jueves, 19 de diciembre de 2013

En el jardín de los imposibles una campana de cristal protege un tallo. No en el centro, no el tallo más bello. Un brote de rosa sin florecer, y nunca lo hará. Hay cosas que acaban antes de empezar, palabras que no nacen en el momento adecuado y saben que ya nunca lo harán. La lluvia moja la ropa antes siquiera de empezar a secarse. ¿Vale la pena recogerla o no? Del esfuerzo dedicado a cada prenda, de la esperanza depositada en poder vestir mañana, ya no queda nada. Todo murió antes de empezar. La rosa no floreció, ni siquiera esbozó un tímido color. Nadie verá en ese brote una rosa. Nadie excepto el jardinero que la abonó, regó y abrazó; una mañana, varias noches, un fin de semana entero. La naturaleza no crece con buenas intenciones, con frases excesivamente cordiales para encerrar un sentimiento que desborda. Recoger moras no puntúa para la gran final horizontal. Y sin embargo, ahí estuvo el jardinero, a punto de entrar en el selecto club de campeones. Pero fracasó, desperdició cada competición por no entender bien el juego y solo recibió dos besos en la mejilla. Ahora frecuenta los bares, la orquesta toca Moon River y su cara sigue sin ser más que un folio arrugado. Pero cuando el sol calienta sin excederse, cuando la humedad es apacible y el viento respeta a los más débiles, todavía se acerca y abre la campana de cristal. Vierte su aliento cálido, masajea la tierra siempre húmeda y compromete su vida a una causa. Pero la ropa nunca se secará.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Y Abraham tomó la mano de Isaac
y le llevó al monte solitario
mientras su hija, escondida, miraba; 
no se atrevía a respirar, permaneció inmóvil

Cuando un ángel gritó por la masacre
la hija de Abraham alzó su voz

Entonces el ángel le preguntó cuál era su nombre. 
Ella dijo: "No tengo ninguno"
Y él preguntó: "¿Cómo puede ser esto?"
"Mi padre nunca me dio uno"

Y cuando la vieron alzarse contra la masacre, 
la hija de Abraham levantó su arco
"¿Cómo te atreves, niña, a desafiar a tu padre?"
"Será mejor que dejes marchar a Isaac"


miércoles, 11 de diciembre de 2013

Que sí, joder, que rompas de una puta vez el castillo. Tira los bloques de construcción, derriba la torre más alta que jamás habías construido. ¿No es eso lo que querías? Aísla cada pieza, que no quede ni rastro de tu creación. Espárcelas por el suelo y pisotéalas. Tríturalas con un mazo y aspira el polvo, métete una buena raya que termine de reventarte el cerebro. ¿Querías ver si aguantaba la torre? Bien, ya has visto cómo soportaba lo sobrehumano: huracanes y tifones, mareas y la canícula más agotadora. Y ahí estaba la torre, sin resentirse, todavía más brillante. Pero tú no querías la torre, solo buscabas su límite. Porque algún límite tenía que tener, eso está claro. Ahora que se ha caído no hay ni rastro de expresión en tu cara. No pain, no gain. Mucha estupidez, mucha pérdida. De hecho, ni siquiera ahora que lloras el desastre, añoras la torre. Solo echas de menos su forma en el vacío. Un espacio que habías llenado, no con cosas de valor, pero con cosas, al fin y al cabo. Ahora sientes una brisa fría y tienes que caminar sobre aristas emponzoñadas. Ojalá no tengas cerillas con las que orientarte y tu piel saboree al fin algo adulto de verdad.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Cuando me acuesto,
me tapo hasta la nariz y te miro.
Pienso en ti y digo
que te quiero.

Entre chupitos,
la barra mojada, todo se desborda;
pienso en lo poco bueno en mí,
brindo por ti y por que me devuelvas
la mirada
desde cualquier espejo.

El frío corta mis labios,
el viento me apabila
pero siento las orejas cálidas.
Sueño que aún las resguardo en tu seno;
sonrío y bendigo el frío.

La manta se nota vacía,
pero no está tan vacía.
Llorar con una película es triste,
pero sentir las lágrimas es bonito.
Ayudar, sentirme útil, es algo básico
porque tú me lo enseñaste.

En lo bueno siento tu mano
y en lo malo tu abrazo.

No necesito fotos, vídeos o cuadros
para recordarte
porque te llevo dentro de mí
y en cada paso puedo sentirte.
Sonrío una vez más
y sigo caminando



martes, 3 de diciembre de 2013

El reloj ya no dispara,
su ametralladora no ruge
sino que regala sillones, instrucción
y flores de papel.

Las paredes no se pintan, se viven.
Caminas por la calle y te paras en los escaparates,
solo para mirar(te).
El consumo como proyección del yo,
por fin comienzas a construir(te).

Nunca escribiste para los demás,
solo para ti.
Que a otros les gustase, eso es colateral.
Aprendiste a vivir(te), a mirar(te).
ya has aprendido a posar(te).

Pero no (te) engañes.
Nada de esto va sobre ti.
Gil de Biedma, Burroughs y esa chica,
todos lo entendieron antes que tú.

Mañana no eres tú, no son los demás.
Mañana pasa estés o no estés.
La intimidad como último reducto:
solo posees lo que callas, lo que proteges.
Déjalos que devasten la playa pero
guarda entre las manos
la última lata de cerveza.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Claro que sí, campeón. Sonríe y cógela de la cintura. Mírame con desprecio. Siente orgullo por esa joya. Pero no es una joya, es una mujer que tiene deseos e ideas. Y pronto los vas a sentir en tus propias carnes. Se acabó salir de casa a la hora. No más litros en tres minutos ni conversaciones hasta el amanecer. Y aún tienes el valor de decirme que no eres nadie si alguien no te quiere. Si tu identidad depende de otra persona, mejor que te pegues un tiro. Me da igual que sea mujer u hombre, amigo u onanismo. Básate en otra persona y acabarás siendo otro. Sí, el amor es lo mejor del mundo, y lo es porque es horizontal. Amar es Castells pero tú solo limpias tu panóptico. ¿Y para qué? ¿Para retenerla en un bar, besándola mientras miras a los buitres que se le acercan? No quiero conseguir nada que me obligue a idolatrar, ser una mula y no un bastón. Y el otro caso es peor, la de la sonrisa afilada como una guadaña: alimenta esperanzas, riega ilusiones con caricias para cosechar bebidas y favores, hasta que la savia abandona al hombre seco, plantado en una tierra estéril. Cambia de cara para conseguir una estampa aún más adorable, un nuevo cariño para avivar la hoguera. Los ángeles se arrancan las alas, los cantores sajan sus pulmones, los taxistas apagan el cigarro en el depósito. Ninguna estrella caerá, sino que se mantendrá altiva sobre ti. Ningún honey endulzará tu café; solo se cortará la leche. Si usas el amor para calentar la cama, siempre tendrás los pies fríos.

martes, 19 de noviembre de 2013

Llego y ya está allí. Me voy y seguirá dos horas más como mínimo. Jersey sobre los hombros, anudado. Algunos cabellos sueltos sobre la cara, inclinada hacia el piano. La mano izquierda apenas oscila entre dos pares de notas, firmes y seguras; es el sostén de la canción. La mano derecha corre sobre los agudos, juguetea hacia arriba y vuelve a bajar, se detiene en aislados suspiros, casi inaudibles entre los ruidos del metro. Otro vagón, otra carga de mercancía que se apresura a las escaleras, entre whatsapps, risas sobre la primera palabra de un nieto o libros detenidos por un instante con el dedo índice. El piano sigue sonando, alguna monedas caen por principios mecánicos pero nadie sigue el rastro hasta la fuente, ese rostro que escudriña la sociedad. No busca un hombre con un farol. Al revés, derrama sentimientos a través del pequeño altavoz (nadie entiende con qué energía funciona, si no es con la del pianista). Antes de la siguiente oleada de pasajeros, me arrebujo en un rincón con los suaves sonidos. No se oía nada en la estación hasta que llega una pareja, precedida por sus gritos. El chico la sujeta del brazo justo enfrente del pianista, le recrimina algo señalando el móvil. El problema no es la tecnología, son los usos sociales. La pelea deshace la manta que nos cubría. El pianista mira con sorpresa a la pareja, sorpresa y estupor. Ladea la cabeza porque no comprende pero sabe qué hacer. Retoma los hilos, entreteje a dos manos la vida en su piano, abalanzándose en ocasiones. La pareja calla. Los dos sonríen y se besan. Me subo al metro, jugueteando con un folleto de publicidad. Fuera, en la estación, se llevan al pianista en una camilla, muerto, con la mano oscilando apenas un par de veces.

