lunes, 22 de febrero de 2016

Vamos a morir. Tú y yo. No esos que pensamos que seremos en un futuro, esa vaga persona que tantas cosas iba a ser y nunca fue. No. Moriremos tú y yo. Del mismo modo que ahora estás leyendo, un estertor cerrará tus ojos y morirás. Y yo también. No hay mayor seguridad que eso. Y mientras lo esperamos, irá muriendo todo lo demás. Morirán nuestras mascotas, nuestras flores, nuestros seres queridos. Amigos y familiares; los que no mueran antes, morirán después de nosotros. Nosotros moriremos incluso antes de morir. Nuestra relación se irá consumiendo en un lento final, una sucesión de muertes conforme vayamos evolucionando, envejeciendo, muriendo. Todo lo que conocemos va a ir muriendo poco a poco, ya lo está haciendo. Los lugares ya no son como antes. Esos momentos ya no volverán, solo manchan de sangre bancos y paradas de autobús para que recuerdes esas lápidas. Mires donde mires solo hay muerte. Y así será hasta que mueras. Comprobarás que todo lo que disfrutaste murió y fue reemplazado por un nuevo ser que volvió a morir. Y que así sea. No hay nada peor que morir sin sentir que ya moriste. Sufre mucho y muy intenso, porque eso significa que perdiste algo. Muere mucho porque significa que vives mucho.
 

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