miércoles, febrero 28, 2018

Personas que son parte de tu día a día desaparecerán y ya no volverán. Os diréis que sí, que quedaréis o que os veréis porque la vida es un pañuelo, pero sabes que los pliegues no llegan tan lejos. Lo que habéis construido se quedará precisamente en eso, en todo lo que habéis compartido sin llegar a ninguna parte, precisamente el gran encanto de toda vuestra relación. No todo lo que vivimos tiene que desembocar en un gran océano; disfrutamos de pequeños meandros y galachos que aportan sabor a cada día, aun a sabiendas de que no volveremos a probar esos néctares a los que llegamos a acostumbrarnos. Quizás en eso resida el encanto de nuestra existencia, en saborear cada momento sin el miedo de que podamos repetirlo o no; al fin y al cabo, nunca nos bañamos dos veces en el mismo río. No me llames hija, no me llames de ninguna forma porque ya me habré ido con la bruma de la mañana, entre los copos que siguen cayendo horas después de tus fotos y vídeos. Mi banda sonora no es esa canción que has puesto y repetido hasta la extenuación, sino la melodía simplona que llevaba en la cabeza mientras nuestra última vela se extinguía y yo sonreía. Estoy feliz porque sé que no volveré a vivir nada de esto y me duele, pero dota de mayor valor a cada una de las muescas que grabo en mi reloj. Sonríe porque todas estas caras e historias se irán depurando en mi memoria hasta destilar un fino hilo de pura ambrosía: mi recuerdo, mi realidad, mi existencia.

domingo, enero 14, 2018

"No era que hubiese dejado de prestar atención al mundo, pero el mundo ya no solo se caía a pedazos, sino que estaba ardiendo, y la cuestión era: ¿qué hacer o dejar de hacer cuando el mundo era presa de un incendio y no se disponía del material necesario para apagar las llamas, cuando el fuego había prendido tanto dentro de ti como a tu alrededor e hicieras lo que hicieses odejaras de hacer no ibas a cambiar nada con tus actos? Ceñirse al plan y escribir el libro. Esa es la única respuesta que se le ocurría. Escribir el libro sustituyendo el incendio real por un fuego imaginario y esperar un resultado mejor que la simple insignificancia.

[...]

Comprendía lo delicada que era esa postura. La arrogancia que implicaba, el egoísmo, el error de pensar en el arte por encima de todo, pero si no se ceñía a su argumento (que quizás no era tanto un argumento como un reflejo instintivo), se abandonaría a un argumento en contrario en donde los libros ya no serían necesarios, ¿y qué momento podría ser más importante para escribir libros que un año en que el mundo estaba en llamas... y uno se consumía con él?"

4 3 2 1
Paul Auster

sábado, enero 13, 2018

"...y en todo momento, desde el comienzo de su vida consciente, la insistente impresión de que por los desvíos y vías paralelas de los caminos que se han tomado y que no se han tomado ha circulado la misma gente al mismo tiempo, la gente visible y la que está en la sombra, y que el mundo tal cual era nunca podría ser más que una fracción del mundo, porque lo real también consistía en lo que podría haber ocurrido pero no sucedió, que un csmino no era mejor o peor que cualquier otro, pero el tormento de estar vivo en un solo cuerpo significaba que en un momento dado uno tenía que encontrarse exclusivamente en un solo camino, aunque pudiera haber estado en otro dirigiéndose a un lugar enteramente diferente.

[...]

Dios no estaba en ninguna parte, dijo para sí, pero la vida estaba en todas partes, y la muerte estaba en todas partes, y los vivos y los muertos estaban unidos."

4 3 2 1
Paul Auster

domingo, diciembre 31, 2017

Una sombra.

miércoles, diciembre 27, 2017

¿Por qué tenemos que seguir cambiando hasta el día en que muramos? ¿Por qué no nos basta con perder, sino que debemos encender nosotros el fuego purificador? El tiempo nos curte la piel y, cuando esto no basta, el destino nos obliga a lijarnos las yemas para que el desierto penetre mejor en nosotros. Las angustias futuras se encarnan en el presente, hienden sus raíces en nuestro palpitar diario para secarnos cuando todavía llueve. Acaricias con intensidad los viejos amuletos, maderas ajadas que ya no recibirán nuevas admiraciones ni soportarán risas, y piensas en toda la vida que borras al arrancar esas astillas. Sus dedos acariciándote a través de los diminutos agujeros, su cabeza apenas asomando al final del respaldo, el ejemplar retirado porque un sol así siempre necesita un apoyo más resistente. Mudos testigos de una vida que se va día a día, sin tragedias, con la frialdad que recibimos todos los excluidos de una novela o película. En realidad, no tiene sentido llorar porque esta es solo la hoguera de este año: muchos otros vinieron antes y muchos otros se irán después. Y junto a ellos nos perderemos como humo en una niebla ligera, apenas un leve carraspeo en una tarde anodina.
 

Copyright 2010 Archivo de las pequeñas cosas.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.