viernes, 8 de noviembre de 2013

El pequeño Tom le dedica un gol a la preciosa Tanya. El rubio, ojoazulado y pielsoñada Tom. La siemprerisueña, reciberegalos y reparteabrazos Tanya. No es nada, piensa Layla desde dentro de clase. Por la tarde, cuando nadie los ve, ambos comparten empujones, abrazos y miradas. Cuando cierra los ojos, ve sus ojos clavándose en su oscuridad, y sonríe por haber encontrado el Bien. Tom siempre es perfecto siempre es así, donde va triunfa y no puedes pararlo, una vez que ha empezado. Por eso Layla no quiere espantarlo, lo deja hacer lo que quiera; solo así vendrá un día a sus labios. Mientras tanto, memoriza las fotos de su perfil, sus canciones favoritas y todos sus familiares. Layla es quien oye sus plegarias, quien está ahí; Tanya no es sino la-manta-que-nunca-abriga, esos pies fríos que ay apártalos. Layla sonríe mientras Tom dedica el gol a Tanya, pero rompe la tiza en su mano cuando los ve besarse. Al salir de clase, él oroazulblanco corre tras ella, la premia cargando con su hombro, su cuerpo siempre tocado o soñado. Layla sigue sin volverse atrás y Tom se enfada. Interrogantes vs. Exclamaciones, más enfados con más silencio con más pasos con más que te jodan con más tú antes molabas con más silencio con pasos parados. Un día después, Layla no acude a clase y Tom sigue marcando dedicagoles a su mostraquerida Tanya. Al día siguiente, Tom cumple con su tarea y se vuelve hacia la esquina. Solo le da tiempo a ver el suelo rojo, Tanya en el suelo Layla de pie y una escopeta apuntándole, un cañón aún humeante-húmedo.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Juguemos otra vez, ahora yo manejo las blancas. Da igual qué peón elijas, hacia dónde bascules el juego. El resultado es el mismo: arrojo el rey nada más acercarme al tablero. Un roce tumba la torre. Los brazos entrecruzados hacen explotar el alfil. Cabeza con cabeza, como un mes atrás; los mismos fuegos que estallan dentro del caballo. Los dientes mordiendo la lengua en una sonrisa que se sabe irresistible. Pero no importan las armas sino el tablero, la línea de fondo. Retroceder el alfil para no asustar y forzar el enroque. Sacar a Shakespeare y Faulkner, pero el contraataque es terrible: el gran Joyce. Perderse por las calles, subir y bajar, entrar y salir, beber y hacer cosquillas. Reír, reír solo de verla enfrente. Better together, es obvio, pero qué together? Cuando llego al final del tablero, a la última casilla, no quiero salir; me abrazo y nunca me soltaría. No quiero exponerme al viento fuera de la mesa, al frío sin ella. El juego no importa, es puro teatro. Sí, me gusta acariciar los peones, pero quiero conocer cada onda, quiero quedar a comer y a cenar, quiero ser tú ahí enfrente, con tus fichas. Seguiremos jugando cada vez que nos veamos, porque yo cuidaré de ti. No dejaré que nadie te haga daño, ni siquiera yo. No hasta que termine esta fiesta de mierda y te sientes a mi lado, sonriendo como solo tú sabes. Viviendo como solo tú sabes.

martes, 22 de octubre de 2013

Quiero saber cómo te estremeces en una película de miedo, en una noche de diciembre y viendo el telediario. Cuántas veces te han empujado contra la pared, cuántos labios has mordido. Si das besos en el cuello o en los hombros. Coges de la cintura o te aferras a una mano. Dedos entrelazados o meñiques enganchados. Si fumas hasta quemar la boquilla o los arrojas a medias. Deseo quedarme en tu mano agarrando el botellín de cerveza, tus labios sobre la boca, tu garganta tragando. Con qué lado masticas la comida. Cuál fue el primer chico que besaste. Cuál el último. Quién te hizo gritar por primera vez, en todos y cada uno de los sentidos. Qué películas comentas y en cuáles exiges silencio. Si te duermes en mi hombro o en mi regazo. Qué ojo guiñas. Tu camino hasta la universidad. Qué cosas has chupado. Necesito saber dónde guardas los libros, cómo lees. No me importa qué lees, solo que lees. Qué se siente al ser tú, sin creerte todo lo que te digo. Cuántas veces has mordido un hombro, un brazo. Cuántas patadas en los huevos has dado. Tus pesadillas, tus fobias, tus manías, tus aspiraciones. Tu política, tu ética, tu literatura. Tu cara al hablar por teléfono. Tus dedos jugueteando cuando no piensas. Tus caricias. Tu mano. Tu porqué. Tu vida. Tu nosotros.

lunes, 21 de octubre de 2013

El niño entra corriendo a la librería. Tiene el tiempo justo para comprar un libro, un solo libro, antes de que su madre salga de la peluquería. No pasa nada, siempre hace listas y listas de libros por comprar, autores interesantes o títulos guays. ¿Cuántas veces ha comprado un libro solo por la portada o el título y se ha encontrado una joya? Además, justo le habían hablado de uno en especial. Pregunta por él, casi salivando, pero no lo tienen. Bueno, no pasa nada. Por libros será. Recuerda un par más, pero son difíciles de encontrar, seguro que no los tienen. ¿Cómo se llamaba el libro aquel...? Bueno, da igual, si mira los lomos seguro que hay alguna presa interesante. Los autores extranjeros siempre han tenido más chicha, son para saborearlos despacio, justo como a él le gusta. Recorre toda la estantería sin encontrar ni uno solo que le guste. Bueno, pero alguno tiene que haber. El niño comienza a ponerse nervioso. Vuelve al principio y va más despacio, pero encuentra la misma mierda. Bueno, alguno que sea curioso, alguno que me llame la atención. Nada. Lee los títulos pero ninguno conecta con él. ¿Qué ocurre? Joyce Carol Oates, David Foster Wallace, Antonio Muñoz Molina. Ya no son sentimientos, ya no son historias, son solo datos. Entradas de Wikipedia, referencias en un paper, epitafios de una pasión. El niño empieza a sudar, las tijeras en la peluquería están trazando el final y él no encuentra un libro. ¡Decídete, rápido, no seas tonto, te gustan todos! Temblando, los ojos anegados, encuentra la sección de clásicos. Muertos de otra sociedad, discursos que justifican estructuras sepultadas por el viento. El niño rompe a llorar y coge un título conocido, sin recordar que empezó ese libro y lo dejó porque no le gustaba. Paga y, todavía con respiración irregular, vuelve al coche con su padre. Arroja su última adquisición en el maletero, con la esperanza de que nunca salga de allí y no le recuerde su fracaso.

martes, 15 de octubre de 2013

No cantes, sirena, ni siquiera hace falta. No te molestes en enseñar los pechos o soltar tu melena al viento porque ya me has secuestrado. Mis palabras, mi silencio, mi escepticismo, todo ha caído al suelo ante una simple mirada tuya. Me até al mástil. Me recordé una y otra vez el veneno de tus colmillos, tu lengua bífida, las escamas que me desollarán como intente amarte. Y sin embargo, una vez más suspiro por tu canto. Sueño con bañarme en tu perfume, perderme en tu cuello y no salir nunca de ti. Amo tanto la rosa que no me pincharé con las espinas. Grito y me libro de las cuerdas. Salto al mar y nado hacia tu roca, pero me detengo antes de llegar. Ya nada es como otras veces. Tus palabras no resuenan como un ángel en la iglesia. Tus ojos ya no me sacan el alma. Sonrío y doy media vuelta, pensando en cuántos días durará esta calma, hasta que vuelva a fletar un barco para estrellarme contra tu roca.

