lunes, 7 de diciembre de 2015

Hay un lugar más allá de las palabras, de los sentidos e incluso de la mente. Un lugar que sabes que existe y no sabes explicar por qué, no puedes justificarlo de ninguna manera. Ni siquiera sabes si es necesario, pero tienes la certeza de que está ahí. No puedes comprobarlo porque no tiene efectos sobre nada; tu vida no sufre ninguna alteración con o sin él. Pero está. Es como un grito/susurro/aullido que suena de noche entre las caricias del viento. Nada cambia con él, no existe si tú no crees en él, pero está. Hubo personas que también lo oían y pasaron de él, porque no les aportaba nada sino que les condicionaba sus gestos, creencias y miradas. Sobre todo sus miradas. Siempre hay gente que intenta darle una lectura religiosa a este lugar para adecuarlo a una religión. Personas que fuerzan sus límites para escribir arte. Alguien que decide hacer de su vida un mausoleo, cuando en realidad no hay nada más vivo que esto. Por eso, este espacio se convierte en una vida, los segundos más brillantes de cada minuto. Un reloj en el que luchar por cada tic, para no olvidar el siguiente tac. Un eterno tobogán en el que conservar suficientes objetos como para seguir considerándote tú. Una caída que te mantenga con ella, siempre vivos, siempre abiertos ante cada amanecer para dotarlo del único sentido que hay. Unos ojos que vivan entre la ventisca, un regazo que albergue cariño cuando no hay nada más. Una sonrisa que siempre traiga la vida.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Y el deseo se hizo carne y acampó entre nosotros, lejos de miradas del Duque y de análisis psicoanalíticos. A veces un cigarro es solo un cigarro. A veces lo que miramos es solo lo que hay, los millones de píxeles diminutos que forman la persona al otro lado de la mesa. Sonreímos y disfrutamos del olor a navidad en nuestro café porque es una novedad, una nota que se alza entre la sinfonía de mierda que puebla las calles. Nos forzamos a vivir con miedo, huyendo de ciertos espacios porque hay navajas y/o jeringuillas usadas (o peor, a medio usar). Los misterios nunca nos son desvelados porque no hay culto que lo explique. Nos contentamos con permanecer en parcelas apartadas, lugares seguros donde no discutiremos con el vecino, no tendremos que reconocer que podemos estar equivocados. No hace falta psicología para comprobar que la pérdida es el peor de los miedos, más aún cuando se debe a nuestras acciones. Encadéname, córtame la lengua, cóseme los párpados pero nunca nunca nunca me dejes decir algo que te hiera. Algo que demuestre que estamos vivos y no somos una estampa que espera ser trucada por dinero. No es una necesidad: es el deseo.

viernes, 30 de octubre de 2015

Un túnel,
un pasadizo secreto
compartido solo por dos:
la entrada y la salida.

Las palabras vacías de contenido.
No importa lo que digas, tu voz me basta.

¿Para qué escribir, describir,
forzar la realidad?

Cuando la mejor historia se siente en directo,
cuando los mejores personajes están sobre el escenario
y decorado y público y crítica conspiran sobre la nieve
no tiene sentido confiar a unos y ceros lo más valioso de la vida.

Vive sin miedo a
qué dirán,
qué pasará,
qué será,
qué perderás,
qué brillará
y
qué gritarás.

Vive.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Muy bien, chaval, ya lo tienes. Has estado pidiendo el balón durante todo el partido. Siempre moviéndote en segunda fila, criticando lo cerca que estabas del área sin recibir la pelota ni una sola vez. En el descanso has llorado y has golpeado la pared. Pues bien, aquí tienes lo que querías, pero no la trates así. ¿Se te ha olvidado cómo golpear un balón? Esa es la portería, tienes que meter la cosa redonda en ese puto rectángulo. Deja de morder y pisar el esférico, el pequeño mundo de cuero sintético. Con cada golpe que le das, caen al suelo retazos de otras vidas, diminutos fragmentos de los tesoros que tenías y estás perdiendo con esta furiosa obsesión. No miras, ni siquiera creo que veas algo; permaneces anclado a una repetición mecánica de destrucción sin pena. Los demás jugadores seguimos a tu alrededor, esperando inmóviles algún gesto que no se dirija al balón. Un guiño o cualquier pequeño grito de ayuda y saltamos a por ti, pero no lo haces. Mira, chaval, ¿qué coño querías?

