martes, 1 de julio de 2014

Después de un buen libro, es la vida quien parece plana: sin color, sin personajes tan profundos ni frases que, aun siendo enormes, suenan naturales, como la vida real que ha dejado de serlo un poquito. Da igual los chistes, las caricias ni las bofetadas porque todo lo que llega no te afecta a ti, sino a la nebulosa en que te encuentras; parece que el mundo del libro te ha creado, sus palabras todavía se derraman en cada poro de tu piel. De hecho, suspiras al pensar en los protagonistas porque ya son parte de ti, de tu cuerpo y tus ojos, te han cambiado como un golpe más de cincel que poco a poco transforma el bloque en algo con forma pero siempre inacabado, siempre a la espera de unos ojos que no sean una oscuridad con brillos ocasionales. Durante una vida, muchos son los libros que se quedan en un mero ejercicio físico de pasar páginas, mientras que las de otros son espinas que sajan las heridas para que puedan respirar, para que te puedas encontrar aun sin esperar un resultado; un buen libro nunca te ofrece algo cerrado, porque te ofrece vida. De un modo u otro, nuestras manos nunca son las mismas al sostener un nuevo libro; sin darnos cuenta, el anterior ha cortado una falange o lavado una vieja magulladura. Desde que coges un libro, cómic, novela o sueño eres otro, eres mil otros y diez mil sentimientos que nunca encontrarás caminando con tus piernas. solo De esa manera comprenderás cosas que es mejor comprender, posiciones que convendría obviar, ideas que no deberían escapar del mundo de los sueños, de nuestros párpados arenosos.

1 burradas:

Anónimo dijo...

Ser lector te hace más comprensivo con los demás, mejor comunicador, más humano.
Serlo te permite viajar a cualquier lugar, visitar personajes, conocer vidas y situaciones y alimentar tu espíritu. Es difícil concebir un mundo sin libros. Sería como carecer de amigos.

 

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