lunes, 7 de octubre de 2013

Escucha la canción solo una vez más. No te vayas a dormir todavía, visita otro perfil o sigue mirando fotos viejas. Haz lo que quieras, pero no te levantas de la silla, no te acuestes aquí y te levantes allá. El tiempo sigue empujándonos por las escaleras pero jugamos a perdonarle. Sueño con despertarme y volver a caminar todavía una calle de 300 kilómetros, entrar en esa clase por primera vez, poder abrazarla una vez más... Soy tan iluso que cuando abro la puerta, aún espero encontrarla cocinando y darle un beso por sorpresa, que se asuste. Que todos los sustos fuesen así. Que aún compartiese la manta, que aún me diese la razón, que aún siguiese siendo ese niño bueno. Ojalá no hubiese descubierto que no solo los cuerpos mueren, sino también los sueños, las esperanzas y las ganas. Sigue viendo fotos viejas, pensando en cómo serían hoy en día. Escucha la canción solo una vez más.

domingo, 6 de octubre de 2013

Sonríe con timidez mientras deja la flor encima de su mesa. Una rosa recién cortada de su jardín, envuelta en papel de plata para evitar que pinchazos con las espinas. En cada pliegue, el niño se mira, eufórico cuando su profesora le da un beso de agradecimiento. Ya piensa en el siguiente paso hacia su sonrisa, su perfume, sus abrazos. En el recreo, los demás juegan fuera mientras él la ayuda a recoger pinturas y sillas. No hace falta, ve con los tuyos. Para él no hay nada fuera de la habitación, solo ella. Se recrea en su voz, en sus gestos, no ve el mundo que lo rodea. Renuncia a recreos, postres y juegos. Reprime lloros, enfados y problemas. Reúne siempre fuerzas para una sonrisa, una caricia, una pregunta. Siempre recibe un abrazo o un beso en la frente, y es feliz. Es algo más que un niño encaprichado, una obsesión de madrugada. No está enamorado, no. Es una ensoñación. Una burbuja que se pinchó en un recreo perdido más. El sol entra por las ventanas, los niños se divierten al otro lado del cristal. Él la observa ordenar los rotuladores, el pulcro escritorio, un breve temblor en su rostro. Corre hacia ella y se abraza a sus piernas, roza su cintura con la cara. Ella no dice nada, solo sonríe, pero él reconoce que todo se rompió. Al día siguiente no hay rosa, pero el niño sigue sentado en su pupitre durante el recreo, incapaz de salir de esa clase. Su clase.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Creemos que nos movemos, pero en realidad solo nos comportamos según nuestro entorno. Recogerás lo que siembras es solo una forma de decir que no eres tú quien decide tu futuro, sino las personas de tu alrededor. Nuestra vida está condicionada por las palabras del conductor del autobús, la sonrisa de la librera y la palmada de un hermano. Podemos ser tan jodidamente egocéntricos de pensar que somos como somos porque lo hemos decidido, porque hemos madurado, pero no es así. No maduramos, nos hacen madurar. No aprendemos, nos enseñan. Lo poco bueno que hay en mí es lo que ha calado de los demás. Los demás, ese dios multiforme y sin mandamientos. Vivimos en sociedad y formamos parte de miles de vidas. Una frase de borrachera o una cara sonrojada perduran en nuestro corazón durante años, capaces de levantarnos cuando nos caemos. No elegimos en las encrucijadas, otros escriben nuestras acciones. Por eso dejamos volar libres a quienes queremos, let her go, porque sabemos que nuestras vidas ya están entrecruzadas. Los sueños se llenan de faunos, cucarachas y trolls, pero nada asusta. Bueno, todo asusta pero todo se vence, gracias a los demás. Encárgate de buscar unos buenos demás, porque la parte de ellos que vive en ti es lo único que te hará grande.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Voy por un camino pero descubro que son dos. Lo real y lo hiperreal, lo que es y lo que ha pasado a ser. Una no sustituye a la otra. La gravilla de ambos caminos se clava de la misma forma en mis zapatos. No hay uno que sea más real, uno que sea una metáfora. Ya he asumido que vivo en dos niveles a la vez, que soy dos caminantes con dos destinos pero una sola vía. El pierrot que acuna al niño ríe y llora, ama la luna y la maldice a gritos cada 28 días. Es incómodo, ilógico, pero es. En medio de orcos que acechan en los bares, fantasmas que secuestran mujeres y brazos que acaparan todos los besos; en medio de todo eso, que algo sea de verdad es algo muy serio. Perder, reír, suspirar y maldecir. Contar el tiempo y mentir. Ponerse de puntillas y envejecer y mentir. Saludar y huir. En ese medio, la realidad no es, sino que solo llega hasta mí, siempre transformada pero siempre igual de real que antes. Pero los abrazos no son, el vértigo no es, no somos nuestras palabras y nunca serás un lamento. La gravilla resuena, como en un cementerio y como en Grândola. Ambos resuenan, ambos son reales e hiperreales, ambos son filósofos y poetas postadolescentes frustrados. Ambos juegan a ser mientras yo sigo caminando, sin ser nada.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Cuando te empujo con el hombro, 
te digo que te quiero. 

Cuando te pongo una cara sonriente :D
te digo que te quiero. 

Cuando me río, 
te digo que te quiero mucho. 

Cuando me quedo mirándote, 
sin mover ni un músculo, 
cuando me llevo las manos 
a la cabeza, 
cuando suspiro, cuando no, 
te digo que te quiero. 

Cuando no me muevo
y solo os escucho hablar, 
os digo que os quiero

Cuando te pregunto qué tal estás
y dejo que otros te abracen, 
te levanten y te coronen
mientras yo no me levanto,
te digo que te quiero. 

Cuando te digo puta, zorra, 
cabrón, corazón, nenaza, cagao, 
te digo que te quiero. 

Cuando solo me siento a tu lado
te escucho respirar
y critico el cono o el país que sea, 
te digo que te quiero. 

Cuando te abrazo, 
cuando oigo tus pequeños pasos
y cuando me escondo 
al sentir tus pies de puntillas hasta el timbre,
te digo que te quiero. 

Cuando pienso un chiste más, 
una referencia más rebuscada, 
o un puñal más afilado contra tu espalda, 
la espalda de toda la familia, 
os digo que os quiero. 

Cuando todas las noches pienso en ti al apagar la luz, 
veo tu sonrisa y te saludo, 
cuando lamento no haber pensado en ti cada segundo del día; 
cuando prometo parecerme más a ti, 
ser mejor, hacerte sentir orgullosa, 
entonces y siempre te digo que te quiero.

Cuando respiro, 
te digo que te quiero. 

Una vez me dijo una peluquera
que nunca estoy solo; 
ella siempre sentía un calor a mi alrededor. 
Muévete, date prisa, me digo ahora, 
haz que ese calor inunde el mundo. 

lunes, 9 de septiembre de 2013

Te mereces los siete tormentos capitales por hacer pisado esa rosa. Acudiste con un martillo a la puerta de un colegio, dispuesto a destrozar cada niño que saliese por la puerta, cada sueño que asomase a la superficie. Te has esforzado por devastar los campos; esperando en cuclillas, como un sádico, con tus tijeras dispuesto a cercenar todo brote verde que asomase. No has hecho sino destruir lo que construimos, vomitar sobre nuestros trajes y follarte a nuestros peluches. Solo espero que la muerte se cobre tu factura, pero lenta y minuciosamente. La de tu pelo cuidado con lágrimas y reprimidos insultos. La de tus ojos esculpidos con el desprecio que has regalado a todos menos a tu guitarra. La de tus gestos mimados con adoración y disculpas, pensando que tú eras diferente y podían curarte, sacar la mariposa que eres. En realidad, solo eres una bolsa de mierda, que desborda cuando te mueves o abres la boca. Solo puedes contribuir al mundo enterrándote lejos, en silencio. Cuando mueras, solo tendrás el olvido más frío. No vales ni la energía de ir a bailar sobre tu tumba. Me da igual que te borres pronto o tarde, solo quiero que dure el tiempo suficiente para que seas consciente de que está pasando, de que estás desapareciendo, y de que estás solo. Siempre has estado solo, vacío, porque el odio que todos sentimos hacia ti se desvanece en cuanto contemplamos la rosa, sonriendo al rocío de una mañana eterna.