El balón me importa una mierda. Las bebidas derramadas, los hielos derretidos, las puertas abiertas y las listas de músicas en un bucle eterno. Quería el balón para comprobar que puedo darle una patada, echar una carrera y dedicar un gol a cambio de un par de tetas. Necesito la alegría de chapotear en un charco, volver a casa serpenteando cuando el sol ya brilla, acurrucarse en la cama mientras el mundo ya empieza a cuidarte. Quiero el balón para no oír los chasquidos de mis rodillas. Quiero el balón para retrasar mi jubilación. Quiero el balón para jugar una prórroga infinita.

miércoles, 15 de julio de 2015

No sé nada, pero estoy seguro de que la vida no es bonita, justa ni mucho menos fácil. Todo cambia, todo se destruye, nada permanece excepto el miedo. La sombra del dolor también suele aparecer, aunque es fácil ignorarla. Pero sorteando estos accidentes biográficos sobreviven ciertos monumentos. Tan físicos que duele mirarlos, tan etéreos que prevalecen en el tiempo, la memoria y la palabra. Marionetas con miles de manos en nuestro interior, todas esas miradas que nos calaron y ya nunca nos abandonaron. Esos faros que nunca me abandonarán y que me guían cuando estoy perdido, que suele ser siempre. Desde que mis piernas solo se cubrían de una fina pelusilla hasta la primera vez que conquisté un auditorio, hasta este mismo momento en que las lágrimas se mezclan con la sonrisa más dulce, una vez más. Un año más, vuelvo a hacer explícita la vibración que acompaña cada uno de mis latidos, esa luz que me acompaña sin asustarme. La mano amiga que yo debería ser para los demás y nunca presto. El compañero de fatigas de las que huyo. Ser alguien que realmente vive para los demás, no solo de boquilla. Parecerme más a ese puente que superaba todas las aguas, que conectaba las ideas más opuestas en su regazo. Un abrazo que sigue cosechando amor y admiración años después de que sus pilares se rajaran. Pero aun ahora, el puente se erige majestuoso sobre nuestro río, la mejor joya de nuestras vidas. Una luz que podemos admirar, con una suerte increíble, en otros ojos y otra sonrisa. Un amor que intento demostrar en cada abrazo y cada halago, siempre insuficientes. Una vida que intento honrar con la mía, aunque setecientas no bastarían. Una sonrisa que nunca se apagará.

miércoles, 24 de junio de 2015

No sé contra quién voy, si hay un dragón que justifique mi armadura o solo un foso en que sumergirme con este peso. Las murallas no se construyen para defender del invasor, sino para construir una identidad, una frontera entre nosotros y lo que no somos nosotros. Nosotros, yo. Esa muralla ha sido siempre mi hogar, mi mundo. Las invasiones venían, los defensores poblaban; el mundo giraba y yo no salía de mi alambre particular. Nunca me uní a ningún ejército ni cuadrilla de las que asaltaron estas almenas; ni siquiera cuando un bando venció sobre el otro. Me enorgullezco de ello, era lo que debía y quería hacer. Pero las piedras magulladas son mal cimiento para un hogar, pésima alfombra de juegos y nulo tálamo. Ahora la razón solo envidia los verdes campos, los frutos que se pueden paladear. Los gigantes murieron hace siglos, no podemos medirnos a ellos ni a sus hombros. Besa la arena, cíñete el yugo y rompe a sudar por algo que solo se puede tocar. No te olvides de dar las gracias por el yugo recibido. El corazón empujará contra huesos y tendones para construir una identidad de dos; es imposible pero morirás intentándolo. Y los bárbaros seguirán viniendo, encontrarán las defensas sin guardia y un lobo blanco que llora la muerte, la vida: un duelo descomunal.

