miércoles, 7 de diciembre de 2016

Taparse hasta la nariz, sonriendo cuando la manta se engancha en la barbilla imberbe. Esperar un último beso antes de dormir, una caricia de la mano que siempre estará ahí. Volver todo tu cuerpo hacia ella, buscar una mano o su mera presencia como faro que me guía hacia la cordura. Fuera quedan los peores monstruos: aquellos que me aterran por no poder ponerles cara, aquellos que se adueñan incluso de mi mente antes de oírlos o sentirlos. Dormir entonces cálidamente y con una enorme sonrisa, tal como solo sabe hacer un niño, porque puede disfrutar de un amor que no conoce límites. Una dependencia terrible, más potente que cualquier droga, porque nadie puede desprenderse de lo que da sentido a su vida, de los brillantes ojos a los que se vuelve para pedir consuelo y apoyo. Un abrazo por detrás que derrite el invierno más duro. Acurrucarse bajo la manta en el sofá mientras vemos cualquier cosa, porque no me importa la televisión sino tu respiración. Un movimiento tranquilo como las mareas, un grave compás que me calma en cualquier situación. Incluso cuando luego fui yo quien se quedaba en la silla mientras tú dormías, aun entonces me quedaba embobado con tu nobleza natural, una distinción imposible de emular. Porque cuando más cerrada en la niebla, más potente brilla la luz que emana de nuestro interior: en cada voluta de mi respiración palpitan todavía y siempre tus palabras, como el único referente moral que podrá existir. Un abrazo en que todavía me encierro y sonrío por la vida que compartimos.

martes, 15 de noviembre de 2016

Me arrancaría cada uno de mis dientes por lograr que te viedes durante un solo instante tal como te veo yo. Cada día me esfuerzo por abrir tus ojos más allá de nuevas gafas y mapas que no llevan a donde deberían: tú eres el único destino que importa. A pesar de brillar con más fuerza que cualquier estrella (o precisamente por eso) eres incapaz de percibir tu fulgor y solo captas la oscuridad que hay a tu alrededor, alargando la luna nueva más allá de lo humanamente posible. Levántate contra vagos astrónomos y estúpidos astronautas que solo quieren marcar tu frente, sumérgete en un río de brillos u notas musicales que te bañen y refresquen tu fiebre. No te preocupes de nadie más porque no causas sino placer y alegría sobre las personas que te rodean; el único sentimiento negativo que has podido despertar ha sido envidia. Por eso voy a seguir durante cada una de mis lunas glosando tus virtudes, no vaya a ser que se me queden cortas, esperado que puedas lucir plena de orgullo sin pensar en nada más. Por favor, luce con tu serena luz y disfruta de ello porque te lo mereces.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Leonard Cohen era más que un poeta, más que un cantante, más que un hombre. Leonard Cohen es más de lo que podríamos esperar de un mundo en decadencia, necesitado de espectáculo; su verso sereno y su voz cálida nos lleva a un salón de terciopelo para hablarnos de dolor y deseo. Como un sueño lorquiano en el que se suceden formas etéreas, solo que nosotros somos esos mechones de pelo y esas miradas en la estación. Leonard Cohen fue mucho más que un ídolo para mí; le debo buena parte de lo que soy. Leonard Cohen fue el manantial del que bebo para entender mis lágrimas y saborear cada una de mis derrotas. Probablemente, él fue quien me enseñó las profundidades de ser hombre sin renunciar a un complicado juego de sentimientos para recorrer este laberinto y detenerme a disfrutar en cada una de las fuentes. Mis mujeres, mis frases lacónicas, mis guerras y mis muertes: todo proviene de una voz grave hasta rozar el mismo tono de la tierra que nos parió. Lo que nunca esperé es que su muerte no provocara en mí este dolor seco, sin una lágrima que aportara color a esta nota. Mucho he llorado con cada uno de sus poemas, de sus canciones y de sus entrevistas; todavía hoy no puedo permanecer al margen de unas palabras cargadas de tanta vida, al contrario de las cinco mil palabras que escupo para comprar un traje nuevo. Sin darme cuenta he integrado a Leonard Cohen dentro de mí para conseguir vivir sin traicionarme, por eso no me preocupa su muerte. Leonard Cohen vivirá mientras yo pueda hablar o escribir, mientras siga acariciendo y bailando por toda la vida que me ha traído hasta aquí. Gracias a su abrigo azul puedo resistir al frío sin derrumbarme, por lo que seguiré luchando hasta el final de los días y honrando cada uno de mis placeres en su memoria. Muchas gracias por todo, maestro.

