jueves, 25 de febrero de 2010

Imagina la casa perfecta, hijo mío. Imagina habitaciones amplias, modernas, con muebles de vanguardia, donde celebras fiestas durante un fin de semana perpetuo. Imagina habitaciones pequeñas, de piedra o de madera, con sillones donde hundirse y reposar de los demás, paladear el sabor de cada segundo. Imagina tu propia casa perfecta, que se adecue a tus necesidades. Por eso, debería cambiar a cada momento, pero siempre por ti. Imagina tu cocina, perfecta con sus armarios rojo brillante o su estufilla de carbón. Ahora imagina el grifo. El grifo gotea. Cada segundo se deja resbalar una gota y repica sobre el desagüe. ¿Qué harías? Cambias el grifo, y sigue goteando. Llamas al fontanero, y cambia la tubería, hace rozas por toda la casa, y el grifo sigue goteando. Pasillos llenos de serrín, camas cubiertas de cuadros y muebles retirados. Y el grifo sigue goteando. Es un goteo regular, siempre tic, paladeas el silencio entre goteo, pero sabes que en seguida viene la gota. La esperas, pero nunca llega cuando esperas. Crispas la mano, no parpadeas, abres los tímpanos hasta que te duelen, pero no llega. Respiras, sonríes, y justo entonces cae la gota. Ahora, hijo mío, ¿no querrías coger un martillo y destrozar toda la casa? ¿O serías sensato y simplemente te mudarías?

viernes, 19 de febrero de 2010

Quiero ser bandido y traidor, quiero que los niños se duerman con el miedo a encontrarme. Quiero que las cicatrices crucen mi cara, quiero que mi respiración se confunda con la niebla en un callejón oscuro. Quiero hacer daño, quiero cosechar lágrimas y suspiros. Quiero escupir, golpear, para que piensen que hay un alma sensible en mi gruesa piel. Quiero reírme de defectos, fumar en baños y despachos, robar móviles de taquillas y que todo eso provoque una risilla de complicidad, de aceptación. No quiero poner una tirita en cada rodilla pelada, quiero que alguien sople en mi dedo quemado. No quiero dormirme rezando para que alguien sonría mientras miles de personas arden en la hoguera por no haberse comprometido con la vida. No quiero querer, pero siempre acabo queriendo que alguien me quiera.

domingo, 14 de febrero de 2010

Mis ojos se cierran poco a poco, los párpados pesan, pero me fuerzo a seguir aquí. Necesito arrebatar horas al sueño, a la muerte, y ver que sigues ahí. Trato de inventar metáforas, de buscar símbolos y figuras bellas, pero no las encuentro. Presento la belleza desnuda, eres tú. No puedo intentar vestirla de palabras porque sería atentar contra la moral, nadie debería nunca callarte, mentirte o robarte. Tú eres el fin en tí mismo, la música que escucho en miles de canciones. Recompongo mis pensamientos, escucho mis sentimientos, y trato de verte como arte, pero no puedo; te he estrechado demasiadas veces en mis brazos. Me he esforzado por que cada poro, cada curva de tu cuerpo recuerde mis dedos, recuerde mi amor por ti, recuerde las teclas del piano que he construido, recuerde que vivirás siempre en mí. Los árboles desnudos, las hojas golpeando mi cara, todo eso no importa, porque tengo tu rostro grabado en mi memoria, y me resisto a dejarlo ir. Me resisto a dejar que seas una rama más, pudiendo ser el tronco.

viernes, 5 de febrero de 2010

Odio a las hormigas. Me parecen el animal más estúpido, sus patas largas se mueven como brazos estúpidos que jalean a un cantante drogadicto. Caminan siempre en fila, unas detrás de otras, aducen que así llegan más lejos, que así se aprovechan de sus conocimientos. ¡Mentira! Lo único que hacen es pisar su mierda, tragarse sus mentiras. Degustan vómito en copa de plata, paladean sangre seropositiva, todo pensando que es la esencia del ser, cuando todos sabemos que la esencia no existe, que la importamos. Todo lo importamos, nada creamos. No somos capaces ni de hablar en español, porque parecemos ignorantes; el inglés es cool y acortar palabras mola. Míranos, todos consumimos lo mismo, todo es evaluable, todo es seriado, todo es igual. Incluso amar y odiar son conceptos que son iguales para todos, con una serie de normas: no puedes amar a tu hermana, no puedes odiar sin motivo. ¿Y quién cojones me lo impone? ¿Quién es el que define cómo tenemos que ser? Nunca lo sabremos, porque no queremos, pero los únicos responsables somos nosotros. Nosotros somos la mierda, pensando que somos la hierba. Nosotros contaminamos nuestra sangre, pensando que aspiramos a ser reyes. Nosotros nos contenemos, no gritamos, no pegamos, porque pensamos que así solo nos haríamos daño a nosotros mismos. Y sí, al pegar un puñetazo te duele la mano. Pero al otro le faltan varios dientes.

martes, 2 de febrero de 2010

No cures leprosos, porque morirán de tuberculosis. No apadrines ningún niño, porque morirás y se quedarán huérfanos. No saltes, porque caerás. No estudies ni aprendas nuevas arias para flauta, porque tus dedos se atrofiarán y serán incapaces de volver a empuñar un pincel. No juegues al fútbol, porque el césped se adueñará de las porterías, y el reuma de tu cuerpo. No engañes, no robes, no adules, porque tus ídolos caerán, la madera se llenará de polillas y la piedra será engullida por la arena. No tengas perros, porque crecerán y se harán insoportables. No leas, porque las historias serán demasiadas, y el tiempo volará. No defraudes, porque las expectativas siempre superarán lo real, lo creíble y la propia muerte. No hables, no escribas, no cantes, porque el viento se lleva lo que acontece, sea en el camino o en tu cabeza. No mires a los pájaros, porque nunca podrás volar. No levantes la vista, porque nunca podrás subir. No abras los ojos, porque nunca podrás vivir. Ama, porque será lo mejor que puedas hacer con tu vida.
 

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