martes, 16 de junio de 2015

Me parece genial que sepas dónde encajar cada pieza. Respeto que tengas espacios reservados para cada color. Pero permíteme que me ría si crees que construirás el castillo que tienes en mente sin desviarte un ápice. Todos hemos vivido eso mismo, con idéntico resultado: la realidad siempre gana. Vale, aprieta el bloque con fuerza, hasta que tu mano se confunda con ese blanco roto una y otra vez; eso no hará sus cantos más suaves. Y lo peor es que ahora ya no puedes pararte a pensar cuántas piezas te quedan, porque estás inmerso en una escalada hacia el cielo, una torre de Babel que no busca imitar a Dios sino superarlo, ser el elegido que rompa con el ciclo de Matrix. Pero tú no eres especial, tu castillo nunca tendrá foso y tus caricias más ventrículos de los disponibles. Todos los pendones y almenas están contados, al igual que los mordiscos y los piropos. Este no es un camino que desbroces por primera vez, sino una autopista con infinidad de carriles que vuelven y se retuercen sobre sí mismos. La historia del ser humano es una rotonda. Mientras tanto, la torre del homenaje ya llega hasta tus ojos y sonríes con orgullo, relamiéndote ante el futuro, las piezas que te superarán y reinarán las vistas vedadas para ti. Todo lo mudará la edad ligera, pero ahora tú ni siquiera has logrado pensar en las rosas de sus mejillas. Añade un bloque más, una risa más, mientras afianzas tu terreno nuevamente conquistado por primera vez. Sonríe como nunca lo has hecho, desoye los consejos de los sabios y olvídate del tiempo mientras construyes ese fortín. Ese castillo no habría llegado a vivir (días, semanas, meses) sin tu mano temblorosa y la vista atrevida sobre las piezas desparramadas. Sigue creándolo, sigue disfrutándolo.

martes, 26 de mayo de 2015

Escribir es difícil. Resulta complicado hablar sobre lo que otros ya explicaron, más brillantes, más bellos. Los sentimientos se agolpan como bragas de oferta, todos enmarañados e imposibles de organizar. No puedes sacarlos, sino que tienes que zambullirte para intentar respirar ese color carne desteñido, muy alejado del elegante negro que aparece en publicidad. Tu camisa siempre tendrá arrugas, tus frases nunca serán preciosas. Y aun así, lucharás por esa mediocridad, por madrugar los domingos y conseguir que las flores crezcan. Soñarás con meriendas sobre manteles de cuadros, postres caseros y cervezas salpicadas de risas y ojos entrecerrados. Escribes porque necesitas hacer tuyo lo que otros soñaron, necesitas saborear esa vida que sabes que existe. Sangre, sudor y lágrimas para esculpir un soneto original, una mierda que se derrama sobre la loza blanca. Y aun así, te repites una vez más. Lucharás por esa oportunidad y entregarás tu corazón a una causa que nunca te dará el resultado esperado. Porque no esperas la realidad, ni siquiera esperas que suceda algo, solo quieres un rechazo para seguir escribiendo de espaldas, sonriendo en silencio autocomplaciente. No quieres escribir, no quieres vivir, solo quieres regocijarte en tu soberbio alcázar de miseria.

sábado, 18 de abril de 2015

Nunca existieron, ni siquiera en tu cabeza. Todas las cualidades que buscas en tu nuevo corte de pelo son imposibles de reunir ya no en una sola cabeza, sino en las de una familia completa. Despeinado y alocado pero que no llame la atención pero que sea único e inconfundible pero que no sea nunca objeto de escarnio. Nadar y guardar la ropa siempre ha sido lo tuyo pero no siempre se puede conseguir. No se trata de quemar tu traje y llegar hasta el delta; simplemente tienes que priorizar una sobre las demás. Si quieres rizos, hazte los putos rizos pero deja de pensar que quizás te queda mejor liso. Llevas años obligándote a mojarte y ahí sigues, con tus manos bien limpitas y los caracolillos más absurdos adueñándose de tu nuca. La excusa del extranjero en tierra extraña no es eterna; todo acaba y todo duele hasta que se purga el veneno. Menos esas putas tijeras que rechazas una y otra vez, hasta que ya sea demasiado tarde y haya que recurrir a la guillotina.

lunes, 13 de abril de 2015

Nunca he pretendido que el mundo fuese justo
pero hoy
más que nunca
he querido verlo arder.

