho, pero nadie ha dicho lo que yo quiero decir. Mi enunciado está ahí fuera, con otros sujetos y predicados hasta que deja de ser mi frase, pero es la misma que aparece en el encerado. Cuando hablo, no soy yo. Cuando escucho, todas las ideas son mías, pero ningún latido a mi compás, ninguna mirada vive en mi dimensión. Fuera comen, ríen y sujetan piernas. Tratan de educar a seres inferiores que aprovechan nuestras normas para usarnos como mayordomos. Abre y cierra ventanas, pincha hasta ver sangrar, porque el gris domina todo. El gris, el bello gris, tu único compañero. Deja de crear y piensa con método. Recupera tus gemelos, tu horario y el orden lineal. Deja el desierto y súbete a las vías. Tengo sorpresas para ti.

domingo, 4 de mayo de 2014

Cuando miramos, no vemos lo que existe frente a nosotros. Pero tampoco penetramos mucho más al reflexionar sobre lo que ha pasado, intentar construir el elefante a partir de los testimonios de los pobres ciegos. Ahí fuera la vida se desarrolla con sus propias reglas y explicaciones, con demasiada frecuencia totalmente ajenas a nosotros. Ni siquiera siguiendo el corazón vamos a encontrarle un sentido a sonrisas seguidas de insultos, llamadas a medianoche tras rechazos a mediodía. Aun viajando a lugares remotos o locales clandestinos a perfeccionar nuestras artes, aunque nuestra lista de éxitos llene memorias de miles de juglares, nuestro saber práctico no constituye una ciencia sobre la otra persona, sobre lo que quiere. Tras compartir seis, 35 o mil años con alguien, seguiremos sin saber qué le ha llevado a darnos un puñetazo. Nunca vamos a comprender el mundo, cómo piensa la persona que nos susurra al oído. Por eso solo nos queda conversar con el Otro, delimitar una parcela sobre la que construir un mundo común. No es fácil porque el lenguaje es violencia, son cadenas que se clavan hirientes sobre la carne flácida de la realidad, ajena a nuestra misión. Somos vagabundos jugando a peleas de almohadas, americanas mudas, cantantes en fiestas de guardar. No somos nada en nosotros mismos, por eso tiramos de la telaraña hasta nuestros otros nosotros, el resto de personas de nuestra vida, el resto de nuestra vida.

martes, 29 de abril de 2014

El café se enfrío, ni intentes meterlo al microondas. Una bufanda cayó al lado del sofá, cuando nuestras gargantas aún podían ser invadidas en medio del frío. Allí sigue, sin criar nada vivo, ni siquiera polvo. Una rama arrancada para ser mostrada sigue muriendo en la estantería, sepultada bajo tickets del Mercadona sin que nadie la quiera recordar. Antes había sonatas, ahora solo escuchan sillas vacías. Prometimos ser mejores, centrarnos en lo importante de la vida y aprovechar las oportunidades. Dar siempre besos y nunca arrojar palabras. Nada importa ante el telón, ante el delta del río. Las caricias vuelven como postales, fríos sinsentidos que llenan vacíos de madrugada. La cara se confunde con tu psique, el lugar con Macondo, tu risa con estrépito de cubertería. El final se puede desafiar pero nunca pensar ni retomar. Sea en la cama del hospital o entre putas. Esta ciudad o la otra, el corazón duele igual al pararse. Otras serán reinas del recital, los manantiales danzarán ligeros bajo las faldas. No estarás. Ya no estás.

miércoles, 23 de abril de 2014

Todo son fechas y lugares, personas y risas que ya ni siquiera suenan. Frases que te acariciaban en noches frías, palomitas y arañazos de cachorro en tu pierna. Hubo un día que te prometiste dirigir un pequeño mundo. Otra semana te exiliabas a la última dictadura de Europa para probar tus músculos. Te quedarías en el estanque una mañana más, una vida más. Vomitar, plantar zapatillas en el campo, luchar contra la policía, el estado y la superestructura. 15 o 31, todos los labios son apetecibles, mordibles. Salí de casa y fui a la calle, à rúa. Las personas que amé han perdido su cara, hasta su voz. Algún gesto ainda fica en un rincón do minho coração. Te emocionas con lo rohirrim y las pisadas sobre la gravilla. Ya no crees en la justicia, la política ni ningún tipo de parlamento, sea humana, divino o canino. Qué coño, todos somos perros con nuestro collar, buscando una correa que nos lleve por donde queramos. O que nos diga qué queremos. Ya no creo en hombres ni perros, solo gatos. Porque no los entiendo, igual que no comprendo la vida. Pero me gusta caminar por ella como el gato que se estira presumido, o tan pronto se duerme panza arriba en un escalón al sol. Nunca ha habido un camino, nunca lo habrá; solo compases que llenar con arpegios de guitarra.

