martes, 1 de enero de 2013

La vida puede ser un eterno retorno. El tiempo, nada más que un círculo inventado a medianoche. Sin embargo, todo brilla. Día tras día echamos mierda sobre nuestras espaldas. Nos encogemos, cambiamos, nos humillamos para lograr un reconocimiento. Discutimos, nos distanciamos; las palabras se enquistan y las miradas no atraviesan los cristales negros. Pero las raíces siempre salen, la flor crece entre el polvo nuclear y las trompetas llenan una noche más. Tenemos que buscar debajo de la montaña en nuestra chepa, trabajar la piedra estéril para encontrar un pequeño diamante, casi siempre de los demás. Remendar una sonrisa y un chiste, tragar el cansancio para aguantar media hora más o simplemente preguntar qué tal y sonreír. Siempre sonreír. Si no luchamos, la vida nos humillará. Siempre habrá gurús que te elogiarán cuando necesitas un rapapolvo, pero sus caras nunca se levantarán del suelo. El único consejo válido es que nunca escuches las palabras, pues son una mera excusa para mirarte y sentirte. Y cuando sientas el viento y esa luz a tu espalda, sonríe porque no has hecho más que empezar.
 

Copyright 2010 Archivo de las pequeñas cosas.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.