Descapotable, gafas de sol
y
todo
lo que sonase a él.
Todo regalo que no estuviese envuelto en sudor.
Todo lo que no fuese verdad.

Quemar ese sombrero y las salsas especiales
que te volarán la puta cabeza
y la cartera,
sobre todo las fotos de los niños.

Evian Christ mezclando gritos imberbes
y músculos siempre a la vista.

Abuelos que creen que la solución,
esa gran solución que nadie más ha pensado,
solo es limpiar escaleras.
Como si hoy las escaleras llevasen
a alguna parte.

Porque poner bombas es ilegal, que si no...
Que si no los puntos suspensivos serían
líneas de bajo en la noche madrileña.
Arrebatar las caretas para mostrar el miedo.
Escribir y que realmente sea bueno.

miércoles, 8 de abril de 2015

Las murallas de Jericó no cayeron ante las grandes catapultas ni los férreos atacantes. La ciudad se rindió al arte, no pudo con el poder de la música y del sublime silencio que se desliza entre nota y nota. Una buena sinfonía, esa que revienta jaulas y muros, no destaca por su violenta percusión sino por la finura de su melodía, los deliciosos trazos que dejan las figuras sobre el pentagrama. El oído no se estremece ante el sonido que le llega, sino el que ha tenido ya tiempo de saborear y desear más, anhelar la caricia del arco contra la trenza del violonchelo, el viento arremolinándose en el fagot.

Las murallas de Jericó cayeron cuando hicieron suya la canción, cuando la sintieron como parte de su cuerpo. En ese momento descubrieron que podría dejar de sonar y desaparecer, el suspiro que nunca llegarían a sentir sobre su áspera piel. Bajo esa coraza había entrado un dragón de fuego y miel; la muralla pasó a ser un plural de cuerpos y mentes. El arte levantó el títere y le regaló una sonrisa, una luz que ya nunca quiso/pudo abandonar. Cada gesto del dragón hacía más insoportable la espera hasta el siguiente coletazo y más dulce el recuerdo de las alas henchidas. Hasta que llegó el momento: la muralla se derritió bajo el sonido de su propio rugido, la fuerza de sus propias garras. Solo un ser, sin espera, sin deseo.

martes, 31 de marzo de 2015

No tiene sentido construir unos sueños que te aprisionen. Marcarte un estilo de vida que te constriña como un corsé hasta hacerte escupir tus pulmones y tu bilis, espolvoreada en los portales de cada sábado que no recordarás. Crees que marcas tu camino como la caña que soporta los tomates: parece estúpido hasta que no compruebas el peso de los frutos. Sin embargo, ahora no hay fruto ni agua ni mucho menos tierra. Te vendieron huesos de aceituna por semillas mágicas, granos que harían germinar tu futuro. Pero tu fe, tu esperanza y tu caridad te mantienen atado a Sísifo, cada noche confías en vez más estrellas en tu libreta pero solo ves el rastro de la arena en el embudo. Las estelas en el mar son invitaciones rechazadas, agujas enquistadas y pasos de baile olvidados antes de aprender. No hace falta psicoanálisis ni actos fallidos; esta claro lo que quieres y deseas, así que hazlo. No retengas tus palabras creyendo en un torrente mágico que brotará de nuevo. Tú eres tu realidad, aunque no existas tú sino vosotros aunque nunca llegues a conocerlos a todos aunque hoy mates al de ayer y reniegues del de mañana. Mándalo todo a la mierda una vez más y vuelve a tu archivo, los únicos acordes que realmente dominas. Disfruta de tus palabras, que te acerca al Sentido del Texto, a Tu Gran Revelación Que Mañana Reemplazarás Por Otra. Disfruta escribiendo sobre ti, sobre tu interior y sobre ti; no temas repetirte. Y por favor, sigue saboreando las palabras porque nunca hay suficiente.

lunes, 16 de marzo de 2015

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde.
Preparamos nuestras frases
esperando un momento en que alguien escuche.
Fabricamos nuestros recuerdos
sin fe ni luz,
esperando que un día dejemos de ser nosotros
para ser Nosotros.

