jueves, 6 de febrero de 2025

No corras, no huyas, no hay nada de valor ahí fuera. La alerta del móvil nunca te avisa de las cosas importantes, solo te aleja de los momentos que atesorarás cuando ya no los tengas. El rayo naranja retozando sobre la cama, subiendo a tu pecho y frotándose contra cada centímetro de tu piel. En este instante no hay facturas, responsabilidades ni ego: solo un calor que ronronea y te alimenta en lo más hondo de tu ser. En esta misma estancia, en otra vida, fuiste tú quien jugueteaba bajo una tienda de campaña, a quien se le paró el corazón con una caída entre juegos, quien derramó más que lágrimas ante el ocaso de todo. Nada de todo eso estaba previsto pero todo te acompañará hasta que te mueras y otros lleven nuevos recuerdos consigo. Por favor, que alguien me lleve consigo como yo porto esas risas, esas caricias, esos juegos.

jueves, 16 de enero de 2025

Libérate de términos, conceptos y corsés. Libérate del uso de la propia palabra corsé y aprende a pensar por ti misma. Libérate de las cargas que tanta gente ha confiado en ti, todos esos paquetes que se han engarzado en tu piel y tiran a diario. Si no es tuyo, déjalo atrás. Fallar a los demás no es malo, sino liberador: quítate la máscara que te han impuesto y respira. Rehuye miradas, deja fluir los dedos en arpegios que suenen viejos; son auténticos, eso es lo único que importa. Joder, ni siquiera necesitan ser auténticos, tan solo estremecerte por dentro hasta que te replanteas tu vida, tu día, tu cuerpo que ya solo sabe deslizar pantallas hacia nuevos mensajes. Para, respira, siente son ya una guerrilla frente al rodillo que se llevó por delante los últimos años, las últimas personas que todavía acudían a esta farola abandonada. Menos mal que esto no es Germinal y la única revolución es levantarte del sofá a otra silla, igualmente cómoda pero mucho más exigente: te hace pensar, de espectador te mueve a productor. Podrás equivocarte pero habrás sentido, habrás vivido y, con suerte, habrás conmovido una brizna de tiempo que volverá. Porque el sentimiento siempre vuelve, igual que las olas etéreas de Julien Baker tras un escritorio diminuto. No te preocupes por tocar la nota y que no suene prístina; todos sabemos que la música es el tiempo inmediato al sonido. Acomódate en esta nueva nave y nunca, nunca dejes de remar.

 

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