viernes, 31 de octubre de 2014

Llegó la vida y nos pilló con el corazón hecho callo. Por fin puedo comprar mi cactus y ponerlo en mi mesa, junto al stormtrooper cabezón y la foto frente al vacío. Pero no, sigo sin señalar y decir "mi mesa". En su lugar, me aferro con mis manitas deformes al canto, los ojos apenas ven el teclado de puntillas. He brindado, he amanecido y he puesto palabras en bocas ajenas, sí, pero los vasos eran de plástico, el sol se derramaba en las chapas y las palabras nunca se pronunciarán. La vida nunca es un anuncio porque es real y nuestros días no deben compararse a las escenas; son las imágenes las que deben ser fieles al original. El único que debe envidiarme soy yo. No vivo para la foto en Facebook sino para mi recuerdo. Yo seré quien defina objetivos, hipótesis y éxito de la investigación. No me digas cómo sentirme porque ya tengo los ventrículos pelados de tanta batalla. Nada me arrebata el sueño porque ya lo vi antes, cuando era tragedia, y ahora no queda sino el remake americano. Mis alabanzas se dicen al oído entre hipos y miradas tímidas, no desde chaquetas con coderas y nombres en tarjetas. Por desgracia, nunca por suerte, conozco bien la cultura y el arte, la belleza y verdad, la mujer y yo. Llegué al estadio y me deslumbraron la masa, mi pueblo, sus sonrisas; desprecio las estrellas que no brillan con luz propia sino entre gomina y push-up. Desprecio muchas cosas que no debería despreciar, pero es que conozco tus labios y veo cuándo saldrá un beso y cuándo un látigo. Y los golpes ya no sangran porque hicieron callo. Y llegaste tú y no brotó la rosa. Y llegué yo y se fue la vida.

domingo, 26 de octubre de 2014

Y entre regalos de otros, manos pegajosas y euros de ida y vuelta volvió a surgir. Seguro que no sabes que han pasado cinco años. Seguro que no puedes ser un cabronazo, escupir. La mejor persona que conozco. Te mereces follar a diario. ¿Cómo reaccionaste ante un piropo que sentiste sincero, real, pero que sabías que no era la realidad? ¿Cómo fuiste capaz de sonreír, dar una palmadita y un choque de botellín para seguir hablando? La masa siempre son los demás, nosotros los únicos individuos con preocupaciones auténticas. Nosotros vemos Torrente porque desconectamos, por nuestra lectura contrahegemónica; los demás no, los demás pacen del soma. En el fondo sabes que nunca haces nada bien, cada una de tus palabras tiene una intención oculta que teje los hilos del titiritero. Distas mucho de ser una buena persona. Tú fuiste tu auténtica fantasía fallida y nadie más. Solo tú te decepcionaste, los demás siguieron siendo reales. Un lugar que nunca visitaste fuera de la pantalla, un baño sin alicatar y una sinfonía esbozada a piano. Parece que esa melodía les gustó a todos, te dijeron que podemos, pero nunca se llegó a acabar. La novena, reducida a un silbido. Mejor dicho, un silbido que podría haber sido una novena. No, en realidad hay otra metáfora mejor pero nunca la dirás, nunca te sajarás de verdad. Sigamos cómodos, sigamos tibios, sigamos sonriendo ante los halagos. Recoge otro premio a joven promesa, al pez más brillante de esta diminuta pecera; sigue engañando a los que no te conocen porque algún día alguien te conocerá y te tocará huir.

domingo, 19 de octubre de 2014

No mido el tiempo
por lo que me dicen de fuera,
sino por lo que vivo.

Meses de estío,
meses de hastío,
pulso pausa y nada importa.

Los demás no siguen mi ritmo, por eso
duelen.

Creen que los abandono
o que los saturo, cuando
la realidad es otra.

Semanas sin verte que se borran
con unas palabras en el móvil.
No te extraño porque siempre te tengo.

Siempre vivo otra vida más
cuando vivo un fin de semana,
una tarde o diez minutos
de brillo en los ojos.