domingo, 20 de abril de 2014

Una relación mantenida durante tres años por encuentros casuales (o causales) en el autobús. Palabras difusas entre la amnesia y el vómito, las 5 o las 6:30. A veces, dudo de que fuesen oraciones articuladas, pero eso es lo de menos. Una vez más, resulta curioso comprobar cómo las palabras no dicen casi nada; lo importante se transmite por el fondo. Aunque las conversaciones fuesen breves, muchas veces solo compartiésemos un lecho improvisado por cuatro asientos, el acero valyrio iba por debajo, invisible a los ojos de los estúpidos que no nos conociesen. Es cierto que durante tres años hemos perdido fiestas y hemos propuesto otras muchas que nunca encontraron fecha para nacer. Pero da igual. El pasado que alumbramos entre ambos nos acompañará toda la vida, nuestros abrazos y cervezas todavía calientan los estómagos como auténticos irlandeses. Si conseguimos que girase una mesa que no debía girar, el interior que un hombre nunca quiso mostrar, ahora pasarse a otro país no constituye ningún problema serio. Las tecnologías construyen el camino y nosotros lo recorreremos, aunque sea con la tranquilidad que llevamos. Porque sabemos que no debemos impresionar, demostrar ni conquistar; siempre estaré ahí.

jueves, 10 de abril de 2014

¿De qué me sirve que me envidien los demás
si no me siento satisfecho con los días que me han tocado vivir?

Deja de venderme lo que ya he hecho,
eso es pasado.
Nunca me han interesado las estelas de los barcos
infestadas de carroñeros,
sino la maleza que espera mi machete,
un cincel que modela mi más preciada obra.

No quiero que mi vida pueble revistas,
no es sino el collar de perro más hermoso;
déjame elegir lo apasionante y lo bello,
lo memorable y las palabras que cultivaré
en mi última sonrisa.

Por eso

Adelante, juzga mi vida y trázame el mejor camino.
Perdona, no entendí.
Bueno, es que no soy tan bueno como tú.
Por eso solo puedo caminar por otras sendas
para retorcidos como yo.

Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo.
Yo no tomé ninguno; no tengo poema ni canción.
Simplemente sonrío con cada espina que se clava
y se pierde al segundo.

lunes, 31 de marzo de 2014

Llueve. No mucho, pero sí mucho tiempo. No sé cuándo empezó, si es que empezó; creo que lleva lloviendo desde siempre. El cielo está nublado. Cae una niebla densa, de las feas que llenan los pulmones como nicotina. No veo ninguna altura desde la que posar, nadie que sostenga la cámara. Selfie no existe en mi vocabulario. En medio de esta amnesia soy consciente de mi cuerpo (biomédico, marcado, vivido, activo), casi puedo sentirlo brillar. El abrigo es dos tonos más oscuro y pesa bastante más que al salir del hostal. Los pantalones están secos, las botas solo un poco manchadas. No tengo nada de frío, ni de calor. A duras penas veo dónde pisar, piedras sueltas entre cantos puntiagudos, charcos y trampas de barro. Froto las yemas de los dedos, guarnecidas en los bolsillos, recordando el sueño de anoche. El sueño de la primera noche. Vi mi destino: no sé qué forma tiene, dónde se esconde o si puedo llegar andando, pero sigo caminando como ayer. Esta ruta no existe en ningún mapa, el sendero se pierde en la bruma, pero sigo canturreando. Hablo otras lenguas que entiendo como propias, las pierdo, pero sigo caminando. No sabes cómo es vivir, cómo es sentir, cómo es andar como yo lo hago. Sonreír desde kilómetros de distancia y rezar por ti cada noche. Cada vez comprendo mejor que mi relación con el mundo no solo radica en mí, sino en cientos de velas dispuestas por la noche. Las rodillas contra el pecho, la espalda contra la pared, tranquilo como solo puede estarlo un ciego que todo lo ve, sonrío y soplo suavemente. Me estremezco al sentir cómo danzan cientos de llamas

