miércoles, 11 de enero de 2012

No me pruebes porque dejaré el examen en blanco. Si me pinchas, si intentas hacerme sangrar descubrirás que mis venas son más rápidos que tus puñales, que bajo esa piel hay algo a prueba de sentimientos. No voy a luchar porque el premio solo merece la pena si comprende que no tengo que luchar por él. El viento irá y vendrá, reventará contraventanas y levantará faldas. Será espectacular. La niebla volverá y te encogerás. No tendrás bufanda ni guantes, ni gorro con borla. Ese será mi descanso, mi vela. No dejas de repetir que hay otros lugares mejores que este. El sol brilla más, las hombres más fuertes y las mujeres más sonrientes. No te creo, pero me da igual. Porque yo no me iré. Solo quiero estar aquí un día. Y otro. Y otro. No quiero grandes fuegos artificiales, ni besos bajo farolas ni postales reales. Quiero que la comida sea un momento de reunión, que solo pensar en ella me haga sonreír. Quiero que perder mi barco no me importe, porque pasaré otra noche en el puerto. Quiero que cuando más negro esté el cielo, cuando más ruja la tempestad, tenga una vela a la que agarrarme. Y que se haga la niebla, la tibia y calmada niebla. Que el tiempo se pare y solo permanezca una cara que pueda pellizcar. Si estás, seré feliz. Si no estás, sonreiré.
 

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