viernes, 23 de agosto de 2013

Equivocarse no es darle al enter al escribir una entrada. Eso puede englobarse dentro de "juguemos con la serendipia para pensar que tenemos una misión". Equivocarse es conocer esa misión y no hacerla, o creer conocerla y defenderla con fe. Si fueses normal, te repites una y otra vez, pero ¿quién te crees para pensar que no lo eres? No, ya sabemos que no es superioridad, o al menos no la ceguera egocéntrica habitual, pero sí crees que debes cumplir con una misión. Que solo tú sujetas el fiel de este mundo torcido, trucado. Sabes que en el fondo estás llamado a hacer grandes cosas, llevan repitiéndotelo desde que eras un niño. Pues bien, sácatelo de la cabeza porque el mundo no es un teatro, la vida no es una película. Todo se reduce a un cronómetro y las brazadas nerviosas que des para mantenerte a flote. Lo demás es el sueño que inventó el capital para hacerte sentir único. Tu peluche, tu castillo, tus joyas, tu coche. Todos somos jodidamente iguales, los gustos nos diferencian para que no nos demos cuenta de que somos clones, mismas mentes en cuerpos de diferentes tamaños. Hoy en día, escogemos nuestra vida de un menú cerrado de opciones y filtros; esa es nuestra libertad. ¿Cómo ser diferentes cuando todas nuestras acciones se listan en el Necronomicón? ¿Cómo ayudamos a los demás si solo pensamos en nuestras propias experiencias? Si alguna vez encuentras la respuesta, grítame. Me estaré alejando para ver algo.

miércoles, 21 de agosto de 2013

La vida no es más que un sendero de pistas, de acertijos enrevesados y esfinges que acechan tras tus lágrimas. La vida te lleva por caminos jodidamente raros, imposibles de descifrar si estás solos. Cuando te apoyas en los demás, cuando descubres que tienes 6 piernas más, solo entonces llegarás lejos. Da igual cuántas tonterías hayas dicho o cómo de perdido te hallas. Cuando tienes buenos amigos, cuando puedes confiar en otros pulmones y otros ojos, entonces la vida brilla como ningún cielo lo ha hecho jamás. La radio habla de ti, los bares abren para ti y las entradas no son instrumentos de control, sino medallas que lucir orgulloso durante toda la vida. Tumbarse en el suelo, pintar huevos o dejar cuadernos sin acabar. Allá fuera siguen las prostitutas de labios pintados, gritando tu nombre para atarte a su cama. Los coches siguen saliéndose en la misma curva, directos al cementerio y al olvido. Pero las golondrinas vuelven, no se celebran los años sino los meses y los anhelos más absurdos. Ya no hay aviones, besos tristes ni abrazos ausentes. Solo un cálido interior, más allá de cualquier ciudad.

lunes, 12 de agosto de 2013

Construyes un castillo, pero soy yo quien querría fabricar una fortaleza de cristal en torno a ti, un escudo que te protegiera del dolor. Sí, el dolor enseña, pero prefiero que aprendas con esos enfados de engañifa antes que con un corazón roto. La muerte forma parte de nuestras vidas, lo que daría por que tú nunca lo descubrieses. Me descubro pensando en que ojalá nunca llores al subir a un autobús, nunca acaricies tu mejilla pensando que lo hace otra persona o huelas un perfume por la calle que te lleva a diez años atrás, de donde nunca quieras volver. Sé que debes hacerlo, sé que si no saltaras estas vallas nunca llegarías a la meta ni cruzarías la salida, pero es que el mundo te depara tanto dolor... La vida es maravillosa y plena, tal y como está, pero daría mi vida para que tú fueses diferente. Que el dolor fuese una palabra recurrente en toda canción, que las lágrimas solo te sirviesen para completar una rima. Que la muerte solo le ocurriese a tus muñecos. No te estoy deseando una vida menos plena, y por supuesto no te hablo con superioridad porque mi vida me haya dado un doctorado. Mi modestia es sincera; solo te hablo así porque te quiero, y creo que lo mejor para ti y para todos nosotros sería disfrutar más y sufrir menos. Aun a costa de aprender menos. Pero como la vida es solo lo que pasa, te deseo fuerza y sabiduría para saber apoyarte en los bastones oportunos, porque siempre los tendrás ahí, como yo los tengo. Ojalá te mantengas siempre joven, siempre risueño aunque la primavera llore por su hijo muerto.

lunes, 29 de julio de 2013

Durante veinte años he vivido bajo un hechizo del que me ha costado despertarme. Alguien por inventar, ayer y ahora, todos los acrónimos inimaginables para ganar el favor de un vulgo ajeno. Mis decisiones e incluso mis sentimientos han sido modelados por esa tormenta de fina arena, una batalla que hiere sin doler. No sé si tener una carrera me ha valido para algo más que conocerme a mí mismo, pero mereció la pena. Por eso no me vengas ahora con lo que soy o dejo de ser, con lo que busco y lo que necesito. El carrusel argentino continuará por siempre, pero ahora tengo el horizonte de referencia. Obviamente no se qué se esconde tras la próxima subida. Lo que más me sorprende es que me encanta no saberlo, entretenerme en un qué minúsculo y precioso de conversaciones sobre comida, dolor de espalda o posmodernidad. Siempre he pensado que uno nunca es feliz si para a pensar sobre ello, pero estoy en una alegría calma que me acaricia el brazo con deleite. Por eso no te esfuerces: nunca has llegado a conocerme y nunca sabrás lo que pienso en realidad. ¡Si ni siquiera sabes cuándo disfruto! Basta que digas algo para que me vaya en la dirección contraria. Aunque no proteste, nunca llegarás a conquistar mi cabeza. No tenéis la razón, por mucho que os empeñéis y mostréis superioridad con cada músculo de vuestras faces. Si sois felices así, disfrutadlo, porque nunca os acercaréis a la realidad, a mí.

martes, 9 de julio de 2013

La gente muere a diario. Ya no en países lejanos, vídeos de pasada en un informativo. Mueren en tu facebook, en tu twitter, entre fotos de Londres y fiestas pasadas por vino. Tu vecino juega los fines de semana en tu casa pero estalla la guerra y tienes que matarlo. O mata a tu hermano. Y esto no es la noticia; solo un número más a la cifra que leerá el presentador durante las colas. La historia de una persona que cambia, que mata a aquel que abrazaba de pequeño, eso no importa. Eso pasa a diario, es un tema manido en novelas y películas y canciones y cuentos de hoguera. Un niño muere ante su madre, sus pequeños pulmones dejan de encogerse para reír. Sus manos ya no cogerán las suyas, ya no la empujarán hacia otro juguete estúpido, otra chuchería barata pero que debemos rechazar para educarlo. Pero ya no pensamos en eso, solo en pobres padres, qué golpe, ya nada será igual, y pasamos la página del periódico para completar el sudoku. Apartamos la mirada cuando vemos a un hombre dormir en un cajero, abrazamos a nuestra novia para que no le tema. Si mirasemos a esa persona a los ojos, a esos ojos que lloraron con Up o no parpadearon con La Guerra de las Galaxias, veríamos. A qué jugaba de pequeño, la primera chica a la que besó o esa canción que le recuerda a sus padres. Si hablasemos recobraría su voz, una narrativa desmedida porque no tiene oyente pero es puro sentimiento. La chica a la que protegió una noche, sin que ella lo supiese. Su pelo de vainilla. Pero nunca conoceremos más allá de sus riñones doloridos por el suelo, el pelo que no se atreve a tocar.

