martes, 26 de mayo de 2015

Escribir es difícil. Resulta complicado hablar sobre lo que otros ya explicaron, más brillantes, más bellos. Los sentimientos se agolpan como bragas de oferta, todos enmarañados e imposibles de organizar. No puedes sacarlos, sino que tienes que zambullirte para intentar respirar ese color carne desteñido, muy alejado del elegante negro que aparece en publicidad. Tu camisa siempre tendrá arrugas, tus frases nunca serán preciosas. Y aun así, lucharás por esa mediocridad, por madrugar los domingos y conseguir que las flores crezcan. Soñarás con meriendas sobre manteles de cuadros, postres caseros y cervezas salpicadas de risas y ojos entrecerrados. Escribes porque necesitas hacer tuyo lo que otros soñaron, necesitas saborear esa vida que sabes que existe. Sangre, sudor y lágrimas para esculpir un soneto original, una mierda que se derrama sobre la loza blanca. Y aun así, te repites una vez más. Lucharás por esa oportunidad y entregarás tu corazón a una causa que nunca te dará el resultado esperado. Porque no esperas la realidad, ni siquiera esperas que suceda algo, solo quieres un rechazo para seguir escribiendo de espaldas, sonriendo en silencio autocomplaciente. No quieres escribir, no quieres vivir, solo quieres regocijarte en tu soberbio alcázar de miseria.

1 burradas:

Anónimo dijo...

Soberbio. Esperado deleite leeros.

 

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