miércoles, 12 de septiembre de 2007

Caminamos hacia la parada. El viento sopla suavemente, limpiando de hojas secas las calles. Intento serenarme, que no se note que estoy acalorado. Intento llevar el mismo paso que tú, sin parecer impaciente ni desinteresado. Izquierda, derecha; y otra vez. Intento controlar también la respiración, pero las aletas de mi nariz se mueven desasosegadas, nerviosas como yo, eléctricas. No debo dejar que mi cuerpo transpire nada de lo que se trama en mi interior. Inspiro, expiro; inspiro, expiro. Por mucho que lo intente, no soy más que un muchacho junto a una diosa. El autobús pasa a nuestro lado, despacio, como si me incitara a llevar el plan a cabo. Dices algo, pero el pánico controla mis sentidos. Al fin, aunque se ha hecho eterno, llegamos a la parada. El autobús abandonado durante los 5 minutos de descanso nos flanquea el paso. No sé qué ocurre, no sé qué ves, que ríes. Esa risita ingenua, auténtica, me recuerda por lo que estoy aquí. Me miras, pero no como siempre. En tus ojos brilla algo diferente. Expectación, quizá ilusión, o puede que incluso deseo. No sé cuánto tiempo pasó, porque para mí el tiempo se borró, dejó de existir. Sólo existías tú, y yo te observaba. Como una descarga eléctrica, me acerco a ti, a mi sueño. Así no, dices mientras retrocedes. Vuelvo al ataque, pero esta vez en tu terreno. Poco a poco, recorro agitado, sin mover ni un músculo de la cara, los escasos centímetros que nos separan. Ladeo ligeramente la cabeza, como hacían los derrotados, y recorro los últimos kilómetros que me separan de ti, de mi salvación. Tus labios rozan los míos, pequeños pero carnosos, fríos pero aterciopelados. Tus pequeños labios abren mi boca, con la experiencia que me falta, y me demuestras por qué te llamo mi redención. El viento ya no sopla; ya no hace frío. Ahora sólo estamos nosotros dos, entrelazándonos el uno con el otro formando una escalera al cielo, donde siempre tendrás un lugar privilegiado. Un trueno rompe esa escalera, arrojándonos a la fría y yerma tierra. El conductor tose a nuestro lado, diciendo que el bus parte. Te quiero decir algo, pero tus labios me callan. Anonadado te veo partir, preguntándome qué hice para hacer realidad mi sueño, para conocerte a ti.

2 burradas:

Anónimo dijo...

Creo que despues de leer esto me he enamorado de ti, "candem". Me gustaría saber donde vives para hacerte una visita xD Espero vernos a menudo, y que sigas escribiendo cosas así. Besos

camdem dijo...

Me halagas, Sara, pero la verdad es que pierdo mucho al natural. Es mejor que no nos veamos por un tiempo...

 

Copyright 2010 Archivo de las pequeñas cosas.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.