lunes, 9 de septiembre de 2013

Te mereces los siete tormentos capitales por hacer pisado esa rosa. Acudiste con un martillo a la puerta de un colegio, dispuesto a destrozar cada niño que saliese por la puerta, cada sueño que asomase a la superficie. Te has esforzado por devastar los campos; esperando en cuclillas, como un sádico, con tus tijeras dispuesto a cercenar todo brote verde que asomase. No has hecho sino destruir lo que construimos, vomitar sobre nuestros trajes y follarte a nuestros peluches. Solo espero que la muerte se cobre tu factura, pero lenta y minuciosamente. La de tu pelo cuidado con lágrimas y reprimidos insultos. La de tus ojos esculpidos con el desprecio que has regalado a todos menos a tu guitarra. La de tus gestos mimados con adoración y disculpas, pensando que tú eras diferente y podían curarte, sacar la mariposa que eres. En realidad, solo eres una bolsa de mierda, que desborda cuando te mueves o abres la boca. Solo puedes contribuir al mundo enterrándote lejos, en silencio. Cuando mueras, solo tendrás el olvido más frío. No vales ni la energía de ir a bailar sobre tu tumba. Me da igual que te borres pronto o tarde, solo quiero que dure el tiempo suficiente para que seas consciente de que está pasando, de que estás desapareciendo, y de que estás solo. Siempre has estado solo, vacío, porque el odio que todos sentimos hacia ti se desvanece en cuanto contemplamos la rosa, sonriendo al rocío de una mañana eterna.
 

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