sábado, julio 10, 2010

Cerrar puertas, ventanas y ojos, cerrar todo lo que me trae el mundo exterior, y rezar para que así desaparezcas. Cavar un pozo hondo, romper piedra y oro, y enterrar allí todo lo que siento por ti. Que la carne se pudra, que las ropas se ajen y la madera muera en las fauces de los gusanos. En la calle la gente ríe, grita, sopla vuvuzelas y se baña en fuentes, mientras yo recorro las habitaciones de esta casa, buscando un hueco en el que no estés, una estantería en la que no haya un recuerdo tuyo. Cajas, fotos, libros, todo te pertenece; apenas me atrevo a tocarlo, por miedo a que me vuelvas a hechizar y vuelva a dejar de respirar. Me da igual el pulpo que adivina resultados, me da igual la cigarrera de contrabando, me da igual cada piedra que soporta el peso de esta casa, solo me importas tú. Cierro la puerta, cierro las ventanas y cierro los ojos. Quiero ser un monje, que viva la vida sin ti, si es que es posible. Cierro los ojos y lloro, porque renunciar a ti es renunciar a la vida.

martes, julio 06, 2010

Existen días malos, días muy malos, y días en los que quieres morir. Días en los que todo es viejo, las palabras ya están gastadas, mientras que los sentimientos perduran, y siguen desgastando nuestro aplomo. Hay días en los que el mundo conspira en tu contra, y tienes que esperar horas sentada, sintiendo cómo se escapa el tiempo, mientras tú estás encarcelada en esa silla, esperando algo que no llega. Pero incluso en esos momentos, siempre hay alguna cosa que te ayuda a salir adelante, un mensaje o una llamada que te hace sonreír en medio del autobús, una expresión que te obliga a reír, mientras la gente a tu alrededor se vuelve a mirarte. Siempre hay personas que te ayudan en los momentos tristes, siempre hay almas que sienten cuándo necesitas su calor, y no dudan en prestártelo. Esas personas rara vez reciben un gracias a cambio, porque ninguna frase, ningún gesto podría resumir lo mucho que le debe el mundo, por cada gesto que realizan a diario. Por eso, por cada pequeño gesto a diario, gracias.

miércoles, junio 16, 2010

Si quisiera escribir, tengo dedos.
Si quisiera huir, temer el tiempo,
el corazón rompería mi pecho.

Si quisiera seguir corriendo,
si quisiera morir contento,
si quisiera tan solo vivir,
tan solo entonces huiría de la rima,
para ser libre.

sábado, junio 12, 2010

Sonríe, canta, baila y besa, porque siempre habrá tiempo. Siempre habrá fotos con las que volver atrás, flequillos y horquillas que volverán a crecer para hacerte creer que nunca se fueron, que siempre serás un niño vestido de pastor en un portal de Belén que nunca envejecerá, un papel de plata que nunca se arrugará, un algodón eternamente blanco, que nunca probará la sangre. Personas van y vienen, espejos que se rompen cuando quieres abrazarlos. Créalos, vístelos, sóplales para que adquieran la vida que tú quieras que tengan, y cuando descubras que no son tuyos, rómpelos para que los Reyes Magos te compren más aire. Modela palabras, crea sentimientos, satisface necesidades que nadie conocía, siéntate siempre en el centro para que nunca estés solo. Ríe cada chiste, muerde cada lengua, besa cada diente, porque siempre habrá tiempo, siempre girará la aguja, pero tú nunca lo tendrás. El tiempo te sobrevivirá, y no podrás sentir nunca más cómo resbala entre tus dedos. Porque esos granos de arena, esas gotas de ron, esas son las verdaderas sonrisas, los verdaderos besos. La verdadera vida es la que sentimos que se nos escapa, y por eso disfrutamos de ella.

martes, junio 08, 2010

No me gusta la poesía en verso. No trates de medirla y cortarla, pesarla y venderla como una prostituta en un burdel. Las alas de las mariposas no son cuadradas, la vida no es una línea recta, ¿por qué había de ser exacta la poesía? La poesía ya es perfecta en sí, aunque nunca será exacta, cerrada, porque los sentimientos no pueden describirse. Nunca. Pero no me vengas ahora con tus patrañas filosóficas, no me abrumes con metáforas y léxicos cuidados. Me aburres. Dame un puto paralelismo, que yo mandaré un misil a tu cabeza. Dame una puta palabra, que haré que sea la palabra que nunca oíste. Porque eso es la poesía: ver lo que no habías visto, sentir lo que creías conocer, descubrir que estás rodeado de vida. Tu nacimiento, tu muerte, tu último beso, no son gotas de sangre en un folio, sino estelas en la mar. Unas más grandes, otras más duraderas, otras que recorren caminos ya asfaltados, para no llegar al mismo final. Vidas, al fin y al cabo, que no caben en las palabras. Palabras que, decididamente, no cabrán nunca en una línea. Y no me hables de la rima; que las palabras no se posen como un simple sonido en tu cabeza, sino como miles de pensamientos e imágenes.
 

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