miércoles, 24 de octubre de 2007

Como todo en este blog, os voy a contar algo que realmente me ha sucedido, y no es para suscitar admiración, sino para poder vivir tranquilo. Como dijo Roger Wolfe: "Quien es feliz vive, quien no, se hace pajas y escribe" Pero bueno, a lo que íbamos. Se habla mucho de amores rotos trágicamente por la fuerza del destino, capaces de llenar hojas y hojas de novelas folletinescas, pero ¿qué ocurre cuando el amor que antaño rompió barreras y fabricó puentes se esfuma poco a poco, como las nubes se disipan tras la tormenta? ¿Acaso eso significa que has amado menos? No, simplemente ha desaparecido. Otros amoríos se marchan de golpe, al ver que el ídolo que adoramos tiene los pies de barro, que se fractura con un pequeño temblor. Sin embargo, este amor que hasta hace nada abrazabas al irte a dormir, y por el que suspirabas al peinarte, se ha desvanecido. Ahora, haciendo un poco de retrospectiva, uno se ríe de esos escalofríos que sacudían todo tu cuerpo cuando por accidente tu mano rozaba sus dedos, ahora feos y rechonchos. La cara en la que pensabas cuando te hablaban de un ángel ha vuelto opaca, haciendo que te preguntes dónde fue a parar esa luz que iluminaba a través de la niebla más densa. Sus ojos ya no son dos soles, sino que parecen dos píxeles, y gracias. Pero tú tampoco eres el mismo. Tu cara ya no desprende una luz tranquilizante, tus ojos ya no relucen. Los que te rodean se preguntan si te ocurre algo, pero sabes que se pasará, y sabes cuándo. Por muy duro que suene, esa herida abierta al arrancarse la flecha de Cupido sólo la tapará otra flecha, que Dios sabe qué efecto tendrá sobre ti. La vida es una sucesión de personas y acontecimientos, y hay que saber quedarse con lo bueno y aprender de lo no tan bueno. Como de costumbre, sonrío tras descubrir qué me pasa. La escritura es lo que tiene.

1 burradas:

Iván dijo...

Es cierto que el aspecto externo se marchita y pierde el encanto de la primera vez. Pero creo que el espíritu se conserva. Incluso, como los buenos vinos, mejora con los años. Solo es cuestión de volverse a sumergir en él y bucear hasta encontrar los guiños por los que suspirabas. Siguen estando en el mismo sitio. Escondidos tras el corazón.

 

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