lunes, 8 de octubre de 2012

Fuera estalla la bomba H. Akira combate contra Deckard, Alien versus Depredador, todos contra todos. La aniquilación es el objetivo y el medio. No crecen flores porque ya no quedan manos para sujetarlas. Los columpios ardieron años atrás, cuando Alemania invadió los siete mares. Nuestras mentes no existen, son una ilusión creada para despreciar nuestros sentimientos y, por tanto, amarlos más. El mundo ha estallado ahí fuera pero esta casa es distinta. El sol carece de poder, el tiempo es nuestro. Y nuestras almas. Fuera implosionaron todos los pianos pero aquí queda una guitarra. Cuerdas trenzadas de verdad, naturaleza muerta por la redención del espíritu. Notas cayendo lentamente sobre el suelo salpicado de vivencias. Estudiar, trabajar, mendigar, triunfar, huir, crecer. Tiempo. Serifas, remates, florituras, puntillas. Caricias. Tenemos de todo. Ni las palabras ni los gestos hablan nunca de la realidad. No son sino una tecnología que reproduce un mundo artificial, imposible de transmitir el calor de la realidad subyacente. El espectáculo como división de la realidad y, a la vez, imposición de la nueva realidad. Pero no preguntes qué es real porque nosotros lo somos y no necesitamos más. La guitarra suena una vez más y siento su calor. Bebamos y toquemos, mintamos y ríamos. Fuera el mundo estalla, fuera el tiempo mata a su antecesor pero aquí brindamos por la destrucción, por el caos. Nunca un hiato fue tan bonito.
 

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