domingo, 29 de septiembre de 2013

Creemos que nos movemos, pero en realidad solo nos comportamos según nuestro entorno. Recogerás lo que siembras es solo una forma de decir que no eres tú quien decide tu futuro, sino las personas de tu alrededor. Nuestra vida está condicionada por las palabras del conductor del autobús, la sonrisa de la librera y la palmada de un hermano. Podemos ser tan jodidamente egocéntricos de pensar que somos como somos porque lo hemos decidido, porque hemos madurado, pero no es así. No maduramos, nos hacen madurar. No aprendemos, nos enseñan. Lo poco bueno que hay en mí es lo que ha calado de los demás. Los demás, ese dios multiforme y sin mandamientos. Vivimos en sociedad y formamos parte de miles de vidas. Una frase de borrachera o una cara sonrojada perduran en nuestro corazón durante años, capaces de levantarnos cuando nos caemos. No elegimos en las encrucijadas, otros escriben nuestras acciones. Por eso dejamos volar libres a quienes queremos, let her go, porque sabemos que nuestras vidas ya están entrecruzadas. Los sueños se llenan de faunos, cucarachas y trolls, pero nada asusta. Bueno, todo asusta pero todo se vence, gracias a los demás. Encárgate de buscar unos buenos demás, porque la parte de ellos que vive en ti es lo único que te hará grande.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Voy por un camino pero descubro que son dos. Lo real y lo hiperreal, lo que es y lo que ha pasado a ser. Una no sustituye a la otra. La gravilla de ambos caminos se clava de la misma forma en mis zapatos. No hay uno que sea más real, uno que sea una metáfora. Ya he asumido que vivo en dos niveles a la vez, que soy dos caminantes con dos destinos pero una sola vía. El pierrot que acuna al niño ríe y llora, ama la luna y la maldice a gritos cada 28 días. Es incómodo, ilógico, pero es. En medio de orcos que acechan en los bares, fantasmas que secuestran mujeres y brazos que acaparan todos los besos; en medio de todo eso, que algo sea de verdad es algo muy serio. Perder, reír, suspirar y maldecir. Contar el tiempo y mentir. Ponerse de puntillas y envejecer y mentir. Saludar y huir. En ese medio, la realidad no es, sino que solo llega hasta mí, siempre transformada pero siempre igual de real que antes. Pero los abrazos no son, el vértigo no es, no somos nuestras palabras y nunca serás un lamento. La gravilla resuena, como en un cementerio y como en Grândola. Ambos resuenan, ambos son reales e hiperreales, ambos son filósofos y poetas postadolescentes frustrados. Ambos juegan a ser mientras yo sigo caminando, sin ser nada.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Cuando te empujo con el hombro, 
te digo que te quiero. 

Cuando te pongo una cara sonriente :D
te digo que te quiero. 

Cuando me río, 
te digo que te quiero mucho. 

Cuando me quedo mirándote, 
sin mover ni un músculo, 
cuando me llevo las manos 
a la cabeza, 
cuando suspiro, cuando no, 
te digo que te quiero. 

Cuando no me muevo
y solo os escucho hablar, 
os digo que os quiero

Cuando te pregunto qué tal estás
y dejo que otros te abracen, 
te levanten y te coronen
mientras yo no me levanto,
te digo que te quiero. 

Cuando te digo puta, zorra, 
cabrón, corazón, nenaza, cagao, 
te digo que te quiero. 

Cuando solo me siento a tu lado
te escucho respirar
y critico el cono o el país que sea, 
te digo que te quiero. 

Cuando te abrazo, 
cuando oigo tus pequeños pasos
y cuando me escondo 
al sentir tus pies de puntillas hasta el timbre,
te digo que te quiero. 

Cuando pienso un chiste más, 
una referencia más rebuscada, 
o un puñal más afilado contra tu espalda, 
la espalda de toda la familia, 
os digo que os quiero. 

Cuando todas las noches pienso en ti al apagar la luz, 
veo tu sonrisa y te saludo, 
cuando lamento no haber pensado en ti cada segundo del día; 
cuando prometo parecerme más a ti, 
ser mejor, hacerte sentir orgullosa, 
entonces y siempre te digo que te quiero.

Cuando respiro, 
te digo que te quiero. 

Una vez me dijo una peluquera
que nunca estoy solo; 
ella siempre sentía un calor a mi alrededor. 
Muévete, date prisa, me digo ahora, 
haz que ese calor inunde el mundo. 

lunes, 9 de septiembre de 2013

Te mereces los siete tormentos capitales por hacer pisado esa rosa. Acudiste con un martillo a la puerta de un colegio, dispuesto a destrozar cada niño que saliese por la puerta, cada sueño que asomase a la superficie. Te has esforzado por devastar los campos; esperando en cuclillas, como un sádico, con tus tijeras dispuesto a cercenar todo brote verde que asomase. No has hecho sino destruir lo que construimos, vomitar sobre nuestros trajes y follarte a nuestros peluches. Solo espero que la muerte se cobre tu factura, pero lenta y minuciosamente. La de tu pelo cuidado con lágrimas y reprimidos insultos. La de tus ojos esculpidos con el desprecio que has regalado a todos menos a tu guitarra. La de tus gestos mimados con adoración y disculpas, pensando que tú eras diferente y podían curarte, sacar la mariposa que eres. En realidad, solo eres una bolsa de mierda, que desborda cuando te mueves o abres la boca. Solo puedes contribuir al mundo enterrándote lejos, en silencio. Cuando mueras, solo tendrás el olvido más frío. No vales ni la energía de ir a bailar sobre tu tumba. Me da igual que te borres pronto o tarde, solo quiero que dure el tiempo suficiente para que seas consciente de que está pasando, de que estás desapareciendo, y de que estás solo. Siempre has estado solo, vacío, porque el odio que todos sentimos hacia ti se desvanece en cuanto contemplamos la rosa, sonriendo al rocío de una mañana eterna.
 

Copyright 2010 Archivo de las pequeñas cosas.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.