domingo, 15 de junio de 2014

Una vez que pasa el huracán, deseo que hubiese sido más fuerte. Ahora que lo he soportado, subido en el tejado solo con mi colchón, ojalá hubiese sido más potente para que me exigiese más. Necesito comprobar que mis piernas habrían aguantado más viento, más fuerza; ahora que ha pasado el miedo y el terror, la calma resignación de la muerte, sé con certeza que podría haber soportado más peso. Donde antes buscaba ayuda, una fácil huida, ahora quiero más. Las explosiones, los gritos, las miradas de puro dolor... Nada de eso importa ya. Todo eso eran berrinches de niño de teta que merece ser arrojado al vacío para crecer. Las supernovas pasaron y se fueron, los perros se perdieron en el horizonte. Ahora la adrenalina grita por mis venas un nuevo asalto, más de esta droga cuyo único efecto es darse cuenta de la capacidad de uno mismo. Me cargo el colchón y bajo por la escalera con una sonrisa porque quien baja no es el mismo que subió. Probablemente sea peor, pero es una cuestión que no me interesa en absoluto. Lo importante es que vuelvo con mi colchón y no sobre él. Vuelvo caminando por mí mismo, porque he acabado arriba, no porque nadie me llame de vuelta. Vuelvo calzado, no con chancletas. Ahora sé que vaya a donde vaya siempre volveré, porque todos los lugares me pertenecen.

1 burradas:

Anónimo dijo...

"Lo que no te mata te hace más fuerte"... Eso dicen.
Y aunque los paseos por "el lado obscuro" no garantizan una salida indemne, si aportan descargas continuas de adrenalina en estado puro.

 

Copyright 2010 Archivo de las pequeñas cosas.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.