domingo, 16 de octubre de 2016

No viajo en bus por ser pobre, sino porque pienso más allá de mí. Los horarios, la lluvia o los recorridos son simples obstáculos en una marcha firme hacia el futuro. Cada vez que coges el coche, el mundo se apaga un poco más. Cuanto empuñas el volante como un vaquero frente a la muerte cobarde, solo veo en tus ojos un egoísmo que nos cuesta minutos de vida. Una esclavitud felizmente aceptada, un préstamo fiel de nuestro tiempo, una responsabilidad vacía de corazón metálico. Una muestra de poder frente al pobre que renuncia a todo eso para abrazar un sentido diferente, un futuro libre de daños. Porque eres un virus arraigado en nuestras cabezas, una fiebre que nos ciega en una autopista de humo y sangre: una carrera mortal para compensar con el tamaño del carro la muerte que supone nuestro día a día. Disfrutas de la conducción porque respiras gasolina y humillas a los demás conductores en un viaje sin destino, una rueda que gira para darte fuerzas cuando te bajes del coche y te veas asumido a hablar con los demás. Fuera de tu cárcel sobre ruedas no eres especial, tus heridas resultan más evidentes y respiras el aire que exhalan los otros. Sigue conduciendo con tu coche para encerrarte ante la humanidad, para saborear en el cuero sintético la auténtica vida; yo me quedo con el autobús y su vida rebosante, por mucho que esta autenticidad me obligue a mojarme. No puedes protegerte siempre detrás de un cristal: la vida salpica.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Miénteme y di que todo irá bien. Cuéntame una vez que este mundo resistirá, que tiene leche y madera para sostenernos durante unas cuantas generaciones más, cuando ya me haya convertido en un simple nombre en la lección del colegio. Por favor, ciérrame los ojos ante los árboles fundidos, las piedras rasgadas como el velo del templo. No puedo dormirme pensando en que mañana estará más cerca ese asteroide, ese tsunami, esa trampa mortal construida minuciosamente por el ser humano. El fin tiene fecha. El suelo se agrietará como nuestras pieles, ajadas bajo un sol sádico. Las sociedades caerán, la cultura morirá ante el hambre y las violaciones en masa. Solo habrá un camino desierto, un páramo que nunca termina; el desierto devorará nuestras retinas. Ni tú ni yo seremos nunca más personas; solo perros disputándose los huesos de nuestros muertos. Nosotros veremos el fin de este mundo. Olvida tus artes, tu electricidad o tus palabras huecas. Llegará un día en que hablar no sea necesario, porque no habrá una realidad que queramos nombrar. Entonces nos arrancaremos las lenguas para no tener que pronunciar más la tortura a la que llamaremos vida. Y la muerte... la muerte no vendrá, porque también habrá desaparecido de este planeta. Los días se harán angostos como un océano de áspera arena. Los niños serán ancianos encorvados por una culpa que no fue suya ni fue original: fue tuya y mía. Veremos sus ojos secos y querremos matarlos, querremos matarnos y no podremos. Siempre fuimos unos cobardes, incapaces de cambiar lo necesario. ¿Cómo sajar los tumores si no nos atrevimos a desinfectar la herida? Solo aspiro a haber olvidado estos días con la llegada del apocalipsis, que el primate olvide los mapas y las ideas. Por favor, que muera la esperanza y podamos abrazar todos el dolor más salvaje, más sincero, más merecido. Porque este infierno lo seguimos creando a diario tú y yo. Saborea las llamas.

lunes, 19 de septiembre de 2016

El compás del próximo segundo explota
en el centro de mis ojos
desatando una explosión nuclear que lame mis huesos,
mis blancos huesos.

Todo yo soy blanco, todo yo no es
sino un cuerpo fabricado por entregas quincenales en cartón
y papel maché.
Construido sobre frases vacías y palabras rimbombantes
como maché.

Mírame y verás el mundo explotando,
como explota todo a tu alrededor.
Ni siquiera sabes cómo será la siguiente
estrofa del poema
o qué coño quiero contar con frases
cortadas
en versos aleatorios como la misma vida.

Una vida que, por momentos, se antoja demasiado viva.

