martes, 25 de junio de 2013

La vida te lleva por caminos raros. El camino entre dos puntos puede ser recto o tuyo, una línea recta o una deliciosa floritura. Unos hielos que tintinean en la barra del bar, entre un escote y una sonrisa. Un abrazo en una parada, rápido porque el bus acecha pero tan intenso como un grito reprimido. Nunca sabremos qué hay detrás del telón, qué esconden las estrellas mal pintadas y las casas de paredes torcidas. Pero seguimos tocando después de cada bache porque las notas llegan más lejos. El acorde brilla, los dedos acarician y la mano crea con el corazón, sintonía alcanzada tras abandonar la razón. En la vida nunca nos defraudamos; es la historia que se recrea en un meandro para presentarnos el anillo escondido en la pelusa. Y tú tranquilo, que cuando hay que ser torrente el agua nos desborda hasta arrasar la presa. Déjate llevar porque puedes vivirlo todo. Toca la guitarra y vomita en un portal. Lee un libro y salpica una cara bonita. Pero nunca, nunca lo intentes. Hazlo o sonríe desde el otro lado del escaparate. La vida te lleva por caminos raros. Puedes andarlos o sentarte en un prado pero nunca esperes que la vida camine por ti.

jueves, 13 de junio de 2013

Todos somos muñecas de retales, diferentes materiales y distintos tamaños.
Nuestros días, nuestras frases, son de otros dueños y nosotros las robamos.
No existe nunca un argumento, solo una rayuela, una tirada al caos.
El padre, la madre, el guerrero, la vieja, el herrero, la doncella y el extraño.
Todos somos todos, por eso estamos condenados a ignorarnos.
Un poema épico nunca tiene dueño, nunca acaba cerrado,
sino que cada voz y cada lector añade una nueva línea al canto.
Sonreímos y halagamos a los demás para ganar nuestro regalo,
escuchamos con interés porque alguien nos cogerá la mano.
Por eso, si hemos besado el viento, no tememos llorar sobre la loza;
alguien vendrá y borrará todo plantando una mariposa en nuestra boca.

Ese alguien seremos nosotros mismos, o nuestras sombras.

domingo, 9 de junio de 2013

Hay cosas que llegan, cosas que llegaron y no las viste, cosas que nunca llegarán y cosas que jamás partirán. La vida es como ese sendero de piedras para cruzar el río, saltando de una a otra para no mojarte. Si te caes, te ahogarás en el sinsentido de la vida con minúsculas: trabajos, amoríos, viajes, regalos, odios, gentes. No puedes mantener el equilibrio sobre una roca: ponerte la lista de reproducción de 6 años atrás y el videojuego de tu adolescencia, y fingir que el tiempo no pasa. El río arrasa con todo. Solo sobreviven los afortunados del lecho, incrustados como ostras tejiendo perlas sobre el dolor de un grano de arena. Sobre esos pilares brotará el sendero que te permitirá cruzar el río, vadear cualquier obstáculo. En el fondo, da igual la edad, la educación o la compañía. Ni el pasado, ni los filósofos ni tu pareja va a vivir tu vida. Solo tu. Por eso tienes que pivotar siempre sobre las rocas, con la vista fija en el horizonte para no marearte. Y beber y llorar y aprobar exámenes y romper corazones y pelear y robar y que te roben y que desees que te roben y reír, siempre reír. Solo podrás llegar hasta la otra orilla si eres siempre consciente de dónde te apoyas, si sientes esa piedra y no deseas estar en la siguiente. Los juguetes partieron a la guardería, la universidad se acabará y un nuevo día brillará. Pero no vives ni el pasado ni el presente, ni un kilómetro al norte o al sur. Cuando te sientas perdido, mira tus manos y valora su trabajo. Recuerda que solo tú las mueves y puedes ponerlas donde quieras. No te cortes, aprende ese acorde y acaricia ese pecho. Solo tú podrás hacerlo.

domingo, 2 de junio de 2013

Robert Frost tomó mi camino y se arrepintió toda su vida. Los suspiros marcan los caminos, las huellas son los latidos. Callar cuando no debías y hablar en algún momento, nunca es buen momento. Pero el problema no es que el calentamiento global acabase con el hielo, sino que el invierno construyó otro planeta, otra población que en nada se parecía a la real pero que era su única verdad. Como dijo una vez la Maga, da igual el cuadro que seas mientras no seas un espectador. Vale, sí, los visitantes hacen necesarias las pinturas, las esculturas, pero no son parte del museo, no conforman la realidad. Son la horda extranjera que acota y precinta el museo. Y el frío, no contento con ser un simple espectador, se convirtió en el peor público posible: aquel descontento con lo que ve y que decide crear otra lectura, una metáfora mucho más compleja que la primera pero cómoda para él como un guante. Si la modelo era antipática y antipersonal, el hielo creyó ver más allá de la propia realidad para hallar la Verdad, y así plasmó su arte. Los paisajes retorcidos se convertían en retablos barrocos; las aguas insalubres, en mentes líquidas para una nueva sociedad. Se quitó el sombrero y se sentó junto al río para disfrutar, para contemplar su creación y vio que todo era bueno. Pero su vida era una narración sin antagonista, una luz sin oscuridad que le diera sentido, y el frío no podía soportarlo. Él era el bien, el orden de todo, así que no se atrevió a crear el mal pero dejó que floreciese en su interior. Rabia, odio, rencor, angustia. Caballos desbocados que llenaban de mierda los bellos jardines del invierno. Así que el hedor se extendió por donde pudo y el frío no hizo nada. Las modelos reventaron en espuma, los árboles temblaban por el mono, la hache de hola se clavaba en sucesivas oleadas, y el odio... Frost odió a sus musas, a las imágenes que había creado, porque eran todo lo que él siempre había odiado.
 

Copyright 2010 Archivo de las pequeñas cosas.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.