jueves, 11 de septiembre de 2014

Volver para comprobar lo que dejaste:
las esquinas que te enamoraron,
las calles donde sentiste un escalofrío
al sentirlas por primera vez.

Caer de rodillas ante una perfección sucia,
que se sabe modesta y por eso enamora.
Parques inmensos, fiesta hipster
y congresos de tecnología
para llenar un pulmón que nunca duerme,
unas venas bajo las que no se sabe
qué corre.

Nuevas canciones, empujones
para entrar en el vagón;
sabes que existe un espacio para ti
muy pequeño, muy al fondo,
aunque la realidad se esfuerce en negarlo.

Volver para comprobar qué creaste:
nada te acoge, solo te devora porque
te necesita, aunque quiera permanecer por siempre
la capital del reino.

Muestras de cariño como estalactitas:
lentas, dolorosas y de admiración obligada
durante miles de horas, hasta otra similar.
La realidad impuesta,
la suya,
siempre la suya.
Su encuadre, su mapa, su afición.

Hundirse en esos lagos que solo existen en fotografía.
La realidad, nuestra realidad, vive sometida
en contaminación, ídolos capitalistas
y postureo desbocado hacia la tibia indiferencia que quiere
el calor que nunca deja circular, solo atrapar.
El cariño de la respiración del metro nunca es calor,
solo sudor y notas equivocadas en un arpegio.

Volver para volver a odiarla.
Volver para volver a amar esa sonrisa
y esa mirada que nunca sale a la luz.
Volver para volver seis años atrás;
con más noches, menos música
y tras conocer la realidad. La realidad.

Volver, sabiendo en qué estado se vuelve.

1 burradas:

Anónimo dijo...

¡Enhorabuena¡, ahora toca recoger los frutos que sembraste tras años de esfuerzo y vocación. Tu lo vales.

 

Copyright 2010 Archivo de las pequeñas cosas.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.