Renuncié encontrar el mando de mis días
porque no podría pausar la jugada.
Una mirada en tercera persona tampoco arroja
luz sobre mis entrañas, oscuras y anegadas.
Solo Google puede leer mis textos, unas palabras
que no están hechas para el oído humano.

Unas palabras que nadie leerá,
las únicas palabras libres que he creado.

Nada de lo que he creado puede ser libre.

Trabajar de sol a sol no es problema
si puedo refugiarme en las estrellas de tu rostro,
dos bolas de gas ardiendo y devastando las cucarachas
como ninguna otra arma sería capaz.

Porque este gemido del final, este pequeño patrón
similar al de una nana,
solo te lo susurro a ti, acariciando mis labios
a tus pequeñas orejas enhiestas,
hablando como nunca, sintiendo como siempre
lo que retransmiten tus neuronas
y los poros de tu piel, abiertos para mí y
mi ansia infinita de conocerte más,
de conocer cada bacteria de tu colon.

Porque todos somos lo que sale de nuestro colon,
lo que entra en nuestra boca,
lo que bombea nuestro corazón.

Y todo eso es lo mismo: no se crea ni se destruye.

El amor es imperecedero,
como todos nosotros
en la noche de los tiempos.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Hace tiempo que comprendí que no quiero coros celestiales que me muestren la alegría de vivir porque os tengo a vosotros. Hace tiempo que la iglesia acabó con el estudio de los tronos y querubines porque sobraban: era evidente que los ángeles debían poblar la tierra para que los pudiésemos mirar, ojalá los pudiéramos ver al menos una vez antes de morir. Cómo explicar lo que significa la vida a alguien que nunca ha tenido su dedo índice abrazado por cinco pequeños lobitos que anhelan un último cuento donde todo encaje. La única forma de vencer los problemas es crear historias para mentes jóvenes, que todavía no se han cerrado a la educación. Todos vamos a morir y no hay nada que nos salve de nuestro final, ni siquiera esa mirada que nos roba el corazón sin apenas parpadear. Pero esos ojos son los únicos que iluminan mi corazón, los únicos que despiertan en mí una ilusión por un futuro no tan quemado en una tierra no tan devastada. En ese pequeño tórax caben todas las esperanzas que ya murieron en mí, una humanidad que no cumplió con mis expectativas pero lucharé para que pueda tocar las suyas con esos dedos diminutos. Errores y más errores que atesora un padrino en lucha eterna, alejando los problemas y dolores de su padawan más frágil y, por tanto, más prometedor. Queda un futuro que quemar muy lentamente, sin soltar la hoguera por mucho que el fuego lama los dedos. Que mis callos protejan tu corazón por siempre, lejos de arpas y sueños letales.

domingo, 4 de septiembre de 2016

Por ti y la felicidad de tus ojos.
Por tus piernas balanceándose, una alegría
que recorre todo tu cuerpo hasta llegar a nosotros.
Una sonrisa manchada de chocolate,
dos diminutas manos aferrando un tesoro que se derrite:
la vida.

A diferencia de nosotros, tus bocados sí marcan la presa
y el cazador.
Todo está pasando, los minutos se lanzan ardiendo
por la ventana.
Pero sabes despreciar la banal urgencia para abrazar
la vital importancia:
un negro trofeo por tareas cotidianas que sabe a gloria.

Porque has conseguido lo que nosotros nunca saborearemos:
un laurel real en esta cárcel de futuros y riesgos.
En cada trémolo de tu cuerpo admiro la belleza de la libertad,
una felicidad serena que debemos adorar en vacaciones
y en las efímeras tardes de invierno.

