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viernes, enero 08, 2010

No soy increíble, no soy superman. No intento ser el macho delante de nadie, pero tampoco intento vender mi corazón abierto y cortado en pedazos. No hay nada en este mundo que ame tanto como hacer feliz a la gente; una sonrisa me da una vuelta al corazón. Hago de las lágrimas de los demás mi manto, para seguir sonriendo y seguir luchando, para seguir bromeando y seguir intentando que la gente vea que el sol brilla, que el agua baña nuestros tobillos. Nada podrá pararnos, nada, porque si miramos dentro de nosotros veremos que somos libres, que movemos nuestras manos y nuestras lenguas, y somos responsables de todo lo que construyen y critican. Nuestros lenguas construyen puentes que cruzan mares, nuestras manos hacen aparecer de la nada cajas donde guardamos nuestros sueños y nuestras ilusiones. Como seres humanos somos estupendos, pero cuando aparecen en nuestras vidas los demás, cuando comprendemos los sentimientos de los demás y los incorporamos a nuestro camino. Porque en esta vida, no hay un premio esperando al final, sino que cada pequeño paso es una recompensa en sí misma.

martes, diciembre 15, 2009

La piel no se agrieta, ni se arruga,
sino que el amor no cabe dentro de uno,
y se deposita en la superficie.
Cuando morimos, la piel arde en la noche de los tiempos,
y el amor se evapora, permanece en el ambiente.
El amor empalaga más que el incienso.
No podemos mirar a través de él.
Si tragamos el humo para ver el suelo, nuestra mente
arde
y caemos.
Pero la luz siempre vuelve. La luz siempre está ahí.
Cuando nos mordemos al comer, brilla.
Cuando lloramos y golpeamos la pared, brilla.
Siempre brillará.
Aunque a veces no seamos capaces de ver que el amor
es la luz.
Solo debemos esperar.

domingo, junio 14, 2009

El pasado día 1 mi hermano y mi cuñada (en el fondo hermana) tuvieron un precioso hijo que se llamó Fernando. El parto tuvo complicaciones, lo pasamos todos mal, pero el chico mereció la pena. Pues bien, el caso es que me pasé horas mirando al bebé, lo tuve en brazos, pero no me sentía tío. Era como el niño del vecino, que te lo pasan para que lo admires, pero hay una mampara. Sin embargo, el otro día no sé qué estaba viendo en la tele que salió una guardería social, el único hogar que encuentran muchos inmigrantes en tierras extrañas. Vi a los niños y niñas jugando en el recreo, riendo, llorando porque no pueden jugar con todos los juguetes a la vez, y me emocioné. Me emocioné no por la escena en sí, sino porque imaginaba a Fernando así, sin juguetes, sin medicinas, sin futuro, y se me partió el alma. Di gracias a Dios por su situación afortunada, recé para que todo le fuera bien, que la vida fuera amable con él, pero también para que él supiera ser amable con el destino. Fue en ese momento, creo, cuando empecé a ser verdaderamente su tío. Un abrazo infantil, como deberían ser todos.

PD: Perdonad las pocas entradas de este mes, pero ya se sabe, los exámenes.

viernes, mayo 29, 2009

Estoy descalzo, los dedos del pie acarician la suave alfombra. Los dedos se mueven solos, no hace falta que les dicte: hace tiempo que dicté todo. Dentro de unas horas se casa mi hermano, y pienso en Adán. Cuando Dios le quitó una costilla, Adán sintió una pérdida, una parte de su cuerpo cruelmente amputada. Es cierto que nunca pidió ese regalo, que muchas veces ese hueso le impedía correr más rápido, saltar más alto, pero era suyo, y lo añoraba. Hasta que vio la recompensa, y la aceptó gozoso. Hoy me hallo ante un problema similar. Como dirian los viejos, que de esto saben, no pierdo un hermano, sino que gano una hermana. En cierta forma es así. Hace dos años gané una hermana, y esta tarde tendré un hombro más en el que llorar (espero que no haga falta). Pero en realidad no pierdo un hermano, porque siempre lo tendré al lado (su independización es a diez metros de distancia) y además será una pareja feliz. Lo sé. Por eso escribo esta entrada, para dar las gracias a quien esté arriba por mi familia, y en especial por mis hermanos y hermanas. Mi hermano me acaba de abrazar, está más nervioso de lo que aparenta, pero aun así nos tomamos el pelo. Gracias por la vida que me ha tocado vivir. Un abrazo.

sábado, noviembre 29, 2008

O eso es lo que nos hacen creer las grandes superficies. A 27 de noviembre ya se oía la típica melodía supuestamente navideña, que suena una y otra vez, condenada a sonar sin que nadie le preste atención. En la televisión ya se ven anuncios de créditos para comprar los juguetes del anuncio siguiente, juguetes que irán a para irremediablemente al armario más oscuro o, si los padres tienen cierto sentido común, a beneficencia. Sin embargo, lo peor no es esto. Lo peor son los anuncios de familias unidas por Navidad, felices y unidas como solo Hollywood puede hacerlo. La abuela, el tío, el nieto, todos unidos y contentos cantando villancicos bajo el árbol de Navidad, tragando uvas en Nochevieja y viendo pasar la carroza de Reyes. 7 de Enero. Cada uno a su casa, y hasta el año que viene. Alguna llamada para algún cumpleaños, alguna visita porque estaba por ahí. Pero nunca se está ahí cuando se necesita. La gran mesa de noble madera se aletarga bajo una capa de mugre, ya que solo se utiliza una vez al año. Los niños aprenden a amar la Navidad y a sus tíos, ya que la unión de ambos implica regalo seguro. Esa es la Navidad que cada vez más ven los niños. Ya no hablo de que tengamos que rezar al lado del belén, pero sí pensar un poco antes de comer turrón, aunque solo sea para darnos cuenta de la suerte que tenemos al comer un año más el turrón blandurrio (que era el duro del año anterior) en casa de la abuela. Un abrazo.

sábado, noviembre 15, 2008

Ayer fui al peluquero con mi padre, y en el coche sonaba una canción, It´s a heartache, de Bonnie Tyler. Mi padre comentó lo mucho que le gusta esa voz quebrada, y lo equiparó a su uso de los puntos suspensivos. A partir de ahí vino una conversación de las que siempre recordaré, sobre poesía y sentimientos. Comentamos distintos poemas, distintos autores, lo que a cada nos hacía llorar, lo que nos hacía sentir que este mundo era nuestro mundo. De fondo, Bonnie Tyler seguía sufriendo, pero nosotros ya estábamos lejos de allí. Podía ver un brillo en sus ojos al hablar del mundo, de su visión del otoño, de la ciudad, de la familia. Las farolas teñían la tarde de un tono dorado, como de olimpiada griega, alumbrada por la sempiterna antorcha. Si digo la verdad no recuerdo toda la conversación, pero siempre recordaré la emoción unida a ese diálogo, a esa canción, a ese viaje que dura ya 18 años. Es solo una etapa más del viaje, pero es una etapa de reposo, de aprendizaje para cuando lleguen los momentos duros. Es mi padre. Un abrazo
 

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