domingo, 17 de agosto de 2014

"Es curioso que las artes liberales de este Estados Unidos milenario traten la anhelada anhedonia y el vacío interior como algo que está de moda. Acaso se trate de vestigios de la glorificación romántica de la Weltschmerz, que significa cansancio del mundo o hastío contemporáneo. Tal vez esto se deba al hecho de que aquí las artes son producidas por gente mayor cansada del mundo y refinada, y consumidas por gente más joven que no solo las consume, sino que las estudia a la búsqueda de claves para ir con los tiempos, lo cual implica ser aceptado, admirado o incluido y, por ende, no estar solo. Olvidémonos de la llamada presión de los pares. Es más como hambre de pares. ¿O no? Entramos en una pubertad espiritual en la que descubrimos el hecho de que el gran horror trascendental es la soledad, el enjaulamiento en el propio ser. Una vez que alcanzamos esa edad, damos y recibimos lo que sea y usamos cualquier máscara para encajar, para no Estar Solo, nosotros, los jóvenes. Las artes americanas son nuestra guía a la inclusión. Una guía práctica. Nos enseñan a fabricarnos unas máscaras de hastío e ironía cansada a una edad en que el rostro es lo bastante dúctil como para asumir la forma de lo que lleva puesto. Y luego allí se queda ese cinismo fatigado que nos salva del sentimentalismo empalagoso y de la candidez no refinada. En este continente, sentimiento equivale a candidez [...] lo que pasa por trascendencia contemporánea y cínica del sentimiento es en realidad una especie de miedo a ser verdaderamente humano".

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"Las autoridades llaman a esta condición «depresión clínica» o «disforia unipolar». En realidad, se trata de una simple incapacidad para los sentimientos, una muerte del alma [...] Ello es un grado de dolor psíquico totalmente incompatible con la vida humana tal como la conocemos. Ello es una sensación de mal radical y consumado no solo como una característica más, sino como la esencia misma de la existencia consciente. Ello es una sensación de envenenamiento que invade al ser en sus niveles más elementales. Ello es una náusea de las células y el espíritu. Ello es la preclara intuición de que el mundo es totalmente rico y animado y unitario y asimismo totalmente doloroso y maligno y contrario al ser, al que no solo deprime, sino que también lo infla y coagula y lo envuelve con sus negros pliegues y lo absorbe en su interior de modo que se alcanza una unidad casi mística con un mundo cuyos constituyentes significan daños dolorosos para el ser. Tal como Gompert describe la sensación de Ello, su carácter emocional parece ser indescriptible, salvo por una especie de doble dilema en virtud del cual cualquiera o todas las alternativas que asociamos con la acción humana -sentarse o estar de pie, hacer cosas o descansar, hablar o estar en silencio, vivir o morirse- no solo son desagradables, sino también espeluznantes".

[...]

"Esta Incapacidad anhedónica para Identificarse forma parte integral de Ello. Si a una persona con dolor físico le resulta difícil prestar atención a algo que no sea el dolor, una persona clínicamente deprimida no puede ni siquiera percibir ninguna otra persona o cosa como independiente del dolor universal que la digiere célula a célula. Todo es parte del problema y no hay solución. Es un infierno".

La broma infinita, David Foster Wallace.

1 burradas:

Anónimo dijo...

Tu texto refleja espectacularmente el momento actual.
Hubo otros tiempos cuando era niña que ese aspecto de la humanidad me atraía y resultaba interesante. Ahora, vivida ya en primera persona y vista en el resto, ya no.
De verdad, tu forma de escribir crea adicción.

 

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