Un brindis por ti porque eres todo lo que puede traer la vida.
Un buen trago por ti para nunca perder de vista la vida.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Una voz que sorprende entre la tormenta, con agudos entretejidos en el algodón de nuestros sueños. Dejarse llevar suena demasiado bien, las yemas de los dedos se estremecen ante la próxima turbulencia que definirá la templanza de nuestro corazón, un órgano que se construye en cada repiqueteo de campanas. La corporeidad del tiempo es algo que trascendemos sin apenas darnos cuenta, igual que todas estas palabras que preceden al verdadero mensaje del texto, vano preludio para que el público ya esté sentado ante la primera nota trágica. Un cruel baile nos separa de nuestra vida para situarnos en un limbo, no de aire sino de metal y física. Pero ni siquiera allí nos encontraremos porque no existe espejo fuera de nuestra mirada, solo niebla y ruido blanco. Acariciando la ceguera, la muerte y el amor nos alcanzan allá donde nada más existe, ni el miedo ni la determinación. Cuando el único objetivo es sobrevivir, cuando confías en alguien que no conoces porque el sistema le ha colocado ahí, sabes que la humanidad se ha doblado sobre sí misma: el simulacro gobierna sobre la cultura. Y al recuperar la gravedad, el insoportable peso de nuestra conciencia, abrazamos con un suspiro las posesiones que nos devuelven un origen único pero compartido, un beso al que ya nunca volveremos. Porque ahí arriba escuchamos la única voz que se escapa a nuestros oídos: amar y morir es una misma rima que solo comprendemos cuando leemos el poema, nunca cuando lo escribimos.

viernes, 15 de julio de 2016

El mundo es algo vacío si no tenemos una mirada que destaca algo sobre la inmensa estepa. Un bocado de tierra que solo riega un amor que puede adoptar mil rostros: imposible enumerar aquí todos ellos, solo recordar la fuente de donde manan todos los manantiales. El jardín donde florecen las sonrisas y maduran las caricias hasta encontrar una piel única. Ese compás que enseña el pulso de la alegría y las corcheas exageradas del dolor. El mundo no da una sola vuelta sin que, en silencio, sonríe al pensar en toda la felicidad que se desborda a mi alrededor gracias a ti. Un pecho que acuna gritos y lágrimas porque conoce la humanidad como nunca podrá concebirse, como solo una madre puede acariciar los cabellos de su hijo siempre perdido. El día vendrá y volverán las canciones, las antiguas grabaciones que causaban dolor y ahora se canturrean con melancólica alegría en los días de limpieza. Una existencia plegada hasta el infinito porque el espacio no es sino la manifestación de esas manos que siempre trabajaron por los demás. Camino titubeante por un sendero que oculta su final y sus lindes, un camino que más parece un campo abierto a la vida. El horizonte es un círculo que me rodea con suaves promesas y cariños que nunca merecí. Porque ese es el encanto de la vida: no importan los errores que cometas, siempre habrá gente que te quiera y te abrace con una simple sonrisa. No habrá fin para los lugares que vivimos, los momentos que compartiremos hasta el último guiño, los miedos que provocan risas vistos desde el futuro. Una tormenta no amenaza si no nos escondemos de ella, si bailamos mientras el vendaval se desata sobre la tarta de bodas. No hay frontera ni distancia que nos separe si cada sonrisa y cada lágrima de felicidad portan con orgullo tu bandera. No habrá final mientras alguien siga sintiendo el compás.

viernes, 3 de junio de 2016

Anohni habla con la voz de la misma tierra cuando pide perdón a la humanidad
por los crímenes de la otra media humanidad.

Un golpe seco resuena como un corazón irregular
que lucha por vivir;
una vida que es un desafío
a la muerte,
la huella de todas las bombas
en tierra real,
en tiempo real,
sobre nuestra piel.

Todos hemos bombardeado esas ciudades
y todos cortamos esas cabezas.
Nuestra vida coquetea con el vacío bajo sus pies,
la realidad virtual no nos salvará;
nos estrangulará, ya lo hace.

Ya estamos muertos, nuestros nervios reventaron de tanto dolor.
Y aun así, nos atrevemos a reír,
nos casamos y nos hipotecamos.
Cada día, nombramos nuevas especies y
galaxias lejanas.

Derramamos vida sin control:
segamos y fecundamos campos bañados
por la luz de un mismo sol.
Creamos drones y ángeles, vestidos
y cinturones bomba.
Somos la crisis que abre cuentas y cierra hogares.

¿Cómo te sentirías si uno de esos números
de guerras lejanas, sin principio ni final,
fuera tu padre, tu hermana o tu hijo?
¿Podrías vivir si sintieras el dolor tal cual es
y no filtrado por imágenes, cifras, palabras?

No. La vida ya es difícil
con la muerte recluida en el hospital.
Un dolor al que renunciamos con nuestro cordón umbilical,
un nexo que rechazamos para saborear
nuestro plasma y nuestra Big Mac.

