domingo, 6 de julio de 2014

Nunca se acaba la tarea. Por supuesto, no es eso lo que te enseñan en el colegio. Ahí todo un fin y un objetivo (a veces estos dos términos significan lo mismo y a veces no). Cuando te sientas y encarnas esa mesa verde, todo mundo se explica en base a unas coordenadas cartesianas. Los temas se cierran, los exámenes te sellan la frente. Hay más, más otros. Esa persona sentada frente a ti, más grande en una mesa más grande, lo sabe todo. O lo sabe su libro, pero da igual porque ambos son uno; nunca te lo cuestionas. Llega el calor y se fríen los números y se derriten las montañas y tu cerebro solo retiene la programación de los canales infantiles. Blossom contra Hora de aventuras. Un año más, un poco de lo mismo más profundo, pero no te lo parece porque lo olvidaste o lo recuerdas tan bien que crees que es lo mismo. Mismas ordenadas y mismas abcisas. El título, la firma del rey, el dinero que pagar por conseguirlo, todo se encuadra en base a x e y (siempre sentí en mi interior la e entre ambas, una letra mediocre entre dos creaciones que trascendieron, que brillaron). Fuera del colegio, descubres que siempre hay más, más profundo. Mejor. Ahora no te evalúan por cantidad, datos y razonamiento para resolver problemas, sino calidad, siempre superar a alguien, a ti mismo o a la historia. Oh, por favor, que nunca tengas que enfrentarte a la historia. Siempre te evaluarán y además te recriminarán que tendrías que ser tú quien se evalúe. El plan Bolonia no es sino la vida puteándote dentro y fuera de esa aula. No existe meta ni objetivos ni metodología porque no sabes qué quieres, lo tienes que saber tú pero nunca lo sabrás, ni cuando mueras. Nadie sabe nada cuando muere. Ponte camisa, sonríe y bebe. Cocina rico y sano, besa fuerte pero suave. Por favor, nunca aceptes los consejos de nadie porque nadie será tú. Lo importante es mirar hacia atrás y ver que el camino no tomado sigue ahí, nevado y dorado, perro y caballo. Porque cuando no te des cuenta, cuando sostengas con más fuerza la pértiga, sentirás la llamada. Tu mano pequeña tirando de mi, pidiéndome porque te miro desde arriba. Moveré tus pies, perderé contra ti, te pegaré y dejaré que me odies, pagaré tus vicios (primero juguetes y luego bebida; solo bebida, espero) para poder escucharte cuando sufras. Aprende porque descubrirás que todos esos conocimientos no eran para hacerte más sabio, sino para enseñar a los siguientes. Por favor, que nunca se acabe esta tarea.

1 burradas:

Anónimo dijo...

¡Exacto! Nunca acaba nada, todo continua, evoluciona, como ese río que nunca es el mismo. Y al final todo se transforma. Y que difícil saber lo que profesionalmente vamos a realizar.

 

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