Esperamos...

Y mientras tanto, el silencio se pudre
en nuestros pulmones. Inunda de cieno
el único corazón que latió por nosotros.
Una sonrisa quiere abandonar el lienzo
para ser real.
No quieres que hable,
solo que se siente a tu lado
y sonría y sonría y sonría

y sonría

y sonroje a la luz y a la esperanza, a la caridad que empaquetó asco y necesidad en un vuelo sin motor, sustentado por las alas de Eros y Thánatos. Un avión que escupió un ángel y un demonio a una noche fría; en el fondo, ¿qué noches no lo son?

Pero finjamos que todo fue una fuga de gas,
contemos las temporadas antes del invierno
y contengamos la respiración un minuto más
para que nuestra amada sobreviva.

Vivamos otras vidas para no vivir las nuestras.
Miremos pantallas para apartar la vista de lo real, lo hiperreal, lo Real. Siempre en masculino.
Hablemos y compremos,
bebamos y disfrutemos para construir nuestra identidad
en otros objetos que podamos cambiar.

No seamos nunca nosotros porque solo seremos nosotros.

lunes, 16 de febrero de 2015

Cada vez que mi padre me llama a móvil me da un vuelco el corazón, anticipando la desgracia. Pero el dolor nunca contesta ese "dime", sino que siempre hay una propuesta diminuta llena de tal cariño que siempre me da otro vuelco el corazón. Nunca buscan ser demostraciones de nada, nunca hay piropos ni palabras bonitas, sino comentarios y preguntas cortas, secas dirían algunos, pero que esconden el auténtico amor. Y en ese credo me he criado, un siglo de luces que no necesitan brillar para iluminar. Lástima que me haya quedado en simples luces de neón, el puticlub rancio en el que nadie entra y cuya única misión en servir de bromas internas durante el viaje a la playa. Ese soy yo: pienso que ayudo a los demás al vender amor sin entender que eso es imposible de comprar, solo se puede encontrar mojándote en pleno océano. Y como nadie viene, me calzo abrigo y bastón de chulo y pego a mis chicas una y otra vez, cortando sus alas porque nadie quiere probar mis sábanas acartonadas. Pero la realidad nunca es tan dramática, siempre hay risas y alegría aunque yo me esfuerzo en destrozarme, por dentro y por fuera, en cuerpo y en lo otro. Miro alrededor y pienso que hay muchísimas personas que también quieren hacerme llegar ese cariño pero no les dejo. Porque de noche soy proxeneta pero de día quiero vestir aureola y que la gente se tire del caballo y de cualquier conversación para adorarme. Pero la biblia de neón es una canción mediocre y sin conversión no hay voz celestial: doy puñetazos a todos los que me rodean porque llevar anillos me da el valor que no tengo, me deja creerme/crearme quien de verdad quiero ser. Ojalá pudiese dejar de hacer daño a los demás y mostrar que les quiero; es más, ojalá pudiese querer a todos los que odio solo porque necesito una dosis de odio en mi vida. Una rareza más en una lista que cada semana se hace más difícil de sobrellevar. Puedo saborear tus sentimientos, llevo una hora viendo las lágrimas que no acababan de salirte, aunque luego no procese correctamente la información. El robot silvano que se estropeó y fue a hibernar al norte del muro, de donde nadie volverá jamás. Y el jamás se hace muy largo cuando tienes toda la vida por delante. Ahora empiezo a comprender lo que significa que la vida iba en serio.

domingo, 11 de enero de 2015

Mánchate y lávate y vuélvete a manchar y abandona los imperativos.
 

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