Salta otra canción en los auriculares,
nuevos cadáveres en las calles y nadie
que te abrace a través de la pantalla.
No busques porque lo tienes detrás:
es tu madre, es tu hermana, es tu hija,

soy yo.

martes, 24 de mayo de 2016

En las profundidades del Ministerio de Magia hay varias cámaras, cada una dedicada a uno de los mayores secretos de la existencia humana: la muerte, el tiempo, el pensamiento... La única que nunca se abre es la que investiga el amor. El amor es lo que nos salvará a todos. El amor salvó a Harry Potter durante años, porque todos sentían amor por él. Y ahora, después de releer los siete libros seguidos, miro alrededor y no puedo sentir más que amor por todo lo que me rodea o he conocido en algún momento. He llorado mucho durante este viaje: al principio por ver el niño que fui y ya nunca seré, los sueños que tenía y la verdad que solo yo podía ver. Pero pronto esas lágrimas comenzaron a brotar por los tesoros que tengo ahora y los que he podido disfrutar durante toda mi vida. Unos padres mejores de lo que podría soñar, cuyas enseñanzas me llevarán años aprender. Una familia que siempre me ha apoyado y solo me ha dado amor incondicional que porto siempre como una segunda piel. Amigos que me siguen soportando a pesar de que nunca estaré a su altura. Todos los que me quieren, que son más de los que me merezco, los que me respetan y los que no. Sobre todo ellos. Han sido siete libros que me han brindado nueva vida, la vida de papel a la que tanto debo. Unos libros que almacenan una parte importante de mi alma, como un horrocrux, que puedo acariciar cada vez que los vuelvo a leer; vuelven mis 10 años, mis 15, mis 18... Unas personas con las que crecí, cuyas caras y voces me acompañarán toda mi vida: Hermione, Ron, Ginny, Neville... Porque después de todos estos años empiezo a mirar hacia delante y no al pasado. Porque nuestro pasado no se ha perdido: viaja con nosotros y espera pacientemente, desde la estantería, a que lo vivamos de nuevo. Esa es la magia de la vida, la magia que no se estudia en Hogwarts: nada muere mientras pueda sentirse

miércoles, 18 de mayo de 2016

Las lágrimas que asomaron desde la tristeza brotaron con la seguridad propia de la alegría. El cinismo postmoderno no puede con la realidad: el tiempo sí se para. Los miedos, las dudas, el mundo que sigue muriendo; todo queda al margen de ese vestido blanco, de esa sonrisa perfecta, de esa mirada que contiene la única luz que me importa. Desde niño acariciaba las páginas de esas compañeras perfectas, una Ginny o una Bekka a la que poder amar. Qué estúpido. La vida me ha traído a un parque verde en una tarde soleada, con una mujer tan maravillosa que escapaba incluso a mi imaginación. Algo más que una palabra a la que cargar de sentido, mucho más que cualquier cuerpo agotado en una noche. Como una epifanía, los cielos se abren y señalan... Lo que señalan no se puede describir con palabras porque va más allá de lo puedo comprender. Es la ausencia de miedo, la eternidad del tiempo en unos labios, neuronas enlazadas con la yema de mis dedos. Como una obra de teatro, en la que el pasado es solo palabras sin color, cada gesto se queda grabado en la historia del arte. Dar y dar y dar porque sientes que nunca podrás compensar todo lo recibido. Una vida para compartir que se antoja demasiado breve. Una vida llena de momentos eternos para nunca envejecer. Una vida llena de amor en sus ojos.

lunes, 9 de mayo de 2016

Hay lugares que se pliegan hasta el infinito, atrapando vida en cada doblez. Mi casa es el espacio más doblado que conozco. No puedo mirar un rincón sin ver personas atrapadas en escenas pasadas, esperando a que alguien les mire para llevarlos de vuelta al pasado. Cuando el presente repele y el futuro espanta, ese pasado es el único tiempo que quiero vivir; aún más en primavera. El sofá que tan pronto se convertía en fortín como albergaba tortillas francesas de una mano amorosa frente a un televisor que se estropeaba. La cama plegable que recoge sueños de cuatro generaciones. El suelo que ha empapado tantas lágrimas, de amor y dolor, barro y comida de todo tipo. Las voces que cruzan el pasillo y aún me siento a escuchar, sentado en el suelo, cuando nada más se oye. Los abrazos que aún y siempre sentiré sobre mis hombros. Manteles, ventanas, sillas, camas, armarios, galerías, más sillas, puertas, escaleras, cestos de la ropa sucia. Hasta el exterior de la casa, hasta la limpieza de la casa me recuerda a ella. Hasta el último granulado de la pared contiene su sonrisa y sus caricias. Las bombillas que encierran los afectos que nunca dije y por los que rezo cada noche para que se conocieran sin saberlo. Las estanterías recogen las palabras de cariño que condenso en gestos de cariño, con la esperanza de que aún hoy las descifre el receptor, el único receptor de todo lo que vivo. La mesa sobre la que me levanto cada día, el calendario que cambio cada día pero mantiene su esencia, el reloj que observa siempre cómplice. Los libros sobre los que siempre volveré para engañarme pensando que siempre seré un niño. ¿Cómo vivir en un lugar que no me cuente todo esto? ¿Cómo vivir en un sitio con tanta vida? Simplemente, viviendo.

