jueves, 28 de enero de 2010

El pez da vueltas sobre sí mismo, revolcándose en su propia mierda. Sus escamas de antiguo oro, ahora se cuartean con el movimiento, bajo roña y resto de comida. La pecera, de hecho, está cubierta por una chaqueta tirada al azar, sin preocuparse de lo que hay debajo. Antes, su cara permanecía horas y horas frente a la burbuja de vida, le cantaba, le regalaba castillos y submarinistas. Ahora, ya no le sonríe, ya no le mira. Él se esfuerza, intenta limpiar sus escamas, intenta hacer piruetas que atraigan su atención, pero no lo consigue. Está indiferente, apática, eso dice a su madre cuando la regaña por el agua turbia de la pecera. Pero sale corriendo en cuanto oye tocar el timbre, en cuanto escucha que comienza su programa, en cuanto ocurre cualquier cosa. Todo merece su atención, menos el pez.

miércoles, 20 de enero de 2010

No, no soy el espejo que te devolverá más guapa y más delgada. Necesito ver una carita sonriente por las mañanas, necesito que alguien me diga algo bonito, solo para seguir adelante. No se trata de que me recibas con abrazos y besos en los pies. Solo que me preguntes qué tal, que te intereses de verdad por escucharme, y que de tu boca no salga nunca más un "yo" mientras hablo. Que no sonrías a todos menos a mí, que no repartas rosas a los transeúntes, y me guardes espinas envueltas en finas palabras y gestos de etiqueta. Tienes problemas, me parece perfecto; todos los tenemos. Unos más y otros menos, creo que en eso no te puedes quejar. Guarda tus hachas, tus cuchillos y tu guerra fría. Todo es distinto a como lo imaginas, y si en algo se parece es porque tú hiciste que fuera así.
Sonrío.

Sonríes.

Otro día perfecto.

viernes, 8 de enero de 2010

No soy increíble, no soy superman. No intento ser el macho delante de nadie, pero tampoco intento vender mi corazón abierto y cortado en pedazos. No hay nada en este mundo que ame tanto como hacer feliz a la gente; una sonrisa me da una vuelta al corazón. Hago de las lágrimas de los demás mi manto, para seguir sonriendo y seguir luchando, para seguir bromeando y seguir intentando que la gente vea que el sol brilla, que el agua baña nuestros tobillos. Nada podrá pararnos, nada, porque si miramos dentro de nosotros veremos que somos libres, que movemos nuestras manos y nuestras lenguas, y somos responsables de todo lo que construyen y critican. Nuestros lenguas construyen puentes que cruzan mares, nuestras manos hacen aparecer de la nada cajas donde guardamos nuestros sueños y nuestras ilusiones. Como seres humanos somos estupendos, pero cuando aparecen en nuestras vidas los demás, cuando comprendemos los sentimientos de los demás y los incorporamos a nuestro camino. Porque en esta vida, no hay un premio esperando al final, sino que cada pequeño paso es una recompensa en sí misma.

miércoles, 6 de enero de 2010

Sonríe y mira hacia arriba, mientras la besan. Puedes ver cómo cada pestaña salta y se estremece, porque le están dando un beso en la mejilla. Una amiga. Un simple beso, con un brazo por encima del hombro. Queda lejos todo el dolor, todos los males del mundo, porque la están besando, está posando para una foto, y ella es feliz. Necesitamos poco para ser felices, pero no podemos darnos cuenta. Las noches cuidando de los demás, las palabras destinadas a curar llagas y a desinfectar espinas enquistadas conducen a este momento, a esa sonrisa casi forzada, pero que por dentro es natural, espontánea, y a esos ojos. Esos ojos. Brillan como brillo yo por dentro cuando la veo. Brillan como tiemblan mis manos al intentar cualquier figura de papel, cualquier palabra escrita con una tinta que se desvanece. Veo esos ojos en los faros de los coches, en los campos de trigo, en los hielos de los vasos que lleno. Y cuando los veo, respiro tranquilo. Y sonrío.
 

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