Hay vida real más allá de las palabras que expresan la tragedia. Unas manos como las nuestras, unos dientes que mastican como nosotros y más de un sueño en cada cabeza. Pero no queremos aceptarlos como personas, solo como palabras. Solo nosotros sufrimos: nos dejan, suspendemos, no tenemos coche, nos debemos quedar en casa un fin de semana. Todos sufrimos, muchos más que nosotros. No podemos quejarnos, debemos disfrutar por ellos de nuestras guitarras, nuestras cervezas y nuestros baños. Aunque desafinemos porque por dentro también estamos rotos. Aunque todo esté tibio y sin parecido con nuestros sueños/publicidad. Aunque las piscinas no terminen de llegar. La tragedia está a nuestro alrededor; refugiémonos en las pequeñas cosas, que son las que importan. Aunque no existan.

domingo, 7 de julio de 2013

Eso de que a veces una vida no es suficiente. Claro que lo es, el problema es que estamos más ocupados en organizar los capítulos que en dotarlos de contenido. La imagen sobre la vida, el eco por encima de la voz. Y así solo conseguimos perdernos en la espuma del mar, en vez de disfrutar una ola. De la misma forma que se puede escuchar música clásica en una discoteca, podemos hablar de literatura y putas sin que el concepto de realidad se vea alterado por completo. De hecho, solo así seremos completos. ¿Qué pretenden los que nunca se ríen de sí mismos, los que tienen razón siempre o los que nunca saltan y solo miran? ¿Qué sentido tiene no equivocarte si nunca corres delante de los toros, si nunca estás vivo? No se trata de beber y salir más que nadie, sino de hacer todo lo que sientas que puedes hacer. El mayor secreto de la vida es que nada nos impide vivirla, ni siquiera es difícil disfrutarla: solo tenemos que zafarnos de la autocensura, la peor de todas, y reír o golpear cuando queremos. Discutir sobre filosofía no te impide disfrutar con una canción cuya letra son solo tres vocales. Al revés, deberíamos darnos cuenta de que solo rompiendo las barreras que nos definen podemos encontrarnos. Y una vez que lo haces, ya no te conformas con escribir sobre ello. Vives todas las vidas que componen la tuya.

martes, 25 de junio de 2013

La vida te lleva por caminos raros. El camino entre dos puntos puede ser recto o tuyo, una línea recta o una deliciosa floritura. Unos hielos que tintinean en la barra del bar, entre un escote y una sonrisa. Un abrazo en una parada, rápido porque el bus acecha pero tan intenso como un grito reprimido. Nunca sabremos qué hay detrás del telón, qué esconden las estrellas mal pintadas y las casas de paredes torcidas. Pero seguimos tocando después de cada bache porque las notas llegan más lejos. El acorde brilla, los dedos acarician y la mano crea con el corazón, sintonía alcanzada tras abandonar la razón. En la vida nunca nos defraudamos; es la historia que se recrea en un meandro para presentarnos el anillo escondido en la pelusa. Y tú tranquilo, que cuando hay que ser torrente el agua nos desborda hasta arrasar la presa. Déjate llevar porque puedes vivirlo todo. Toca la guitarra y vomita en un portal. Lee un libro y salpica una cara bonita. Pero nunca, nunca lo intentes. Hazlo o sonríe desde el otro lado del escaparate. La vida te lleva por caminos raros. Puedes andarlos o sentarte en un prado pero nunca esperes que la vida camine por ti.

jueves, 13 de junio de 2013

Todos somos muñecas de retales, diferentes materiales y distintos tamaños.
Nuestros días, nuestras frases, son de otros dueños y nosotros las robamos.
No existe nunca un argumento, solo una rayuela, una tirada al caos.
El padre, la madre, el guerrero, la vieja, el herrero, la doncella y el extraño.
Todos somos todos, por eso estamos condenados a ignorarnos.
Un poema épico nunca tiene dueño, nunca acaba cerrado,
sino que cada voz y cada lector añade una nueva línea al canto.
Sonreímos y halagamos a los demás para ganar nuestro regalo,
escuchamos con interés porque alguien nos cogerá la mano.
Por eso, si hemos besado el viento, no tememos llorar sobre la loza;
alguien vendrá y borrará todo plantando una mariposa en nuestra boca.

Ese alguien seremos nosotros mismos, o nuestras sombras.

domingo, 9 de junio de 2013

Hay cosas que llegan, cosas que llegaron y no las viste, cosas que nunca llegarán y cosas que jamás partirán. La vida es como ese sendero de piedras para cruzar el río, saltando de una a otra para no mojarte. Si te caes, te ahogarás en el sinsentido de la vida con minúsculas: trabajos, amoríos, viajes, regalos, odios, gentes. No puedes mantener el equilibrio sobre una roca: ponerte la lista de reproducción de 6 años atrás y el videojuego de tu adolescencia, y fingir que el tiempo no pasa. El río arrasa con todo. Solo sobreviven los afortunados del lecho, incrustados como ostras tejiendo perlas sobre el dolor de un grano de arena. Sobre esos pilares brotará el sendero que te permitirá cruzar el río, vadear cualquier obstáculo. En el fondo, da igual la edad, la educación o la compañía. Ni el pasado, ni los filósofos ni tu pareja va a vivir tu vida. Solo tu. Por eso tienes que pivotar siempre sobre las rocas, con la vista fija en el horizonte para no marearte. Y beber y llorar y aprobar exámenes y romper corazones y pelear y robar y que te roben y que desees que te roben y reír, siempre reír. Solo podrás llegar hasta la otra orilla si eres siempre consciente de dónde te apoyas, si sientes esa piedra y no deseas estar en la siguiente. Los juguetes partieron a la guardería, la universidad se acabará y un nuevo día brillará. Pero no vives ni el pasado ni el presente, ni un kilómetro al norte o al sur. Cuando te sientas perdido, mira tus manos y valora su trabajo. Recuerda que solo tú las mueves y puedes ponerlas donde quieras. No te cortes, aprende ese acorde y acaricia ese pecho. Solo tú podrás hacerlo.

domingo, 2 de junio de 2013

Robert Frost tomó mi camino y se arrepintió toda su vida. Los suspiros marcan los caminos, las huellas son los latidos. Callar cuando no debías y hablar en algún momento, nunca es buen momento. Pero el problema no es que el calentamiento global acabase con el hielo, sino que el invierno construyó otro planeta, otra población que en nada se parecía a la real pero que era su única verdad. Como dijo una vez la Maga, da igual el cuadro que seas mientras no seas un espectador. Vale, sí, los visitantes hacen necesarias las pinturas, las esculturas, pero no son parte del museo, no conforman la realidad. Son la horda extranjera que acota y precinta el museo. Y el frío, no contento con ser un simple espectador, se convirtió en el peor público posible: aquel descontento con lo que ve y que decide crear otra lectura, una metáfora mucho más compleja que la primera pero cómoda para él como un guante. Si la modelo era antipática y antipersonal, el hielo creyó ver más allá de la propia realidad para hallar la Verdad, y así plasmó su arte. Los paisajes retorcidos se convertían en retablos barrocos; las aguas insalubres, en mentes líquidas para una nueva sociedad. Se quitó el sombrero y se sentó junto al río para disfrutar, para contemplar su creación y vio que todo era bueno. Pero su vida era una narración sin antagonista, una luz sin oscuridad que le diera sentido, y el frío no podía soportarlo. Él era el bien, el orden de todo, así que no se atrevió a crear el mal pero dejó que floreciese en su interior. Rabia, odio, rencor, angustia. Caballos desbocados que llenaban de mierda los bellos jardines del invierno. Así que el hedor se extendió por donde pudo y el frío no hizo nada. Las modelos reventaron en espuma, los árboles temblaban por el mono, la hache de hola se clavaba en sucesivas oleadas, y el odio... Frost odió a sus musas, a las imágenes que había creado, porque eran todo lo que él siempre había odiado.

viernes, 24 de mayo de 2013

Viste la luna una noche, no vivas pensando en habitarla.
Hay trenes que nunca pasaron, solo era una farsa.
No cuentes las millas porque nunca mandarás una carta.
Quema los libros, quémalos ya.

Santander es solo un punto en el mapa,
nunca vida ni tiempo ni caras.
Olvídalo, desiste de visitarla.
Solo queda esa bolsa de patatas,
una risa que nunca acaba,
enamorarla con la guitarra,
amarla.

