viernes, 15 de julio de 2011

Momentos en los que piensas que la vida se equivocó. No hiciste nada para merecer un padre así, una madre así, unos hermanos y hermanas así. Y sin embargo, disfrutas de ellos, y los malgastas siempre que puedes. Sonríes porque habrá más días, más películas por las que ir al cine o más obras por las que aplaudir cuando echen el telón. Sin embargo, esos días se acabarán, y luego no habrá nada más. Cada uno de nosotros piensa en su propio cielo, su propio después, pero no hay nada; solo existe el ahora, solo existen esos pasos por el pasillo, esas manitas que te tiran de la camisa. Caminamos por un sendero de piedras afiladas, pero ese sendero nos depara siempre lo mejor. No pensemos que el camino nos devolverá al punto de partidas, jóvenes y robustos. Pisemos firme sobre los guijarros, sonriamos antes el dolor, y disfrutemos cuando brille el sol, que ya se pondrá. La muerte somos nosotros mismos, estamos muriendo, pero vivamos y bebamos, olvidemos que creamos un mañana, un futuro, un ente invisible que nos devora poco a poco, y que en realidad no existe. Sonríe, sonríe siempre y sin ningún motivo, porque entonces las piedras del camino se convertirán en suaves adoquines, un suelo sobre el que poder tumbarte a contemplar el eterno baile de las nubes. ¿Puedes pedir algo más?
 

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