domingo, 7 de julio de 2013

Eso de que a veces una vida no es suficiente. Claro que lo es, el problema es que estamos más ocupados en organizar los capítulos que en dotarlos de contenido. La imagen sobre la vida, el eco por encima de la voz. Y así solo conseguimos perdernos en la espuma del mar, en vez de disfrutar una ola. De la misma forma que se puede escuchar música clásica en una discoteca, podemos hablar de literatura y putas sin que el concepto de realidad se vea alterado por completo. De hecho, solo así seremos completos. ¿Qué pretenden los que nunca se ríen de sí mismos, los que tienen razón siempre o los que nunca saltan y solo miran? ¿Qué sentido tiene no equivocarte si nunca corres delante de los toros, si nunca estás vivo? No se trata de beber y salir más que nadie, sino de hacer todo lo que sientas que puedes hacer. El mayor secreto de la vida es que nada nos impide vivirla, ni siquiera es difícil disfrutarla: solo tenemos que zafarnos de la autocensura, la peor de todas, y reír o golpear cuando queremos. Discutir sobre filosofía no te impide disfrutar con una canción cuya letra son solo tres vocales. Al revés, deberíamos darnos cuenta de que solo rompiendo las barreras que nos definen podemos encontrarnos. Y una vez que lo haces, ya no te conformas con escribir sobre ello. Vives todas las vidas que componen la tuya.
 

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