Pero la verdad desagradable asoma;
tus recuerdos son falsos, solo una broma,
y esos árboles solo alimentarán la carcoma.
Diviértete hasta que tu casa arda.


domingo, 19 de mayo de 2013

Hay una gran delicia escondida en dejar colgar los pies. Asumir que el suelo huyó de nuestras raíces y solo hay aire. Frío vacío. Los tobillos, siempre a noventa grados, deben definirse; ya no vale ser un mártir, asumir esta forma por el resto del cuerpo, sino que te toca vivir. El movimiento ya no es rígido, siempre hacia delante, sino que el tiempo se arremolina como las ondas en el agua. Nuestros apéndices juguetean como dos cerezas hermanas, finalizadas pero sin llegar a su meta. Se golpean entre sí como canicas o, peor aún, simulan una tijera, deseando volver a andar para no tener que pensar. Cuando confiamos nuestras piernas al aire, nos sorprende descubrir que pesan, que tienen volumen y también protestan. No podemos creernos que tenemos que trabajarnos el camino: equilibrio y ritmo no son conceptos filosóficos sino nuestra vida diaria. Y no lo vemos porque solo miramos el horizonte. El paisaje, la compañía o el vacío, la lluvia. Solo cuando surge un problema y perdemos nuestro equilibrio, nuestro ritmo, solo entonces vemos los dedos ridículos, las venas gruesas y los callos. Creamos sonetos de los ríos de oro, los panales de miel y los bosques más espesos. Sin embargo, perdimos el sentido de lo esencial, de lo real, de lo que nos sostiene. Por eso, si vamos caminando nos ciegan los ojos, los labios, las metas. Nunca pensaremos en los pasos que hay que dar, en qué piernas estamos forjando, sino que solo nos preocupa llegar hasta nuestra diosa.

martes, 7 de mayo de 2013

Cuando te conocí estaba enfermo. Aún lo estoy, pero lo voy llevando. Desde entonces, tengo que añadir una sonrisa a cada frase, para que no me malinterpreten. No digo que esté mal, solo que está de más. Antes me conocían y sabían qué decía. He cambiado un poco, es verdad, pero no más que las montañas. Sois vosotros quienes habéis cambiado. Tampoco es una queja, ojo, ni un reproche; solo trato de constatar lo que es obvio. Antes sudaba y era yo. Solucionaba cosas y era yo. Comprendía y consolaba y era yo. Ahora soy el que tiene que esconderse, callar y obedecer y callar porque no entiende nada. Era el mejor dando abrazos, era sabido por todo el mundo, pero ahora no hago más que recibirlos. Y encima tengo que aceptar con gozo paseos espinosos, regalos de refilón. Y obedecer, porque mis ideas no le gustan a nadie. Y sonreír, siempre sonreír, porque nos lo estamos pasando bien, porque lo que disfrutamos lo hicieron otros y no yo. Mira, es que me canso ya de bufar con cada corte, callar con cada lenta puñalada, jugar solo entre bambalinas. Normal que sea violento si me convertí en la sombra de mi persona, y ahora tengo que seguir sus pasos a desgana. El mundo se movió y yo no probé el chocolate. Y me alegro, porque ni siquiera quiero tocar vuestra comida. Me da igual que despreciéis mis bocadillos, porque son míos y los disfruto pese a vuestras miradas de prepotencia. Reíd si queréis, solo estáis dejando bien claro de qué os alimentáis en realidad.

sábado, 27 de abril de 2013

Cuando el profesor pregunta, ella es la primera que levanta la mano. Todas las fórmulas, todas las teorías, todo. Es la número 1 de la clase. Todos la miran con envidia porque puede pasarse noches en vela leyendo más sobre el universo. Conoce hasta las anécdotas de los genios, sigue en Facebook y Twitter a gente que hace chistes frikis y los entiende y se ríe. Lucha por la carrera porque le gusta pero en realidad no es así. En realidad no le gusta la física. Sí, tiene ciertas cosas que busca pero son razones equivocadas. Le gusta discutir sobre los pliegues del universo, sobre dimensiones paralelas y las cargas electromagnéticas. Le gusta disertar y defender con entusiasmo cosas que nunca verá, nunca podrán comprobarse si existen fuera de la pizarra. Le encanta memorizar autores y teorías, historias que explican el comportamiento de la naturaleza, aunque muchas de ellas sean contradictorias, aunque muchas solo sean válidas hasta que alguien las supere. Le gusta que los demás la miren con extrañeza, que nadie entienda de lo que habla ni tampoco quiera saberlo. Que la compadezcan por dedicar su vida a algo inútil, nada práctico, en lugar de ser médica, arquitecta, algo serio. Por todo esto cree que le encanta la carrera, pero los rasgos que hacen que la ame son justos los mismos que la literatura, la rama que despreció hace años por razones equivocadas. Estudió física y no literatura por comodidad, por no perder a sus amigos; cuatro detalles estúpidos que la confundieron. Sí, le encanta memorizar autores, pero más escritores; disfruta con las teorías del universo, aunque solo son remedos de las corrientes que estudiaban al ser humano, que diseccionaban sus pasiones y su futuro; le encanta hablar de la explicación de la realidad, aunque acabe siendo lo más ajeno a ella, pero eso no lo encuentra en la física sino en la literatura. Sí, la física podía parecer lo más adecuado para ella, pero eran los detalles los que camuflaban la esencia, totalmente opuesta a su interés. Por eso, aunque parecer ser perfecta, sabe que no es lo que busca ni mucho menos lo que quiere.

miércoles, 24 de abril de 2013

La realidad mató el sueño, vendimos pelo y uñas por una mentira y la verdad nos apuñaló. Ya no tengo valor para mirar las noticias. Hace tiempo que me río de la actualidad porque tengo miedo del mañana. Pero ahora me da igual. Dejemos que el cielo se caiga, dejemos que las ciudades ardan. Vamos a por una jarra más, un helado más, un libro más. Rompamos el clavel sin miedo, porque otros florecerán en un tiempo totalmente distinto. Nuestros sobrinos, nuestros nietos, todos las regalarán por la misma razón que nosotros: porque han encontrado alguien que merece la pena. Cerveza, sangría, ron, todo es lo mismo: celebrar los días que perdemos, los años que se cargan nuestro pelo y en nuestra tripa. Nada volverá a ser como antes y precisamente por eso será maravilloso, porque seguiremos sin saber absolutamente nada de lo que estamos haciendo. Olvídate del autobús, de trabajar en el extranjero o de pagar el alquiler. Apostaremos por lo mejor para nosotros; seguro pensamos que nos equivocamos pero el tiempo nos dará la razón, porque elegimos nosotros. En cada segundo abrimos nuestro camino a machetazos, con cortes y ampollas, pero la senda es solo nuestra. Sufriremos pero después veremos el patrón, los puntos que había que conectar, lo que quisimos ser. Tenemos miedo, debemos tenerlo. Pero al amanecer nos reímos del estúpido miedo de la noche. Y por el camino nos llevamos abrazos y risas, que es lo único que alarga nuestros días.

domingo, 21 de abril de 2013

Si algún día tengo un hijo, le prohibiré leer más allá de Marca o de Crepúsculo. No quiero que sea tonto, pero por nada del mundo quiero que piense, que reflexione, que intente comprender. Solo pido que sea despierto y sepa cómo van las cosas, pero que no busque comprenderlas, sentirlas. Al conversar, que entienda qué quiere el otro, solo para convencerlo de su punto de vista. Ojalá tenga unas firmes convicciones, un sistema que le sirva para vivir y que no se cuestione nunca; unas creencias, correctas o erróneas, pero suyas. Si tengo un hijo, quiero que sienta que ciertas cosas son solo suyas, que puede poseerlo para siempre. Sentimientos, dependencia, vulnerabilidad; palabras que solo usará en canciones simples para conseguir chicas. Chicas que solo serán eso para él, y nunca seres completos, superiores y brillantes. Ojalá para mi hijo solo exista él mismo, luego él y por último más de lo mismo. Un egocéntrico convencido, un ególatra carismático que, mediante una buena acción al mes, consigue enamorar al resto de su sociedad. Una persona cuyas pretensiones se pueden contar en carne y no depende de un trabajo que le realice, una relación que tenga que trabajarse. Que ría, beba y duerma bajo las estrellas. Que sufra lo justo para poder contarlo, pero que no cambie su vida. Ojalá mi hijo sea feliz porque nunca se preocupe por buscar la felicidad ni pensar en ella.

lunes, 15 de abril de 2013

Lo único que quiero que te quede claro es que me importas más que nada. Mis días se estructuran en torno a ti, mis fiestas y mis comidas, mis horarios y mis salidas. Pero no porque seas una carga; en ningún momento lo siento como una obligación, sino que lo hago porque quiero. Cada segundo que paso contigo es una joya, aunque simplemente sea para gritarnos o mirar en silencio la televisión. De hecho, muchas veces no hablo porque no tengo nada que decir, nada que aportar para mejorar este momento; solo vivirlo. Obviamente no vivimos todo lo que queremos, eso está claro, y no solo por nuestras obligaciones. Pero vamos, todos cometemos errores. Lo que me consuela es que tú estás siempre ahí para encauzarme, para corregirme cuando hay algo mal y enderezarme como un joven árbol al que hay que ayudar para que se eleve hacia el cielo. Por todo esto, y todo lo que no cabe en una sucesión de palabras, solo puedo darte las gracias una y otra vez, a sabiendas de que no significan nada pero es algo que tenía que hacer.

sábado, 6 de abril de 2013

Lo poco que sé de la vida está en los libros que nunca leo. Lo poco que sé de la vida está en las líneas que no escribí. Lo poco que sé de la vida se cuenta tomando un café, se entiende tomando una copa y se olvida tomando dos.

