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viernes, julio 24, 2009
Los árboles se suceden rápidos, como un trilero engañando a la realidad. La línea discontinúa renuncia a su ser y se emborrona hasta el infinito, una sola raya imposible de dominar. En la radio gente intenta hablar, vocalizar, pero las palabras se pierden en la garganta, la verdad no puede ser nombrada. Mi frente reposa sobre el cristal, mi sudor empavona el cristal, y el cristal me separa del resto del mundo. De ti. No es solo distancia externa, sino también interna. Cada vez te siento más lejos, cada vez tus fotos me recuerdan menos tu perfume, y cada vez menos horas se llenan con tu mirada. La vida pasa, el dolor mitiga (aunque nunca se olvida), pero los sentimientos quedan. No temblaré cuando te vea, pero tampoco esperes que caiga de rodillas y dé gracias al cielo por haberte traído a mi vida. No es resignación, tampoco desilusión, es solo hibernación.
miércoles, marzo 11, 2009
Hoy caminaba por el paseo Independencia, y al llegar a la plaza Aragón he mirado los bancos. Chicas criticando el vestido de otra quinceañera, chicos hablando del regate de Torres. Y en un banco, escondido junto a un árbol, una pareja de ancianos. Yo seguía andando, seguía mi camino. Él la coge de la mano. La mira a los ojos. Le besa la mano, la vuelve a besar. Se la acerca a su cara, la acaricia con su mejilla, cortada por la edad. Sigue hablando. "Te quiero". Yo sigo andando, no sé siquiera si ha sido real. Sigo andando, pero sigo anclado a ese banco. Sigo pensando en la pareja de ancianos que se quieren, que se aman. Clase, café, autobús. Cuando llego a casa oigo un comentario. "Hoy es 11-M." Cinco años. 191 luces que se apagaron. Y hoy en los homenajes volvemos a estar divididos, volvemos a defender unos intereses particulares por encima de los universales. El monumento a las víctimas no se limpia. Paladas y paladas de olvido que entierran miles de vidas rasgadas por el atentado. Vuelvo a acordarme de los ancianos. Ellos son los únicos que rinden un sentido homenaje.
miércoles, febrero 20, 2008
El sol, afixiante, reluce en las alturas. Mis pies se hunden en la suave arena, a cada paso, y la arena lucha por ascender poco a poco entre mis dedos. No llevo mochila, pero mi equipaje me lastra, haciendo que mis pies no quieran abandonar la cálida y aterciopelada arena, que me incita a sentarme, a abandonar mi plan. Sin embargo, debo seguir adelante hacia mi objetivo, niguna parte, lejos de todo. Atrás dejo mi casa, mis amigos, mi alienante rutina, pero no mis problemas. Ellos vienen a mi lado, susurrando al oído palabras de desaliento, de frustración, de errores que se enquistan, atrapando a la bella sirena en un mar de petróleo. Yo sigo mi ruta hacia la tormenta, donde las hachas de fina arena arrancaránla carne de mis huesos, abandonando los restos a los carroñeros, que sólo dejarán unos pocos huesos. Pero incluso en esos huesos todavía se podrá leer mi amor por ti, faro en las tinieblas, castillo de humo, pura ilusión, guía férreo.
martes, enero 15, 2008
Tú, duende furtivo, que a oscuras acampaste en mi corazón. Tú, llama en la noche, música en la tormenta. Tú, lucero de mis desamores, manantial de mis amores. Tú, pantera en las camas, hiena en mi corazón. Tú, mi acicate en mi celda, el amor en una novela. Tú, rostro en la niebla, cuerpo en el fuego. Tú, en el calor de mi cama, en el frío de mi corazón. Tú, en la boca de otras, pero lejos de todas. Tú, cazador solitario, asesina de mi conciencia. Tú, mi ángel, el demonio. Tú, mi calma, mi tempestad. Tú, mi gracia, mi mitología. Tú, mi redención, mi rendición. Tú, aquí, allá. Tú, ayer, hoy, mañana. Tú, sólo tú, pero siempre tú.
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