jueves, 2 de octubre de 2014

No sé por qué te beso. No quiero hacerlo. Tampoco es que me repugne, solo es que no me atrae. Tus labios no me aportan nada. Me dejo llevar y arrastro mis brazos por tu espalda. Lo tomas como un abrazo y me coges con fuerza, me besas con energía. Yo me dejo llevar. Dejarse llevar... ¿por qué? ¿Cuál es ese motor externo que me lleva, que me guía por escenas y frases? Sigo con el piloto automático mientras mis pies siguen compitiendo, uno contra el otro, por ver quién me lleva más lejos, cuál de los dos me acerca más al borde. El borde... Cuando estás flotando en el mar, el borde no es una línea sino un acantilado de metros de altura y piedras de dolor. Cuando la corriente te lleva es imposible escalar el acantilado. Has caído, has arrastrado tu mundo hasta que se ha roto el tejido del espaciotiempo y has creado esa mole rocosa. El tiempo, la marea, el deseo; muchas razones para dejarte llevar. Ninguna de ellas. Solo dejarte llevar. Llorar en seco porque sientes que al llevarte, rajas todo lo que te rodea. Cuando te dejas llevar, te envuelves en tu capa de palabras como un rey vagabundo se ciñe los papeles higiénicos mal usados. Te dejas llevar y llevas tu vida a la basura, solo porque un motor externo te lo dice, el coche de detrás pitándote. Trato de olvidarme de las orquestas que tocan en la calle y me centro en mi puta malpagada pero bienpuesta. Pienso en el """éxito""" pero, como siempre, pienso en lo que no tengo. El problema es haber soñado para acabar despertando. El problema es que ningún problema acaba en sí mismo. El problema es que te sigo besando.

1 burradas:

Anónimo dijo...

Excepcional.

 

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