Que nadie se me emocione ni albergue falsas esperanzas, porque con lo poco que sé de la vida, a duras penas se llena un corazón, por pequeño que sea.

Empiezo por lo que sé con toda seguridad. Sé que, con suerte, te vas a morir una vez. Así que procura no morirte más veces por el camino. No hay nada peor que esa gente que se va muriendo antes de morirse del todo. Para evitarlo, te regalo un método infalible. Mientras tú vayas decidiendo, todo está bien. El día que dejes de decidir, ese día, cuidado, porque la habrás palmado un poco.

Ten siempre más proyectos que recuerdos, es la única forma que conozco de mantenerse joven. Olvídate de la patraña esa de ser feliz, ya te puedes dar con un canto en los dientes si llegas a ser el único dueño de tus propias expectativas.

Que un euro se ahorra, y un polvo se pierde. Para siempre. Que hay que dedicarse a algo de lo que jamás te quieras jubilar.Por mucho que te cueste pagar las facturas. Por mucho que en las reuniones de antiguos alumnos te miren mal. Es mejor dedicarse toda una vida a algo que te divierte pese a no llegar a fin de mes, que pasarte un solo día trabajando únicamente por dinero.

Entre lo poco que sé de la vida, también te diré que nada de todo esto vale la pena sin alguien que te haga ser incoherente. Ni flores, ni velas, ni luz de luna. Ése es el verdadero romanticismo. Alguien que llegue, te empuje a hacer cosas de las que jamás te creíste capaz y que arrase de un plumazo con tus principios, tus valores, tus yo nunca, tus yo qué va.

Ojalá ames mucho y muy bueno, incluso a riesgo de ser correspondido. Que te despojen de todo, que hagan jirones de tus ganas y que te veas obligado a remendarlas con el hilo de cualquier otra ilusión. Que desees y seas deseado, que se frustren todas tus esperanzas y que acabes descubriendo que la única forma de recobrar el primer amor, que es el propio, es en brazos ajenos.

Dos emociones inútiles asociadas al pasado, arrepentimiento y culpa, y una emoción inútil asociada al futuro, la preocupación. Cuanto antes te desprendas de las tres, antes empezarás a apreciar lo único que tienes.

Qué más. Ah sí. Sé que al menos un amigo te va a traicionar, otro será traicionado por ti, y que te pongas como te pongas, los que no hayas hecho antes de los 30, ya jamás pasarán de buenos conocidos. Cuenta sólo con los tres principales, porque a partir de ahí, todo es mentira.

Para terminar, y hablando del tema, déjame que te presente a tu mejor enemigo. Se llama miedo. Quédate con su cara, porque va a estar jodiéndote de ahora en adelante. Miedo al fracaso. Miedo al qué dirán. Miedo a perder lo que tienes. Miedo a conseguirlo. Miedo a saber poco de la vida. Miedo a tener razón.

Risto Mejide



domingo, 31 de marzo de 2013



Hay lugares que existirán. Caminos que pisarás. Y aun así, todo seguirá siendo un gran sueño.

miércoles, 27 de marzo de 2013

¿Así que la vida era esto?
Entré jugando, creyendo que sería el amo pero ahora solo soy un perro.

Luchar, esforzarse, aprender y soportar para acabar huyendo,
para que el tiempo
fuese el lazo que se aprieta en torno a nuestro cuello
y no el cojín de nuestro asiento.

Como todos los jóvenes yo vine a llevarme
la vida por delante.
Pero los vuelos, los idiomas no me hicieron grande,
solo fueron un lastre
para que descubriera la verdad lamentable.

Envejecer, morir, es el único argumento de la obra.

Pues sí, la vida es esto y solo esto. La vida es una perra y te atrapa pero eso es lo precioso de ella. Envejecemos y crecemos, mejoramos y nos reímos de lo que éramos antes. Todos moriremos, un final que corte la eternidad sin gusto. Nunca seremos los ángeles que soñamos de niños, los astronautas o reporteros de guerra, pero podemos ser nosotros. Esa es la auténtica lucha, el único lastre para descubrir nuestra realidad: no seguir los pasos de nadie y que nuestra vida sea apasionante para nosotros y no para una cámara imaginaria. Cuidar de nuestros hijos, comer pipas al sol y un chocolate con churros. Sufriremos y querremos parar el mundo pero no nos bajaremos porque siempre habrá maravillas que descubrir. Solo recuerda dejar pasar el tiempo cuando sufras y deslizarte por cada segundo cuando disfrutes. Que su sonrisa sea tu salvación.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Si tocas la guitarra, no la tocaré por ti.
Si cantas una octava por encima, no te acompañaré.

Si pedaleas como el viento, yo iré andando.
Si hablas siete idiomas, yo seguiré luchando con mi portugués.
Si eres amiga de todos, yo beberé con los de siempre.
Si viajas todas las semanas, yo me sentaré al sol.
Si no te sorprendes, yo nunca pestañearé.

Si eres perfecta, disfruta. Yo volveré a mis errores.

jueves, 28 de febrero de 2013

Ni siquiera pena. Es un sentimiento demasiado intenso como para que lo suscites tú. Es una sensación de abandono, de ligera lástima, similar a la de un atardecer perdido. Pero como más. Hay personas que tienen lo que se merecen; no sé si serás una de ellas, pero nadie te defenderá nunca. Hay muchos tipos de prostitución, pero en todos ellos el cliente forma parte del ensueño, nunca grita para que la burbuja no explote. Tú eres diferente y por eso he aprendido algo de ti: todo lo que no quiero ser. No quiero acabar con una soledad impuesta, sino elegida, si es que al final ese es mi camino. El cuerpo es parte de mí, no un lastre ni un pecado con el que todos cargamos. Parece que nadie puede ser tan ingenuo, pero siempre me sorprendes cuando se trata de la conspiranoia que te rodea allá donde vas, siempre todos contra ti. Cargas con unas pesadas gafas de prepotencia, de ira reprimida, de odio contra el mundo porque nunca supiste encajar en él. No porque no hubiera sitio para ti, sino porque nunca lo quisiste tomar, porque siempre había otra cosa para ti. Cuando hables con alguien de igual a igual, ya verás como todo mejora. Cuando escuches y no solo hables, cuando te sorprendas y no solo te rías, cuando des las gracias porque realmente sientes que debes darlas, entonces cambiará el mundo. Por mucho que reces, sonrías o hagas el bien, el mundo seguirá siendo una mierda pero sabrá mucho mejor. Y no tendrás que comprar a alguien que te la trocee.

domingo, 24 de febrero de 2013

Cras, cras, cras. No son hojas secas lo que pisa, ni pedazos de algo roto. Es gravilla, pequeños pedazos que conforman el camino que lo llevará hasta el mar. Años y años soñó con la mochila, con las botas y el bastón, hasta que un día vio que estaban guardados en el armario; solo había que cogerlos. El balance de la primera semana es claro: ni las ampollas le atormentan ni la mochila se eterniza. El peor equipaje es aquel que no pesa, el que no se lleva sino que se reconstruye. Como dijo un supuesto sabio, lo contrario de la existencia no es la inexistencia sino la insistencia. Las dudas, los miedos, los odios y las pasiones se quedaron en lo alto de la montaña, congelándose con el hielo. No hay música, no hay diálogos ingeniosos ni personajes nominados al Oscar. Solo está él, que sigue caminando feliz porque ahora ve la ruta, siente la meta en su frente y algún día llegará. De hecho, ni siquiera le preocupa cumplir su sueño porque ha aprendido la gran lección: después siempre viene algo más, nada termina en sí mismo. La imagen sí, la foto que les gustará a todos tus amigos en Facebook, eso estará ahí. Pero en tu corazón sabrás que las instantáneas que merecen la pena son rostros, espejos de algo más. Paisajes a los que la realidad no hace justicia. Un latido que siempre se adelantará a las palabras. Por eso, solo por eso, sabe que este no es un sueño impuesto por la publicidad, el Otro o la presión de grupo. Sabe que es suyo porque nunca lo medirá, lo pesará o lo retratará. Simplemente lo vivirá y lo paladeará hasta que la tiniebla inunde sus ojos.