domingo, 16 de marzo de 2014

Eres la Cenicienta que encontró su premio sin necesidad de tacones; solo porque lo mereces. El amarillo inundó nuestras retinas y tu sonrisa llenó mi corazón. No ha sido hasta días después que he terminado de procesarte, descubrir que eres pelirroja y tu mirada, única. Pero esta vez no ha sido mi imaginación la que ha volado lejos, sino la propia realidad. Pasar en 12 horas de groupie a guía. Ser destino de piropos; que la mesa siguiente debata sobre realidad/ficción, que a mí me da igual. Quedarás en mi memoria, como Bernstein cruzando el ferry en Nueva Jersey. La emoción de conocer mi hogar, el miedo a tener mal aliento. La vida desborda tu cuerpo, me introduce en un selfie atemporal de enunciatario por inventar. Tu brazo sobre mis hombros. Pero sobre todo, la ilusión de cargar con ese ramo de flores hasta el hotel, grabar a fuego un episodio de tu vida en que yo "ocuparé siempre un lugar destacado". La sonrisa tímida al día siguiente, cruzando caminos en la cafetería del fin del mundo. 

No sé nada de ti. Nombre, afiliación o rasgos faciales. Solo una historia esbozada a las cinco de la mañana, entre gritos de Musil y gestos de Foster Wallace. Bebía, me sentaba y bebía. Iba y venía. Seguías ahí, hablando con ella pero mirándome a mí. Esa cara trascendía la suma de sus partes, transmitía puro sentimiento. Las excesivas referencias a tu sorprendente madurez me alejaron, me sacaron afuera entre cacahuetes mal pelados y risas ajenas. Intentaba huir de tus seis años por vivir, esperanzas y sueños que solo tú debes gozar/tejer/crujir. Ahora, seis días después, puedo ver en tu mirada y aprehender tu trasfondo. Buceo en redes sociales, cruzo bases de datos y pronto acamparé en cada lugar público que haya vivido tus pasos. Aunque sea demasiado tarde, H.H. siempre vuelve a su casa para ofrecerle un último viaje más allá del espacio-tiempo. En mi breve exilio me conformo pensando en el edén que viví sin saberlo, unos minutos en los que me bañé en una mirada sin ojos, cara o cuerpo. 

domingo, 9 de marzo de 2014

Descansa, te queda un largo viaje por delante. Duerme tranquilo, que tienes los mejores padres; te protegerán y te querrán más allá de la muerte. Nada se interpondrá en tu camino, porque todo el mundo gira sobre ti. Tres Cuatro abuelos que te quieren, babean contigo y te llevan por la senda correcta, igual que tu primo. Cuatro tíos y tías que fardarán de ti, que se aferrarán a tu mano pequeña para seguir recordando lo que es la vida, la ilusión, un futuro que se caga en el miedo y en el pañal. Hasta tus vecinos, hasta ese gato moteado, hasta ese otro gato que vive en la puerta. Todos morirían por ti. Quédate mi cama, mi peluche, mi habitación y mi casa. Mi corazón ya lo tienes, no hace falta ni que cierres la mano para sostenerlo. Déjala así, levantada bajo el edredón, como han dormido durante décadas los varones de tu familia. Tápate hasta la nariz, mete la barbilla en el cuello del abrigo. Ahora tienes el derecho a sentirte parte de algo; ya llegará el momento en que el honor también conlleve deberes. Eres uno de los nuestros, una parte de nosotros. Probablemente, lo mejor; al menos de mí. El protector ahora duerme y ríe al oír su voz. Llegará el momento en que hable y los demás callen para escucharlo; las noches en que no duerma y los demás no parpadeen, para no perderlo. Todo llegará, también el dolor, pero todavía no. Cógeme el índice una vez más y sal afuera. Deja que te enseñe el sol y las flores.

sábado, 8 de marzo de 2014

Sal fuera y vive.
Venga, sal fuera.
TIENES que salir fuera.

