jueves, 14 de agosto de 2014

Sentarse delante del ordenador y llorar. Por todas las ideas que tenías, la gran pirotecnia que iban a formar. El primer esquema ya poda tus desvaríos hasta dejarlos en una simple bombeta. Pero bueno, eso aún podría sobrellevarse si te pusieses a escribir de una puta vez. Las lágrimas, los golpes sobre la mesa y el odio negro latente en las entrañas. El miedo a hibernar sin control, vivir en sueños, razonar lógicamente para no actuar. Lo que hay que hacer está jodidamente claro, el universo no conspira en tu contra, pero tú sí. El suave veneno serigrafía el epitafio esperado, que no deseado: "podría haber sido tantas cosas". Lo aterrador es que no hay un enemigo contra el que luchar, pruebas que superar ni princesas que rescatar o dejar que te rescaten. Esto es la vida, chaval, y no puedes huir de ella. No puedes pulsar el botón de pausa, ni cerrar el libro durante unos minutos. Estás viviendo tu huida, tallando tu preciosa soga que te arropa cuando todo te causa frío. El frío sale de ti, ya tienes que saberlo después de tantos años. Pero da igual, porque sonríes después de esta breve escapada, legitimada porque escribes. Pero, por favor, no seas tan hipócrita de colocar un punto porque nunca has sido capaz de ello.

1 burradas:

Anónimo dijo...

Las ideas siguen ahí junto con la gran preparación. Esto parece el reino de lo mediocre... De momento, pero los buenos valores están ahí esperando el momento cercano para actuar cuando el cambio (seguro) se produzca. Ahora queda escribir, leer y actuar en la medida de cualquier posibilidad que se vislumbre. Hay tanto talento detrás de esa increíble sonrisa...

 

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