martes, 10 de junio de 2014

Nunca pensé que encontraría a alguien con quien pasar una tarde tumbado, resguardado, a los pies de la inmensa mole que siempre amenaza con devorarnos: el tiempo. Nunca pensé que lograría conversar durante todo un viaje, ni durante toda una vida juntos, sea al otro lado del teléfono o dos puertas más allá. Mientras dejaba de ser un niño y me aterraba por todo en lo que podría convertirme, nunca llegué a imaginar que lograría hablar al nivel de los adultos y participar en sus bromas, sino incluso granjearme su respeto, que mi opinión sea valorada y tenida en cuenta. Que lo que yo decida pueda ser tomado como una opción que imitar. Jamás pensé que dejaría de ser un niño asustado Lo sigo siendo, pero como todos los demás; trago ese poquito de bilis cada mañana para seguir sonriendo y trabajando por un mundo más justo. He caído en un estereotipo en cada frase porque he logrado camuflarme entre la normalidad y conseguido que mis traumas no sean más grandes que las sombras del dormitorio de un bebé. De hecho, mis enemigos no me vigilan desde un castillo, no mueven su red de espías a mi alrededor. Mi mayor enemigo soy yo mismo, En serio, tengo que encontrar un remedio a toda esta tontería de Paulo Coelho, está empezando a dañar mi cerebro.

1 burradas:

Anónimo dijo...

Ser joven parece convertirse (para algunos) en sinónimo de invisibilidad. Cuando lo constato siempre considero que es un gran error. Es perderse demasiado por hacer caso de tópicos.
Y si, lo del Sr. Coelho, es otra historia.

 

Copyright 2010 Archivo de las pequeñas cosas.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.