El sol revienta, los niños juegan
y los segundos se suicidan
como siempre.
Pero el aire ha cambiado,
su aroma nos droga y promete
más días, más carne.

Si no explotamos hoy
también nosotros,
la vida muere un poco.
En estos días no existe
el futuro ni la inversión;
solo vive.
Tienes que vivir hoy, no mañana.

Me niego a que una bola de gas
decida mi ritmo y mi compás.
La alegría, la vida
no vendrán en un rayo de sol,
no son una epifanía
que reverdezca mi corazón.

Solo salto si así lo siento.
Si vivo, si quiero vivir,
es porque ha salido de mí.
Solo yo defino mis días,
para que no sienta vergüenza
cuando pueda contar mi vida.

domingo, 2 de marzo de 2014

Las culturas del cuerpo y del género. En plural, porque son tantas como seres cagan en el mundo. Y sin embargo, tu cuerpo es diferente a los demás; es el único que realmente siento. Los demás son organismos, cáscaras de la razón y el """alma""". Cuando pienso en ellos, su cuerpo es solamente un signo que me permite llegar a vivencias, pensamientos o sentimientos. Pero es tuyo es diferente. Siempre me abrazas con más fuerza que nadie, más tiempo. Puedo sentir cómo contienes la respiración mientras mantienes hundida la cabeza en mi pecho. Los tuyos, cálidos y exprimibles como ningún otro par. La gente tiene pareja, diarrea y hambre. Tienen esas cosas pero solo como palabras, conceptos abstractos. Al pensarte, te veo moverte en la cama, los movimientos de tu intestino y tu lengua moviendo la comida. Aunque no compartamos tiempo ni espacio, ni el mínimo asomo de narrativa común, siempre te recordaré en tu cuerpo. No hay razones concretas, nunca lo he probado, pero eres él. Durmiendo en mi cama, tu mano en mi pierna o noches eternas en portales y marquesinas. La noria seguirá girando, tu cuerpo crecerá y se marcará como ningún otro. Quiero vivir así.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Luchamos por ser lo que no somos, lo que no queremos ser. Nos educaron en rechazar el fracaso, en soñar el arco iris, y ahora solo saboreamos el barro. Vemos unas coletas y una sonrisa pícara, adiós a esos ojos que nos prometieron un nuevo año. Quiérete, valórate, sé tú mismo. Nuestro ego ha crecido exponencialmente desde los griegos, gnóthi seautón, mientras que nuestro conocimiento ha hecho de su eterna muerte un rasgo de vitalidad. Pero tú tranquilo: la masa es siempre el otro. Tú no naciste para seguir, sino para brillar. Si no lo haces ahora, no te preocupes; llegará tu momento. Esa mierda se atrinchera en el cerumen de nuestros oídos, apila barricadas de legañas mientras alienta la lengua, pincha las muelas para que no digieran. Eres estúpido y lo sabes, tienes que saberlo. Eres igual de estúpido que los demás, igual de prepotente y cabrón que las sombras que siempre criticaste. Olvídate ya de jugar con Mario. Nada te diferencia porque nada eres. Puedes seguir callando para guardar tu luz, alabando a Paulo Coelho porque solo él describe tu interior. Si tu cuerpo es una llave, abre tiempos extraños. Mi cuerpo es una caja vacía, que sangra, caga y suda porque alguien le dijo que viviera. Intégrate en el apocalipsis y deja de alimentar renos de nariz roja por la droga. Descubre la única verdad: lorem ipsum

domingo, 16 de febrero de 2014

Mal momento cuando nos conocemos no como la gran cura sino parte de la enfermedad. En mi cabeza no hay una manzana: solo yo. El conocimiento situado solo me lleva a hablar de mí, pensar en mí, creer en mi realidad. Otros no se alejan; tú les espantas. Las plantas carnívoras no devoran; tú las alimentas. Te acercas a ayudarlo, le prestas tu hombro y te enorgulleces de la estampa que formáis. Pero solo le clavas la rodilla en los huevos, le echas el aliento en la cara y le escupes. Deja de preguntar qué tal están los demás, pensando que puedes ayudarles, y empieza a pedir ayuda porque uno no puede abarcarse a sí mismo. Aprende a hacer algo bien, una afición que no dure solo un verano. Nadie se va a fijar en ti, nadie recopila tu vida para escribir una novela. Asúmelo, esto es la vida real y no tu vida.