domingo, 24 de abril de 2016

La vida es una poesía cuya rima no podemos apreciar porque estamos perdidos dentro de sus versos, luchando inútilmente por conseguir sus besos. El día del libro es un día de compra y de exhibición, nada de reflexión ni autocrítica porque nadie compra algo así. Los arcos exhiben glorias muertas que se retuercen sobre sus plumas, sonrientes de la atención que les prodigan desconocidos que no conocen sino su posición tras el tenderete. No hay contenido, solo forma. Fuera de este zoológico se pasea un Vilas temeroso de sí mismo, la única persona que aprehende la verdad en la literatura. La única persona que busca conocer más humanidad desde su hueco bajo la escalera, su mesa plagada de vacíos y piropos apresurados. Ese es el lugar donde las leyendas se hacen carne y donde se abren las cicatrices que se cerraron en falso. El delgado equilibrio entre la esperanza del niño que vivió y el hundimiento de la sociedad. Un espacio degradado porque es demasiado real para comprenderlo, para vivirlo sin que algo nos desgarre por dentro. Una incómoda convivencia entre A y B. A: lo que fuimos y aún somos, un conjunto de sueños propios y esperanzas depositadas por todos, un héroe que nunca podrá ser. B: lo que somos y en lo que nos estamos convirtiendo, un conjunto de manías heredadas y miedos adquiridos por una vida siempre cruel, porque nunca hemos recibido todo lo que mereceríamos. O eso creemos, hipócritas y ególatras y todas las esdrújulas inimaginables. Porque en el fondo, en la superficie y en el núcleo seguimos siendo niños asustados ante la siguiente estrofa, una vuelta de página que no nos brinde nada más. Por eso abandonamos esos poemas hirientes para refugiarnos en libros infantiles, novelas de jóvenes adultos que no quieren crecer para nunca vivir la realidad. ¿Quién quiere crecer cuando sabemos qué nos depara el tiempo? Quien piensa así es que no conoce el tiempo, la vida ni la muerte. Dumbledore tenía razón: la muerte no es lo peor que nos puede pasar. Somos nosotros mismos. Aún podemos conocernos. Solo así podremos cambiarnos. No es esperanza, es trabajo.

lunes, 18 de abril de 2016

Nunca he creído en el futuro, sigo dudando de su existencia, pero lucharé por conseguiros uno. Que llegue la primavera y podáis ver las flores ribeteando un campo verde, que se ondea al compás del viento. Que pasear por la ciudad o el campo siga siendo una opción, no una condena por nuestro pasado. Cuando crezcáis, os traeré las letras más sublimes, las notas más sobresalientes, las cuchillas más hirientes; quiero que conozcáis la vida para poder enfrentaros a ella. Nunca cometáis el error de acurrucaros en la burbuja, salid y pisad los caminos a vuestro propio ritmo. Luchad por aprender y refinar: no os conforméis con susurrar vuestro idioma, convertidlo en un Vonlenska que llene los corazones. Perdonadme que os hable en imperativo pero son demasiadas las cosas que compartir y muy pocas las palabras en mi mano. Podéis pisar, golpear y llorar, pero siempre sabiendo que lo estáis haciendo; los que os queremos os comprenderemos. Os daremos todo con una sola condición: disfrutadlo, porque los demás también querrán disfrutar con vosotros, porque habrá muchos que no lo puedan disfrutar a vuestro lado. En el fondo, solo hay un imperativo que me atrevo a imponeros: vivid vuestra vida y la de nadie más, vividla sin otro en vuestro lugar, vividla hasta el fondo y disfrutando del ardor de garganta. Vivid porque un día tendréis que aconsejar a los siguientes y más os vale tener una sonrisa grabada en vuestro rostro. Vivid y cread vida porque será el mayor regalo. Vivid y hacednos vivir. Por favor.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Miente. Miente mucho. Miente con regularidad, a diferentes personas y sin necesidad de motivo. Descubre sus reacciones y sus movimientos, las preguntas que hacen y sobre todo cómo contestas tú. Si crees tus propias mentiras, se convertirán en realidad. 

