lunes, 2 de junio de 2014

¿Cuántas veces has salido a la calle? ¿Cuál fue la última lluvia que te empapó mientras gritabas a alguien que no estaba allí? Cientos, miles, tú solo; no importa. Quiero saber si alguna vez has encontrado un poro de tu piel que no tuviese miedo y has salido a la calle. No miedo a los golpes ni a las multas. Miedo al ridículo por defender una idea, nunca perfecta, pero real. Acudir a una manifestación sin sacar pegas a quien convoca, porque ellos no controlan tus razones, tu sentimiento. Comparte hombro con el porreta y con la señora del caniche, porque son tus hermanos; eso es la democracia, todos iguales, ¿no? La vida es compleja y siempre habrá razones para justificar cualquier aberración. No me importa. Lo único que queda al final es el recuerdo, y ni siquiera es el nuestro porque ya habremos muerto. Podemos traspasar el saco de mierda que nos dan al nacer, emponzoñarla con nuestro sufrimiento y luego llorar porque es nuestro único legado. La otra opción es mancharse las manos y remover la mierda, meter las llagas abiertas y dejar que nuestra piel se pudra. Hagamos lo que hagamos, el resultado implica mierda por todas partes: disfrutar de nuestra vida y engordar el saco o sufrir como pordioseros para aliviar diez gramos de carga. Haz lo que debes, haz lo que quieres, haz lo que consideres correcto. Actúa y déjame en paz de una puta vez, no vaya a ser que acabe saliendo a la calle por encima de ti.

1 burradas:

Anónimo dijo...

La Democracia, ese mal menor, donde se supone existen oportunidades, derechos y deberes para todos que la integran; pero ni la vida ni las teorías son perfectas; ni los seres reaccionan ni se sacrifican igual por cualquier idea o proyecto.
Hagamos lo que hagamos, todo termina igual que empezó, sufriendo, para saltar el muro, y que el olvido llene ese vacio. De eso se aprovechan algunos.

 

Copyright 2010 Archivo de las pequeñas cosas.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.