jueves, 10 de abril de 2014

¿De qué me sirve que me envidien los demás
si no me siento satisfecho con los días que me han tocado vivir?

Deja de venderme lo que ya he hecho,
eso es pasado.
Nunca me han interesado las estelas de los barcos
infestadas de carroñeros,
sino la maleza que espera mi machete,
un cincel que modela mi más preciada obra.

No quiero que mi vida pueble revistas,
no es sino el collar de perro más hermoso;
déjame elegir lo apasionante y lo bello,
lo memorable y las palabras que cultivaré
en mi última sonrisa.

Por eso

Adelante, juzga mi vida y trázame el mejor camino.
Perdona, no entendí.
Bueno, es que no soy tan bueno como tú.
Por eso solo puedo caminar por otras sendas
para retorcidos como yo.

Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo.
Yo no tomé ninguno; no tengo poema ni canción.
Simplemente sonrío con cada espina que se clava
y se pierde al segundo.

2 burradas:

Anónimo dijo...

Siempre, cuando menos se espera, aparece esa maldita bifurcación del camino que obliga a elegir una dirección, ¿qué más da cual se eliga? Sólo decide en el último instante nuestro inconsciente.
La pasión es vida, la belleza subjetiva y la envidia una pérdida de tiempo. Y el estilo literario endiabladamente cegador y tortuoso,

Anónimo dijo...

¡Que más da! nunca sabremos si tomamos la opción adecuada (que no correcta),solo cuando miramos atrás valoramos el camino y queda claro que la ilusión está en el próximo horizonte, en nuestra mente, en nuestro sentir.

 

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