Las palabras no significan conocimiento. Basa tu discurso en datos y arrójaselos a la cara sin darles tiempo a reflexionar. La sabiduría es el contexto, la conexión entre esas cifras; déjales que hagan ese trabajo mucho más tarde. Cuando no te tengan delante no te harán más preguntas: asumirán que conocías las respuestas. 

Ni siquiera es necesario hablar del asunto en cuestión. Nuevas marcas, tecnologías, alguna discusión en el sector y casos de éxito. Da igual que sucedieran décadas atrás, tendrán el valor que tú les quieras dar. 

Adopta el tono irónico y distanciado que inunda nuestra era. Alaba los éxitos pero menciona sus grandes presupuestos, aunque no los conozcas. Explica ideas pero no te comprometas con ellas, deja que la conversación fluya y el interlocutor haga su propio resumen. Todas las palabras ya han sido dichas, así que no puedes comprometerte con ninguna. 

Recuerda que no estás conversando para exponer tus ideas o conocimientos, sino para encajar en la perfecta idea que han creado (o quieres que creen) sobre tu figura. Asegúrate de conocer su filosofía, sus ideas y proyectos. Nunca los cuestiones más allá de pequeños errores prácticos que tú podrías solucionar. 

Vende lo que quieras, el tiempo olvidará que alguien lo compró. 

Sonríe. Mantén la mirada. Gesticula. Fija la mirada en la mesa o en el vacío. Seduce. Muéstrate irresistiblemente vulnerable, de forma que tus errores formen parte de tu adorable personalidad y solo sean una nota de carácter. 

Y nunca nunca desees ser contratado. Elogia a tus enemigos, no escondas tus debilidades y nunca confíes en que te vayan a llamar. Así te aseguras que lo harán. 

Pero recuerda que no firmas un triunfo sino una cadena. El triunfo desapareció cuando cogiste el teléfono. 

martes, 1 de marzo de 2016

No encuentro el Amberes de Bolaño en ninguna librería. Alguien se me adelanta, retirando el libro de todas las estanterías, relegándolo a donde pertenece: la ensoñación veraniega de libertad. No podemos tocar lo que pensamos porque sería demasiado diferente, lo Real nos mataría. Perfumamos las rosas porque su olor Real no nos parece lo suficientemente real. Insertamos un día más cada cuatro años porque nuestro calendario no funciona. Cambiamos la hora a nuestro antojo, con una excusa más criticada que defendida. El juego se ha convertido en una profesión y el trabajo, en un game over y gastaste todas tus monedas. Las oficinas de empleo no buscan trabajo, solo controlan el paro. Las universidades no imparten conocimiento, solo aptitudes para jóvenes pre-parados y actitudes de sumisión para viejos post-adolescentes, conocedores de que nada es bueno. Preparamos cursos y congresos sin importar el contenido, solo por el diploma que acredite que hemos realizado un trabajo acreditable, un conocimiento mensurable y troceable y equiparable y... Siempre esperamos un y que traiga el último término de la enumeración, la palabra más importante que disfruta su trono sobre el punto final. El Deus Ex Machina que nos recoja de la garita de segurata en un parking de playa de serie B y nos corone en un Olimpo inmortal. No existe corona, los inmortales son bizcos o ciegos y nosotros nunca seremos plural porque nuestras palabras se pierden cada noche en una tormenta de barro. Por eso no encuentro el Amberes de Bolaño, porque no quiero ver los libros de papel sino las palabras del código binario, amor y muerte, en los huecos de las estanterías. Por eso y porque no tendría dinero para pagarlo ni valor para leer lo que nunca sé si existió.