lunes, 10 de febrero de 2014

Vuelvo a escuchar esa canción casi 10 años después. Siempre había estado por ahí, pero era más el preludio a ese gran final que una canción en si misma. Y ahora que le presto atención, descubro que he estado soñando con esos coros sin saberlo. Esa voz ha poblado mi inconsciente desde siempre, desde la i hasta la e. No puedo darles ningún sentido, pero sí recuerdos. Viajes sin destino en un coche nuevo, con el mismo cedé sonando una semana tras otra. Una funda de cuero que rápidamente birlé y, ¡oh, grandes misterios!, no hace una semana que ha vuelto a mi vida. Desde la capital del reino me encojo, pensando que voy a sentir contra mi cuello el roce del cinturón de seguridad. Se me arrasan los ojos solo de pensar en que una voz vuelva a decir que le gusta esa canción, esa canción que llevando sonando en su honor durante los últimos cuatro años, 5 ya. Esos gritos apagados le recuerdan embalses legendarios sin agua, el mejor pulpo a la gallega de la ciudad (¿ese lugar estaba todavía dentro de la ciudad?), ver el cine en primera fila y aun así, disfrutar. Recuerdo las tardes de jueves adoquinadas, con saludos de un quesero sin cuerpo, solo su cabeza me sonreía. Olores, colores, nunca sabores. Tuve que madurar mucho para aprender que la vida no basta con mirarla; hay que comerla. Llevar el carro un paso por detrás hasta que pesa más que yo; no importa porque era en ese momento cuando llegaba la ayuda. Otros jueves dar vueltas y vueltas, pulsar botones de colores para aparcar y recorrer medio casco histórico buscando un granizado de limón. Subirme en el caballito porque la moto es amenazadora ("¡Súbete a la moto! Tengo sorpresas para ti"). La prehistoria es subir hacia los juguetes por la primera escalera mecánica de la ciudad, remolonear alrededor de los robots y bajar por las amplias escalinatas. La subida es mecánica, nadie te libra de vivir la bajada por ti mismo. El mundo ya estaba loco pero entonces sentía protección en los ojos de los demás. Ahora siento que debo protegerlos yo.

domingo, 9 de febrero de 2014

Nosotros configuramos el espacio público: por eso me importa una mierda lo que vayas a hacer este verano. Estoy harto de que tu sonrisa empalague cada encuentro. Sufro al pensar que dentro de unas horas voy a volver a escuchar tu risa y tus gritos de amor, unos gritos extraordinariamente falsos y fingidos. No tienes vida, pronto no tendrás ni extremidades. Por eso construyes un objeto al que amar, un hijo que sabes que no existe pero te esfuerzas en abrazar, en dormir con él y él te lo paga arrancándote un ojo. No sabes lo que quieres, qué buscas, pero tienes la habilidad de lograr que la gente lo quiera también. Bueno, casi nunca lo lograr, pero lo haces saber en una transmisión de 24 horas, sin zapping posible. Eres una persona normal, supongo, que se entrega y comparte lo que cree que hay que compartir. ¿Hay algo más cruel que una persona normal? Las convenciones sociales nos atenazan no porque finjamos cortesía ante los demás, sino porque nos creemos con la obligación de compartir nuestros sentimientos, nuestros deseos. Pues mira, no, no construimos una puta esfera pública para llenarla de tus miedos a la vejez, a la soledad o a lo que sea. Compartimos cosas serias, que nos interesan a todos. Te veo abrir la boca y ya veo venir la crítica; no soy yo el juez, déjame en paz. ¿Sabes quién debe ser establecer el único filtro? Uno mismo. Si ves que sonrío pero cierro la cortina, que me río pero paro la conversación, date por aludido de una vez, chavalote. Asume que tu sonrisa no es atractiva, que ningún "me gusta" en tus fotos es porque le gustes, sino porque saben que deben pulsar ese botón. "Me gusta" como forma de dominación en los círculos sociales. Así que déjame en paz, deja de trastocar mi entorno para convertirlo en tu entorno y recuerda que tienes que vivir tu vida, no la de los que viven a tu alrededor. También existe una esfera privada. Y la amo.