Este no es un consejo para vencer al tiempo.
No se puede.
El tiempo no es enemigo
ni personaje secundario o maestro
de la mazmorra.
El tiempo somos nosotros
y por nosotros crece o muere.

El tiempo somos nosotros
y sobre nosotros mandamos.

domingo, 12 de octubre de 2014

Nunca he sido sincero y nunca lo seré, ni siquiera conmigo mismo. Escribir es una forma de inventarme un otro yo y sentir que digo la verdad porque no soy yo el que escribe. Catalogar mis contradicciones en biografías complementarias y que me construyan estatuas en cafés. Pero sobre todo, mentirme es una forma de creer que me conozco, que sé lo que pienso cuando miro esos ojos pequeños bajo el gran flequillo y por qué guardo esa fotografía en la esquina más camuflada del escritorio. Solo así puedo respirar tranquilo al controlar mis sentimientos, no convertirme en un pastiche de malos personajes que no saben sostener las riendas de su corazón. A base de un engaño cada vez mejor, aspiro a ser alguien y no muchos. Una frase coherente y escuchada con respeto, y no una retahíla de coletillas a media voz, siempre mirando la mesa y nunca los ojos que me buscan, las manos que quieren tocarme, la piel que existe al tacto y no solo a la vista. La mentira garantiza la distancia, el orden y los mapas que explican un mundo; pero la mentira también impone un atlas que no sirve para vivir en esta dimensión. Por eso me muevo cómodo entre las provincias culturales y nunca piso el barro que me traga. Por eso razono hasta justificar mis errores y pensar que la próxima tirada de La Mano Con Mayúsculas me recolocará en el carril correcto. Por eso me estrujo las manos delante de mí, siempre un escudo ante el mundo. Algún día lograré extraer el jugo y disfrutar del néctar de la realidad. Hasta entonces, seguiré construyendo palacios de palabras para no participar en nada más allá. Hasta entonces, seguiré sonriendo en casa al vivir la repetición, nunca la realidad. Hasta entonces, seguiré viviendo a través de un filtro porque la vida es demasiado y Valdespartera está demasiado lejos. Me mentiré y seguiré creyendo en un desayuno que vendrá mañana, hasta que mañana yo sea el desayuno de los gusanos. Y aun entonces, seguiré mintiendo; así seguiré viviendo.

jueves, 2 de octubre de 2014

No sé por qué te beso. No quiero hacerlo. Tampoco es que me repugne, solo es que no me atrae. Tus labios no me aportan nada. Me dejo llevar y arrastro mis brazos por tu espalda. Lo tomas como un abrazo y me coges con fuerza, me besas con energía. Yo me dejo llevar. Dejarse llevar... ¿por qué? ¿Cuál es ese motor externo que me lleva, que me guía por escenas y frases? Sigo con el piloto automático mientras mis pies siguen compitiendo, uno contra el otro, por ver quién me lleva más lejos, cuál de los dos me acerca más al borde. El borde... Cuando estás flotando en el mar, el borde no es una línea sino un acantilado de metros de altura y piedras de dolor. Cuando la corriente te lleva es imposible escalar el acantilado. Has caído, has arrastrado tu mundo hasta que se ha roto el tejido del espaciotiempo y has creado esa mole rocosa. El tiempo, la marea, el deseo; muchas razones para dejarte llevar. Ninguna de ellas. Solo dejarte llevar. Llorar en seco porque sientes que al llevarte, rajas todo lo que te rodea. Cuando te dejas llevar, te envuelves en tu capa de palabras como un rey vagabundo se ciñe los papeles higiénicos mal usados. Te dejas llevar y llevas tu vida a la basura, solo porque un motor externo te lo dice, el coche de detrás pitándote. Trato de olvidarme de las orquestas que tocan en la calle y me centro en mi puta malpagada pero bienpuesta. Pienso en el """éxito""" pero, como siempre, pienso en lo que no tengo. El problema es haber soñado para acabar despertando. El problema es que ningún problema acaba en sí mismo. El problema es que te sigo besando.
 

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