lunes, 8 de febrero de 2021

 Hace más el que quiere que el que puede. Yo puedo y no hago nada. Soy plomo, cadmio cada vez que me levanto para empezar una tarea. Incluso comer cuesta cuando antes deber salir de esta laguna. Cada gesto abre nuevos universos en los que acabo fallando. ¿Para qué crear vida condenada a una muerte absurda? Deja que el virus devore la tierra y las estrellas se consuman, renuncia a tus sueños para dormir tranquilo y vivir inerte. Cada día es una batalla que no se celebra, una victoria pírrica que arrincona el alma. Leo razones, busco sentido, nada creo. Esto no es nihilismo, demasiado noble, ni un poso punk, que se abandona con los últimos granos. Solo viene a mis labios un regusto amargo con la vida conforme palpo las dimensiones del teatro: ni actor, ni tramoyista, ni público. Quizás solo soy la voz que suena de fondo mientras tú decides qué ir a ver este fin de semana. Ojalá ese eco te anime a superarte, a mejorar el mundo, a sumar felicidad. Nací viejo y cansado, con excusas para todos tus fallos y críticas para todas mis acciones, pero sigo alimentando la misma llama: yo soy los demás.

 

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