domingo, 23 de septiembre de 2012

La vela arde y sonreímos mientras se consume el cabo. La cera gotea y crea hermosas formas, puntos de luz en medio del suelo mugriento. Las patas del trípode se distribuyen el peso, la fuerza; el triángulo es la estructura más sólida. Gritar hasta rebosar los tres vértices. Canciones de pachanga repetidas hasta la saciedad. Canciones extranjeras de las que solo conoces el estribillo. Canciones trilladas que siempre coreas y nunca aprendes en la guitarra. Canciones que te hacen vibrar. Alcohol, mucho alcohol, siempre alcohol. Quememos etapas, velas y cuerdas vocales. Por primera vez en años, la vuelta a la rutina es la vuelta a la normalidad, al peso de la manta y el tacto de la alfombra. A palmadas, apretones cómplices y miradas, muchas miradas. Nada de esconderse y mirar al infinito cuando hablas.  Otros habrá que sean otros, pero nosotros somos la primera persona de nuestras vidas. Mañana vendrán las noticias, el gimnasio o la nada más absoluta. Pero eso será mañana. Hoy la vela todavía se consume y la cera te abraza, diciéndote que nada ha cambiado y nada cambiará. Porque la luz no se consume por el tiempo ni por el viento, sino por vivir.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Correr o pasear. Triunfar o disfrutar de la derrota. No se trata de llegar primero ni de saber llegar, sino de tener una línea de meta. Siempre he crecido pensando que el segundo es el primero que pierde, que hay que llegar lejos y brillar. Quienes adoran la mediocridad son perdedores cobardes, que no asumen su condición. La sociedad moderna ha brindado tantas excusas para blindar el miedo que cualquier ciudadano puede doctorarse en retórica. Si no cumples con tu meta, eres un perdedor. Si no tienes meta, eres el doble de perdedor. Si aceptas todo lo que venga porque crees que será bueno, sea lo que sea, eres el mayor perdedor. Si eres un vencedor para la sociedad, cumpliendo con todos sus requisitos, estarás muerto por dentro. No tienes que vivir la vida de los demás, pero la tuya empieza donde termina la suya. Con una frontera borrosa, imposible decidir si quieres algo o si han conseguido que lo quieras. Desde siempre, elegir ha sido perder; quiero algo y lo contrario. Tratemos de no elegir y simplemente vivir. Pero la ironía, una vez más, siempre está ahí.

Tutor: Guy Debord.
 

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