domingo, 2 de febrero de 2014

Cuando corres contra el camino, contra tus piernas y tus pulmones, ganar significa nada. La vida no tiene fin, solo venas donde inyectar antiaburrimiento. Ordenar cajones, listas, luego un gesto. La voz grave llegará cuando ya no llores en las librerías. Miro la edad, las entrañas; no hay alma ni sentimiento. Sensaciones que acarician la epidermis mientras ella respira agitada acostada. Seguir cuando has llegado ya en el 0:42. Eliminar y salir del grupo. Pastiche como única respuesta a una sociedad que carece de nombre, que solo sitúa un punto de huida y se define en negativo. post y nunca proto. Tocar la guitarra para que te impresionen. Cultivar un árbol para olvidarlo. Recorres la web en busca de un hermano que haya dicho las palabras que tú nunca pensarás. La metafísica nunca avanza. Werther sigue presente, en cartas, plazas y perfiles. Todo es por amor; poco a los demás, mucho a uno mismo. A los miedos de uno mismo. Guitarras que se alzan como leds rebeldes en un anuncio de Klein. Basar nuestra rebelión por los últimos libros comprados. Seguiremos analizando posters, construyendo masculinidades y analizando legitimidades para comprar una bolsa más de maría. Generaciones después, aún soñamos con bailar en el desierto, solo para encontrar sentido a quitarnos la ropa.

sábado, 25 de enero de 2014

Tres ciudades.
Once apodos. Todos buenos.
Cinco risas.
Tres continentes. ¿Tres y medio?
Doce lenguas.
27 diplomas.
Cuatro idiomas y una esperanza.
1.128 libros (¿Dónde situar un inicio?)
Dos instrumentos.
Un dios.
Más suspiros de los que debería recordar.
23 años.
Tres padres.
Cinco hermanos.
Dos sobrinos.
295 Muchos amigos. Muy buenos.
Ocho pliegues.
128 gigas. Y creciendo.
Catorce galletas.
Cuatro yoes. Siempre reconstruyéndose.
Una sonrisa. No un número, sino un determinante.
Una determinación.

sábado, 11 de enero de 2014

Hemos confundido lo cálido con lo caliente, la risa con la sonrisa, la felicidad con el placer. Vivimos en lo cómodo porque creemos que logramos lo que queríamos. Si ese es el caso, vivo tranquilo porque es mi sueño, ¿no? Pero nunca he luchado de verdad por mis sueños. He inventado que mis sueños estaban lejos y requerían de años de sacrificio, años de hacer cosas que no quería directamente. Pero cuando mi sueño se volvía físico, cuando su pelo me atrapaba y me moría por besar sus labios, entonces me amparé en que ese no era mi sueño y debía dejarlo volar. Volar con otro. Porque yo sería feliz viendo a gente volar. Ese camino me lleva directo al banco de migas esparcidas y sentimientos masticados durante años, sin tragarlos ni escupirlos. Una vida en la escuela, enseñando a volar a una generación tras otra. Enseñando a volar, aunque yo nunca aprendí a sentir. Los miro aletear desde el umbral, sonriendo al verlos renquear y ¿feliz? de seguir con los pies en la escuela, sin necesidad de poner a prueba mis alas atrofiadas. Y cuando no sonrío, me enfrío hasta percibir el calor que flota alrededor, el único calor capaz de hacerme sentir feliz.

lunes, 6 de enero de 2014

No existe el presente, solo el pasado.
No te esfuerces por vivir el presente,
no lo rozarás por mucho que te esfuerces.

No creas a los que hablan de futuro,
no es sino un gnomo que se cuelga de ti.
No se sube a tus espaldas y ve más allá,
no.
No te traerá risa sino llanto y rechinar de dientes.

No, solo existe el pasado.
No vivas pensando en lo que haces,
no te servirá de nada porque ya lo has hecho.

Vive para crear un buen pasado
porque será tu único apoyo entre la bruma
de presente y sueño, de gusanos y agua.

jueves, 2 de enero de 2014

Mánchate.
 

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