lunes, 10 de febrero de 2014

Vuelvo a escuchar esa canción casi 10 años después. Siempre había estado por ahí, pero era más el preludio a ese gran final que una canción en si misma. Y ahora que le presto atención, descubro que he estado soñando con esos coros sin saberlo. Esa voz ha poblado mi inconsciente desde siempre, desde la i hasta la e. No puedo darles ningún sentido, pero sí recuerdos. Viajes sin destino en un coche nuevo, con el mismo cedé sonando una semana tras otra. Una funda de cuero que rápidamente birlé y, ¡oh, grandes misterios!, no hace una semana que ha vuelto a mi vida. Desde la capital del reino me encojo, pensando que voy a sentir contra mi cuello el roce del cinturón de seguridad. Se me arrasan los ojos solo de pensar en que una voz vuelva a decir que le gusta esa canción, esa canción que llevando sonando en su honor durante los últimos cuatro años, 5 ya. Esos gritos apagados le recuerdan embalses legendarios sin agua, el mejor pulpo a la gallega de la ciudad (¿ese lugar estaba todavía dentro de la ciudad?), ver el cine en primera fila y aun así, disfrutar. Recuerdo las tardes de jueves adoquinadas, con saludos de un quesero sin cuerpo, solo su cabeza me sonreía. Olores, colores, nunca sabores. Tuve que madurar mucho para aprender que la vida no basta con mirarla; hay que comerla. Llevar el carro un paso por detrás hasta que pesa más que yo; no importa porque era en ese momento cuando llegaba la ayuda. Otros jueves dar vueltas y vueltas, pulsar botones de colores para aparcar y recorrer medio casco histórico buscando un granizado de limón. Subirme en el caballito porque la moto es amenazadora ("¡Súbete a la moto! Tengo sorpresas para ti"). La prehistoria es subir hacia los juguetes por la primera escalera mecánica de la ciudad, remolonear alrededor de los robots y bajar por las amplias escalinatas. La subida es mecánica, nadie te libra de vivir la bajada por ti mismo. El mundo ya estaba loco pero entonces sentía protección en los ojos de los demás. Ahora siento que debo protegerlos yo.

2 burradas:

Anónimo dijo...

No sigas por ese sendero, tira el carro y vuela ligero, que nadie lastre tu vuelo, tu vuelo largo, no escuches los cantos de falsas sirenas, cada uno tiene su sendero, solo decirte que hay muchos seres que tienen la suerte de conocerte y quererte, ello es la única verdad.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

¿Tocala otra vez Sam? La lluvia nos vuelve nostálgicos, pero igual mañana sale el sol.
Subir al desván del inconsciente, echar un vistazo y bajar para seguir adelante. A intentar comernos este loco mundo. Cada uno a su manera, ¡hasta el final!.

 

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