domingo, 10 de febrero de 2013

Las botas contra la grava como un hueso al troncharse, el mismo sonido armonioso de retronasal perturbador. Transmite seguridad, caminas sobre la muerte sin quemarte. Los barracones se inundan en un olor a orines y miseria, entre miradas de terror y odio. Los más estúpidos todavía se creen superiores, con la victoria de los perdedores que solo puede otorgar la moral. ¿Pero qué coño es la moral, sino un invento para degradarnos? Su estrella o nuestra esvástica, da igual, somos lo mismo. Nosotros vencemos, ellos agonizan sin tratar de cambiar. Son como nosotros, personas que no merecen ningún castigo. Sin embargo, no puedo pensar sino lo que me mandan. No soy libre, ojalá pudiera no golpear, no disparar, no escupir. Pero siempre habrá una boca que hable de mí, una bota que me pise, una bolsa que espera mi cuerpo. Por eso la moral está fuera de este campo. Dentro de la alambrada no hay voluntad, ni individuos. Son números, somos uniformes. Ambos trabajamos sin pensar, solo realizamos tareas mecánicas. Y sin embargo, me gusta quedarme al final, esperando al rezagado que probará mis botas y que regará la tierra por última vez. Aunque esté yo solo, aunque no haya boca o bolsa para mí. En esos momentos soy feliz cumpliendo con las normas establecidas, si bien podría ayudarles, quedarme al margen. Pero no, son las reglas y yo debo cumplir con ellas. La culpa es suya, yo no tengo nada que ver en este exterminio. Solo soy un brazo más.

jueves, 7 de febrero de 2013

Vistes tu miedo a la muerte con andrajos, con retazos de periódicos amarillentos y revoluciones de ayer. No te cuesta respirar por tu cuerpo, por la vejez; tu problema no se puede medir porque eres tú. Cuando caminas te pavoneas altivo, con la misma soberanía que un planeta y sus satélites. Tus mollas tiemblan igual que tú, los ojos no ven más allá de tu pasado por muy gruesos que sean los cristales. Sin cuello, sin hombros, sin ninguna seña de autoridad que desconozco si algún día tuviste. Solo ese tufillo a desprecio y superioridad mal fingida, solo tu odio a ti mismo reflejado en los demás. ¿Quién coño compra cigarrillos sueltos en un chino? ¿Es que somos jodidamente idiotas o qué? Venga, no me hables de un mundo más justo ni de que luchaste por mi libertad porque ahora mismo tú eres su única verja. Puedes pagar un cuerpo y poseerlo durante unas horas pero nunca el pensamiento, ni mucho menos una sonrisa sincera. Ahora que he aprendido a cultivarlas, ¿crees que la voy a arrojar al barro, entre los cerdos? No soy tu amigo, no soy tu hermano, no soy tu compadre, no soy tu nada. Si quieres cortar billetes en pedacitos y arrojarlos al viento hazlo; es el único dueño de todo. Pero a mí déjame en paz, porque tu estrella de tres puntas solo apunta el vacío de tu interior, que algún día atropellarás. Espero que llores cuando los libros ardan en la hoguera, sin nadie que los mire.

miércoles, 16 de enero de 2013

Te acariciaba el viento de poniente pero no me traía nada. Ni olor ni sabor ni recuerdos. Tenía que esforzarme en construirlos, en inventarme que un día te quise. Releo los poemas que escribí a cada parte de tu cuerpo y me parecen pompas de jabón. Hermosos pero vacíos, flotando en el aire sin nada que los retenga. De hecho, cuando explotan veo lo que eran en realidad: trozos pegajosos de jabón que me manchan los dedos. Froto los dedos por todas partes, intento limpiarme y me pregunto de dónde coño han salido. Yo he cambiado, tú has cambiado; el mundo se ha movido. Aún sueño con el sol, aunque mi boca se acostumbra al sabor del barro. Tu evolución, en cambio, es más soterrada, quizás inexistente. Recuerda que ya no soy el mismo, y sin la misma luz todo es diferente. Pero aun así tienes que reconocer que tu mármol también se ha resquebrajado. El invierno llegó y los cuervos anidaron en tu boca y en tus manos, tus acciones ya no relumbran y tus frases... tus frases no se convertirán nunca en oraciones completas. De hecho, ya nunca rezarás, sonreirás o confiarás. Los cuervos afilaron tu ingenio, es cierto, pero solo para clavárselo a los demás. O quizás me equivoco en todo y sigues siendo la luz de poniente y volveré a rozarte cuando no mires. Pero eso será cuando vuelva de mi viaje, si es que vuelvo.

lunes, 14 de enero de 2013

Hay personas que recorren sus vidas
mientras que otros se limitan a aparecer
fugazmente
en la de los demás.

Hay quienes ríen, beben,
recobran fuerza en su grupo
tras un golpe duro;
otros callan y siguen.

Hay algunos que actúan con firmeza
sabiendo que hacen lo correcto,
algo imposible para los que dudan
sobre qué es blanco y qué negro.

No faltarán quienes rían y desdeñen
todos estos problemas
puesto que no existen:
ni fallos, ni feos ni leches.

Pero siempre habrá otros que vean
todo diferente,
lo lógico en lo raro y lo extraño en lo usual.
No encontrarán nunca alivio ni consuelo,
solo firme apatía en el silencio.
Y acabarán apreciándola.

martes, 8 de enero de 2013

La rutina no es un monstruo que nos aliena, que nos aleja de aventuras y lestrigones, sino un mastín que nos espera en el umbral del hogar. Puede atacarnos o puede traernos las zapatillas, todo depende de lo que llevemos al cruzar la puerta. Nuestros días no han de ser la misma condena sino la misma bendición. Piensa que si año tras año, en tus amistades encuentras siempre rechazo y rencor, solo tú puedes ser la culpable. Por el contrario, si te encuentras cómoda allá donde vayas es porque has sembrado un buen trigo. Pero pobre de ti como el tedio te persiga y lo anodino sea tu norma, lo mediocre tu motivación y la belleza, gris. Búscalo, bucea donde nunca has estado y rescata esa lágrima, esa risa, ese miedo a ser vulnerable. Si no lo haces, tu vida nunca tendrá sentido. No puedes vivir en el frío mundo de las ideas, de las hipótesis y los planes frustrados antes de ser esbozados. Sonríe, joder, mójate de barro y de nieve, resfríate y llora por las noches y a mediodía. Pelea y bebe, duérmete estudiando y susurra en una biblioteca. Discute con un profesor y con un mendigo. Porque después de todo esto no es un desierto, esto no es Matrix; esta es tu vida y tú la haces. Mánchate las manos pero encárgate de crear algo que merezca la pena.

martes, 1 de enero de 2013

La vida puede ser un eterno retorno. El tiempo, nada más que un círculo inventado a medianoche. Sin embargo, todo brilla. Día tras día echamos mierda sobre nuestras espaldas. Nos encogemos, cambiamos, nos humillamos para lograr un reconocimiento. Discutimos, nos distanciamos; las palabras se enquistan y las miradas no atraviesan los cristales negros. Pero las raíces siempre salen, la flor crece entre el polvo nuclear y las trompetas llenan una noche más. Tenemos que buscar debajo de la montaña en nuestra chepa, trabajar la piedra estéril para encontrar un pequeño diamante, casi siempre de los demás. Remendar una sonrisa y un chiste, tragar el cansancio para aguantar media hora más o simplemente preguntar qué tal y sonreír. Siempre sonreír. Si no luchamos, la vida nos humillará. Siempre habrá gurús que te elogiarán cuando necesitas un rapapolvo, pero sus caras nunca se levantarán del suelo. El único consejo válido es que nunca escuches las palabras, pues son una mera excusa para mirarte y sentirte. Y cuando sientas el viento y esa luz a tu espalda, sonríe porque no has hecho más que empezar.
 

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