lunes, 22 de febrero de 2016

Vamos a morir. Tú y yo. No esos que pensamos que seremos en un futuro, esa vaga persona que tantas cosas iba a ser y nunca fue. No. Moriremos tú y yo. Del mismo modo que ahora estás leyendo, un estertor cerrará tus ojos y morirás. Y yo también. No hay mayor seguridad que eso. Y mientras lo esperamos, irá muriendo todo lo demás. Morirán nuestras mascotas, nuestras flores, nuestros seres queridos. Amigos y familiares; los que no mueran antes, morirán después de nosotros. Nosotros moriremos incluso antes de morir. Nuestra relación se irá consumiendo en un lento final, una sucesión de muertes conforme vayamos evolucionando, envejeciendo, muriendo. Todo lo que conocemos va a ir muriendo poco a poco, ya lo está haciendo. Los lugares ya no son como antes. Esos momentos ya no volverán, solo manchan de sangre bancos y paradas de autobús para que recuerdes esas lápidas. Mires donde mires solo hay muerte. Y así será hasta que mueras. Comprobarás que todo lo que disfrutaste murió y fue reemplazado por un nuevo ser que volvió a morir. Y que así sea. No hay nada peor que morir sin sentir que ya moriste. Sufre mucho y muy intenso, porque eso significa que perdiste algo. Muere mucho porque significa que vives mucho.

martes, 26 de enero de 2016

Mira, llega un punto en tu vida en el que descubres que vas a decepcionar a la gente. A poco que te muevas, fallarás a todos los que más o menos te quieren. Será sutil; un día te dirán que hace tiempo hacías cosas grandes y tú no le darás importancia. Pero poco a poco verás que ya no hablan de ti como antes. Te recuerdan, claro que sí, todos lo hacen. Pero recuerdan al niño que fuiste, al líder que eras, la promesa que encarnabas. Viven en el pasado y no te conocen. Ya no. Por eso es mejor que los decepciones pronto, para poder vivir. Ah, toma las patatas.

lunes, 18 de enero de 2016

Por culpa de Pixar, ahora me siento culpable por cambiar de móvil. No puedo soportar que el viejo sufra y se sienta abandonado. Debe de estar pensando que soy un imbécil y no tengo razones para desmentirlo. Sigo vivo un año más, abandonando cosas a cada paso. No temo a la muerte; temo al tiempo porque lleva años matándome, un poco cada vez. Cualquier mirada atrás es un reguero de sentimientos muertos, de personas distanciadas y dolor miedo angustia rencor... indiferencia. Fría indiferencia. Muerte. Nos esforzamos por ser idiotas, por avanzar hacia nuestros sueños a costa de pisotear lo demás y ni siquiera obtenemos nuestros sueños. Seguimos corriendo para quedarnos solos, para ser un gordo calvo que podría haber conservado todo. Los dientes amarillean y las muelas duelen. Despreciamos la voz que nos suplica, la mano que tira de nosotros. Nos centramos en la conversación de Whatsapp que despreciamos. Leemos los cientos de comentarios y no decimos nada, porque no nos interesa. Somos mejores, no nos debe interesar. Planificamos el calendario para hacer planes con todos; con todos nos sentimos desplazados. Hablamos y las palabras ya no dicen lo que queremos, ya nadie nos escucha al hablar. Demolemos lo que construimos, enterramos lo que sentimos, apartamos aquello a lo que pertenecemos. Buscamos algo más blanco, más rápido, más suave. Tiramos los agujeros porque nos muestran lo que hay debajo, lo que somos y lo que fuimos. Todavía a tiempo de gritar y agarrar una mano, nos regodeamos en nuestra miseria. Jugamos con la costra para que la herida no cierre. Somos la herida. Somos una sombra perdida en el tiempo. Somos la muerte. Joder, no quiero ser un gordo calvo.

miércoles, 6 de enero de 2016

Ahora.

No pienses, porque el momento pasa.
Vive lo que soñaste,
disfruta y aprende
cuando nada más quede.

Luchaste por el sol y
negociaste la luna;
no dudes más y disfruta
ahora que los puedes abrazar.

Acaricia el miedo,
saborea envidias
y huye de los consejos
que tu Ítaca alejan.

Mójate,
quémate,
equivócate una y otra vez.
Rueda por la nieve
hasta que tu ropa se empape
de risas, pánico y cariño.

Vive el ahora
porque es hijo de todo tu ayer.
Vive hoy
porque es lo que siempre serás
mañana.

 

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